Sembrado en fecha óptima, y con suficiente humedad en el suelo, el girasol da sombreado rápido y genera competencia natural contra las malezas resistentes a los herbicidas. Tiene requerimientos de nutrientes intermedios entre el maíz y la soja pero, si alguno se encuentra en niveles deficitarios, tiene habilidad para conseguirlos. Se debe sembrar cuando el suelo alcanza los 8°C o más. Si el suelo esta frío, la emergencia se demora y las semillas pueden ser atacadas por patógenos.
“El momento crítico para definición del rendimiento es el período que va 30 días antes y 30 días después de la floración, pero, ante la escasez de humedad, disminuye menos el rendimiento que el maíz”, diferenció Pablo Calviño, al hablar en una reunión organizada por NK, que tuvo como lema “Redescubriendo el girasol como oportunidad de negocio”. El técnico enumeró cómo funciona el cultivo y las prácticas de manejo que pueden dar lugar a altos rendimientos en distintas zonas, especialmente en las no tradicionales.
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“Los híbridos modernos de girasol tienen alto potencial de rendimiento y se nota una brecha muy importante entre ese potencial y los rindes que se obtienen en el campo por errores en el manejo del cultivo”, explicó. En muchas regiones se da una gran variabilidad en los lotes, determinada principalmente por la inclusión de fertilización fosforada y nitrogenada versus lotes testigo. Por esa causa, y por la elección de la genética adecuada, se pueden observar comúnmente brechas del 40%, cuantificó Calviño.
En la expresión de los rendimientos también influye el tipo de suelo, que puede generar variaciones de 1300kg/ha según la calidad, de acuerdo mediciones efectuadas en el sudoeste de Buenos Aires.
Otro factor por considerar son las enfermedades fúngicas, que pueden detraer el rendimiento en 1000Kg/ha en ataques severos. Entonces, se debe llevar un buen manejo del cultivo de acuerdo al tipo de suelo y al perfil de la genética usada, porque Phomopsis, una vez instalada, no se puede controlar con fungicidas.
Más allá de las cuestiones técnicas, el principal factor que determina el margen bruto del girasol es el ingreso por hectárea, dependiente, a su vez, del precio de venta y del rendimiento. “No hay que preocuparse tanto por los gastos, que son insignificantes en la definición del margen bruto”, afirmó Calviño, categórico, en la charla de NK.
Correcto manejo del cultivo
Distintos ensayos muestran que la fecha óptima de siembra de girasol en la región pampeana es el mes de octubre. Si se atrasa hasta la primera decena de noviembre, la reducción del rendimiento es pequeña, pero si se demora hasta la segunda quincena o diciembre, las mermas son significativas.
Respecto de la densidad de siembra, si se apunta a rendimientos de más de 25qq/ha, se deberían lograr 30.000-40.000 plantas por hectárea. Si se planifican rindes más bajos, los mejores resultados se obtendrían con densidades más bajas, del orden de 30.000 plantas por hectárea, aunque siempre hay que considerar la interacción entre el genotipo y la densidad.
“Densidades muy bajas pueden llevar una zona peligrosa, por las diferencias que se pueden medir entre lo que se quería implantar y lo logrado a cosecha. Se han medido diferencias del 29% entre ambos valores en los CREA del sudoeste de Buenos Aires. Además, densidades muy bajas generan menos sombreado y menor competencia para controlar malezas”, advirtió Calviño.
En general, el girasol muestra poca respuesta a la fertilización fosforada. En lotes con más de 10 ppm de fosforo en el suelo no convendría hacer aplicaciones. No obstante, es conveniente incluirlo porque funciona como arrancador para que el cultivo emerja rápido y fuerte.
La fertilización nitrogenada genera enorme variabilidad en las respuestas. En general, no depende de cuánto nitrógeno hay en el suelo y de cuánto se fertiliza, sino que también influye el momento de aplicación: la distribución temprana, alrededor de la siembra, da mejores resultados que la posterior. De cualquier manera es un cultivo que no responde a fertilización nitrogenada con altos niveles; para tomar la decisión sobre la dosis, son útiles los análisis de nitrógeno anaeróbico y de materia orgánica lábil, que muestran las formas mineralizadas del nutriente en el lote.
Control de adversidades
“Determinar muy bien la planificación para el control de malezas es fundamental, porque el girasol, una vez que nace, tiene pocas herramientas frente ataques masivos. La mayor parte de los productores de punta trabaja con híbridos CL e Imazapir. El herbicida se debe aplicar temprano, con el primer par de hojas verdes expandidas, para mantener limpio el cultivo 20-25 días desde la fecha de siembra. En los casos que aparezcan malezas resistentes a Imazapir, hay otros herbicidas a los cuales recurrir en el barbecho, en presiembra y en posemergencia.
El girasol resultó atacado por distintas enfermedades según épocas. Primero se sufrían ataques muy fuertes de Sclerotinia y después de Verticillium, dos enfermedades que los semilleros pudieron ir seleccionando en contra con los materiales genéticos. “Hoy el problema mayor es Phomopsis, que da una podredumbre seca del capítulo o un halo en el tallo, donde se insertan las hojas, lo que genera quebrado de las plantas. Esta enfermedad eliminó el girasol de Uruguay”, alertó el profesional.
Para disminuir el riesgo de ataques hay que revisar el inóculo en rastrojos enfermos y evitar cultivo muy densos. La estrategia de control más importante es la herramienta genética, no excederse la dosis de nitrógeno y elegir una correcta fecha de siembra.
El girasol responde a la ambientación de distintos sectores dentro de cada lote, lo que permite impulsar la siembra y fertilización variables. Es altamente susceptible las superposiciones en las cabeceras, que se deberían evitar.
En un año con pronósticos de evento El Niño, hay que evitar la siembra de girasol en zonas aledañas a bajos o lagunas, que pueden sufrir encharcamientos. El exceso de humedad es muy perjudicial para el rendimiento, si se produce en emergencia o floración del girasol.