Las dos cajas de Milei: el método del libertario para pagar la campaña y a la vez mejorar sus finanzas personales

El candidato presidencial Javier Milei montó dos canales simultáneos y superpuestos de recaudación de fondos durante los últimos meses. Uno es para financiar la campaña que puede llevarlo a la Casa Rosada; el otro es para sí mismo, como economista, pero potenciado por su creciente popularidad, según coincidieron ante LA NACION una quincena de colaboradores del candidato y empresarios de todo el país que aportaron -o recibieron pedidos para aportar- a ambos fondos.

Ese sistema doble de recaudación responde al ascenso de Milei en las encuestas electorales. Muchos quieren apoyar su candidatura; otros sólo quieren conocerlo y saber qué haría de llegar a la Presidencia y están dispuestos a pagar por un encuentro a solas o acotado con él. Pero el candidato carece de un partido de alcance nacional que solvente una estructura en cada distrito. Así que hizo de esa falencia una oportunidad.

El primer canal de recaudación es para la campaña, con sus particularidades. La primera, que Milei se mueve como si fuera dueño de una marca comercial. “Él ‘vende’ franquicias para autorizar el uso de su imagen en las provincias. Aquel que aporte más dinero y estructura a la campaña, sea militante libertario o político tradicional, pasa a ser su candidato en el distrito”, detalló un miembro actual de su círculo más cercano a LA NACION que pidió mantener su nombre en reserva para evitar planteos internos.

La segunda particularidad es que aquellos que quieran que Milei protagonice un acto en sus distritos tienen que solventar todos los gastos, como si contrataran a una estrella de rock. Deben cubrir las cuentas de avión, hotel, traslados terrestres y comida para él y entre 4 y 6 personas más, contratar entre 12 y 15 custodios, y todo lo que insuma el evento (luz, sonido, musicalización, pantallas gigantes o catering, entre otros rubros).

Esa dinámica se repitió en distintos puntos del país. Del norte a la Patagonia y de la Mesopotamia a la Cordillera, según confirmaron partidarios de Milei en distintas provincias que aceptaron dialogar con LA NACION, la mayoría bajo reserva de sus nombres por temor a represalias o padecer ataques en redes sociales.

Ese fue el panorama que afrontó Mila Zurbriggen, líder de la agrupación La Generación Libertaria, cuando denunció que “en el espacio de Javier Milei todo es por guita o por sexo”, además de plantear que quienes lo invitan a las provincias deben desembolsar “varios dólares”, y cosechó amenazas telefónicas y agresiones en las redes sociales.

No fue la única. “Si vos querés ocupar una posición importante en el partido te piden plata”, lamentó el vicepresidente de esa misma agrupación, La Generación Libertaria, Agustín Pérez, en febrero, a la prensa. “Si querés sacarte una foto con Milei te piden plata, si querés que haga una charla, hay un solo pedido: ‘poné plata’”.

Desde el entorno del candidato, que lideran su hermana Karina Milei y los armadores Carlos Kikuchi y Sebastián Pareja, entre otros, defienden la metodología. “No tenemos ‘aparato’, ni grandes fuentes de financiamiento. Pero al mismo tiempo nuestra campaña nacional es bastante barata porque no tenemos una gran infraestructura partidaria y nuestros gastos son mínimos”, indicaron a LA NACION. “Los viajes los financia la gente de cada distrito y a los actos va quien quiere, por voluntad propia, a diferencia de lo que pasa en otros partidos”.

Esa afirmación queda supeditada a las realidades y alianzas tejidas en cada distrito. Así, por ejemplo, tras el cuestionado acto que protagonizó en la cancha de El Porvenir, en el Conurbano bonaerense, en junio de 2022, su círculo íntimo se obsesionó con evitar los errores cometidos aquella fría noche. Eso explicaría el rol que jugaron punteros durante el acto que Milei compartió con Ricardo Bussi en Tucumán, por ejemplo, tres meses después. Circularon camiones, viandas y dinero, cash.

Rastros del trasiego de dinero en efectivo surgen en otros puntos del país. En Neuquén, por ejemplo, el candidato de Milei a gobernador, Carlos Eguía, denunció que le ofrecieron un bolso con US$ 800.000 si declinaba su candidatura y apoyaba a Rolando Figueroa, el postulante que terminó por ganar la gobernación provincial y desbancó al Movimiento Popular Neuquino (MPN). Horas después, Eguía se desdijo. Compitió igual y sacó 8 puntos el domingo pasado.

La circulación de dinero en efectivo conlleva otros riesgos. Entre ellos, que alguien se coma un porcentaje. Eso es lo que media docena de personas consultadas por LA NACION afirman que ocurrió en Santa Fe, donde la referente es Romina Diez, cercanísima a Karina Milei. Varios empresarios aportaron a la campaña, pero el dinero nunca habría llegado a destino. Hasta el punto de que dos libertarios, Carlos Maslatón y Manuel Contini tuvieron que pagar la cuenta impaga de un evento que tuvo a Milei y Diez como figuras.

El pase de facturas tardó poco en llegar. “Voy el 23/3 a Rosario”, le escribió Maslatón a Diez por Twitter en enero. “Avisáme si hace falta bancar algún cocktail para la militancia”. Y Contini no se quedó atrás: “Entre vos y yo pagamos el acto en Rosario”, le escribió a Maslatón. “Puse un fangote de guita para pagar el evento de Milei en Rosario”.

En Santa Fe se registró otro dato singular del entorno de Milei. Varios empresarios señalaron por separado a LA NACION que les pidieron US$1000 para destrabarles una reunión con Milei. Lo notable es que esos empresarios querían conocerlo y, de compartir la visión del país, aportar a su campaña.

En Córdoba, mientras tanto, el gobierno del peronista Juan Schiaretti se mostraría muy interesado en que Milei haga una buena campaña en la provincia. Eso le restaría votos al principal candidato opositor, Luis Juez (Juntos por el Cambio). Y ese interés, expuesto con toda efusividad sería uno de los factores que explicaría por qué Milei y el periodista e “influencer” liberal Eduardo Prestofelippo, “El Presto”, se distanciaron.

La otra recaudación

Ese primer canal de recaudación electoral se superpone durante la campaña con otro de índole personal. Milei, en pleno avance en las encuestas, continúa con sus charlas como analista económico, con unos honorarios más elevados, según reconstruyó LA NACION durante las últimas semanas. Muchos quieren conocerlo y arrimarse porque parece que puede aspirar al sillón de Rivadavia; él responde como consultor.

“Hasta hace poco, los empresarios lo veían como un personaje interesante para conocer como lo fue Ricky Fort. Quizá les daba para sacarse una selfie y mandársela a sus hijos”, planteó un miembro de su círculo actual. “Pero hace cosa de un mes cambió la ecuación. Ahora ven que es posible que llegue a Presidente y quieren acercarse a él”, detalló.

¿Cómo funciona ese segundo sistema? En algunas ocasiones, Milei viaja a una provincia, participa en un acto de campaña y, en simultáneo, brinda una charla privada, por lo general a empresarios, a los que les cobra una suma fija que puede rondar entre los 3000 y 10.000 dólares –según qué entidad lo convoque o cuántos sean los asistentes–, aunque en ciertas ocasiones opta por exigir entre 500 y 1000 dólares por persona.

“Milei cobra por dar charla a empresarios, sí, pero no es ambicioso en términos económicos”, replicó otro miembro de su entorno actual ante la consulta de LA NACION. “¿Pide dinero? Sí, pero no en todos los distritos. Y te diría que peca de inocencia. ¿Por qué? Porque les pide poco a los empresarios, que a menudo están dispuestos a poner más. Entonces quizá pide 10.000 dólares por una cena en vez de 200.000 para la campaña”.

El propio candidato habló abiertamente de este mecanismo para responder una crítica de la vocera presidencial, Gabriela Cerruti, que le reclamó explicar sus ingresos. “Yo vivo de dar conferencias. A los políticos les cuesta entender eso, porque ¿quién los va a querer escuchar? ¿Qué valor aportan? Mis conferencias las cobro entre 10 y 25 mil dólares”, dijo en marzo pasado.

Ese segundo canal de recaudación que tiene a Milei como epicentro no es ilegal, según coincidieron dos expertos electorales ante la consulta de LA NACION, aunque sí levanta resistencias entre militantes libertarios e, incluso, algunas de las principales figuras del espacio que accedieron a dialogar con este diario bajo reserva de sus nombres.

Los ejemplos de este segundo canal de recaudación también se repiten en distintos puntos del país –de Córdoba a Santa Fe, pasando por Tucumán-, y a veces deriva en situaciones cómicas o inquietantes. Así fue como, por ejemplo, uno de los orfebres más célebres del país invitó a participar en un ágape social en su casa y Milei le pasó su cachet: 3000 dólares. Sólo luego entendió que lo convocaban como invitado, no como conferenciante.

Peor le fue a un grupo de empresarios chilenos que querían conocerlo y escuchar a puertas cerradas cuáles eran sus propuestas de gobierno, según indicaron personas que participaron en el ida y vuelta. Algunos dicen que llegó a pedir US$50.000, lo que niegan junto a Milei, aunque sí admiten que la invitación terminó del peor modo, con el economista desencajado, a los gritos, destratando a los trasandinos.

A un fondo de inversión, en tanto, les pasó una factura un poco más baja: 30.000 dólares. Pero con una observación adicional: tenían que abonar al contado. El pedido cayó pésimo, según reconstruyó LA NACION, sin que tampoco quedara claro cuál era el destino final de ese dinero.

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