WASHINGTON.- En sus declaraciones conjuntas de los últimos años, Estados Unidos y la India repudiaron las pruebas misilísticas de Corea del Norte, condenaron al movimiento talibán por violaciones a los derechos humanos, y reclamaron el fin de la violencia en Myanmar. Pero en esas declaraciones conjuntas jamás hubo una sola mención directa al principal adversario de la India: China.
En los últimos años, China desplazó a Pakistán como mayor amenaza de seguridad para la India. Y por más que el gobierno de Nueva Delhi quiera moderar cualquier acusación que pueda tensionar aún más las relaciones con Pekín, los enfrentamientos fronterizos de los dos países más poblados del planeta los han vuelto a convertir en los grandes enemigos de la región Indo-Pacífico.
Es el resurgimiento de esa rivalidad, después de décadas de tregua, lo que explica la actual convergencia de intereses estratégicos entre Estados Unidos y la India.
El primer ministro indio, Narendra Modi, llegó a Washington con toda la pompa de una visita de Estado y pocos días después del crispado viaje a China del secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, seguido de los comentarios del presidente Joe Biden el martes, cuando calificó de “dictador” al mandatario chino, Xi Jinping.
Ni Washington ni Delhi enmarcan el acercamiento como un intento de contener el avance chino, pero el subtexto es claro.
“La visita no tiene que ver con China”, dijo el asesor de seguridad nacional Jake Sullivan en una entrevista de esta semana. “Pero el tema del dominio militar, tecnológico y económico de China serán parte de la agenda”.
La visita incluye un acuerdo para fabricar motores de aviones de combate de la General Electric (GE) en la India y un acuerdo de Delhi para la compra de drones armados de General Atomics, un equipamiento que los indios anhelan desde hace años y que puede ayudarlos a detectar y contrarrestar movimientos de las fuerzas militares de China.
Se anticipa que el acuerdo con GE será por varios miles de millones de dólares y que implica la transferencia de sofisticada tecnología de motores a reacción que Estados Unidos nunca ha compartido, ni siquiera con sus aliados de la OTAN. Además, el acuerdo tiene el potencial de dejar vinculadas las industrias de defensa de los dos países en los próximos años.
Si bien se cree que el socio principal será una empresa estatal india, la Hindustan Aeronautics Limited, los funcionarios dicen que es probable que haya proveedores del sector privado, ya que la India está buscando desarrollar su industria de defensa nacional. El gobierno de Modi sabe que para competir con China, embarcada en una campaña de modernización militar a varias décadas, tiene que impulsar el desarrollo de nuevas empresas que puedan diseñar tecnologías a escala militar.
Por eso un objetivo clave de la visita de Modi es derribar los obstáculos para que ambos países puedan colaborar en materia de tecnología y defensa.
En materia tecnológica se espera otro importante anuncio que involucra a Micron Technology Inc., el mayor fabricante de chips de memoria de Estados Unidos. Está previsto que ambos mandatarios anuncien que el gigante tecnológico con sede en Boise, Idaho, está construyendo una planta de ensamblaje, prueba y embalado de chips en Gujarat, el estado natal de Modi.
El acuerdo representaría la primera gran inversión de una empresa estadounidense como parte de la “misión nacional sobre semiconductores” lanzada por el gobierno de Biden para reorientar las cadenas de suministro lejos de China, que durante la pandemia se aisló del mundo durante casi tres años y causó escasez de insumos tecnológicos.
Desde la perspectiva de la India, estas iniciativas cumplen con dos objetivos amplios, apunta Arvind Subramanian, máximo asesor económico de Modi de 2014 a 2018. El acuerdo con la GE, por ejemplo, es parte de un esfuerzo de larga data para que la India deje de depender de Rusia para equiparse militarmente, señala Subramanian, actual investigador de la Universidad de Brown.
Por otra parte, la planta de fabricación de microchips y los acuerdos de defensa cumplen con el objetivo de Nueva Delhi de revitalizar un sector manufacturero moribundo.
Acción agresiva
Mientras tanto, China sigue proyectando una sombra descomunal sobre la región, con su agresivo accionar contra Taiwán, su masiva modernización militar y sus peligrosas maniobras militares alrededor de barcos y aviones norteamericanos y australianos en el océano Pacífico.
“Estamos apostando a una variedad de temas que son esenciales para la resiliencia económica de Estados Unidos, para el éxito y el dinamismo de un ecosistema de tecnología abierta, para establecer cadenas de suministro diversificadas y resistentes, todas cosas que son fundamentales para la política exterior de Biden y en las que la India puede desempeñar un papel muy constructivo”, dijo Sullivan.
Y agregó: “Hay una convergencia de intereses que puede proteger la autonomía de la India y al mismo tiempo profundizar su asociación estratégica con Estados Unidos: no vemos la menor contradicción entre ambas cosas”.
La India, que este año será sede de la cumbre del G-20, aspira al estatus de superpotencia por derecho propio. Evitando alinearse de manera explícita con el Kremlin o con Pekín, el gobierno de Delhi se ha posicionado como un adalid de los países emergentes.
“En más de un sentido, en términos de nuestras alianzas, la India ocupa claramente un lugar aparte”, dijo un alto funcionario estadounidense. “Poniendo todo en la balanza, creo que tenemos ideas afines”.
Ellen Nakashima
Traducción de Jaime Arrambide