La violencia y el dolor sacuden el escenario político en la antesala de las elecciones

Cuando el país se encamina a votar en unas elecciones primarias que podrían ser determinantes para los comicios de octubre, el clima social quedó atravesado por la conmoción que provocan hechos dramáticos de inseguridad. Pocas horas después del crimen de Morena Domínguez, la chica de 11 años que fue asesinada en Lanús, mataron en Morón a Juan Carlos Cruz, un médico de 52 años, para robarle el auto. Ambos hechos provocaron un fuerte impacto social en zonas especialmente castigadas por el accionar delictivo. El caso de Morena ya había forzado un final anticipado de las campañas y el oficialismo admitió que podría tener impacto electoral.

A ese estado de conmoción se sumó que una protesta de grupos de izquierda en el Obelisco derivó en la muerte de un manifestante (exmiembro de las FARC) en medio de una intervención policial. En Constitución, mientras tanto, hubo serios incidentes a raíz de otra protesta que paralizó el servicio ferroviario durante varias horas.

En apenas 48 horas, y a días de las PASO, el clima político y social se sumió en una agitación inesperada. Si las principales fuerzas políticas habían decidido anteayer suspender sus cierres de campaña, la cautela extrema se apoderó ayer durante horas de los comandos electorales de Sergio Massa, Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta.

La conducción de la campaña nacional de Unión por la Patria analizaba posibles efectos electorales de la muerte violenta de Lanús (municipio que gobierna Néstor Grindetti, candidato a gobernador de Bullrich), cuando se sumaron los hechos en Morón (al mando del oficialista Lucas Ghi). Más allá de advertir sobre lo provisorio del análisis a tan pocas horas de producidos los hechos, la sensación predominante era la necesidad de mostrar mesura y “empatía” con las víctimas, en un tema sensible que, reconocen en el Gobierno, “impacta” a la opinión pública. Sergio Massa preparó durante la tarde un video que apuntaba a dejar su mensaje sobre la muerte de Morena Domínguez, que debió adaptar con las nuevas muertes de la jornada. “Tenemos que poner blanco sobre negro: la política de seguridad no puede estar sujeta al debate político electoral”, afirmó, para recordar el crimen del joven Santiago Urbani, en 2009, cuando era intendente de Tigre. A partir de ese punto, enumeró los cambios de seguridad que impulsó en su distrito. “Pudimos bajar el 90% el delito. Estoy convencido de que lo podemos hacer en la Argentina”, agregó, ya en un mensaje netamente electoral, que derivó luego en sus promesas educativas, productivas y laborales.

En los búnkeres de Bullrich y Larreta también se impusieron la cautela y la inquietud. Nadie se atrevía a ensayar una especulación sobre cómo podría repercutir en la opinión pública la irrupción de la problemática de la inseguridad en la antesala electoral.

Pasadas las 21, Larreta emitió un comunicado a través de sus redes sociales. Defendió el accionar de la Policía de la Ciudad y dijo que Facundo Molares Schoenfeld, el militante de izquierda, falleció por una “descompensación” y le manifestó sus condolencias a los familiares de la víctima. Pero aclaró: “Quiero destacar y respaldar completamente el accionar de la Policía de la Ciudad, que actuó con profesionalismo conteniendo los hechos de violencia. En la ciudad, la violencia es el límite. También destaco el accionar del SAME, que dio respuesta como es habitual, cuidando siempre a los vecinos de la ciudad”, sostuvo.

Su mensaje inicial también viró hacia lo electoral. “Los argentinos necesitan vivir en paz”, subrayó, para completar: “Como vengo sosteniendo hace tiempo, tenemos que dejar atrás la violencia, las agresiones y la confrontación”. El último párrafo de su mensaje apuntó a buscar el voto este domingo: “Voy a liderar junto a millones de argentinos ese proceso de una Argentina en paz, donde podamos vivir tranquilos y sin miedo”.

Minutos antes, Bullrich había salido a respaldar al jefe porteño. Acusó al kirchnerismo de intentar “sembrar miedo y caos” en la previa de la elección y resaltó que la Argentina requiere orden. “Yo compito con Larreta el domingo, pero en esta circunstancia y en este momento estoy al lado de él y del gobierno de la ciudad para que no quieran involucrarla en una represión de la policía que no tiene nada que ver”, enfatizó la precandidata. Y resaltó que el militante que murió en el Obelisco era un exintegrante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

En el entorno de la exministra repetían que no se puede especular políticamente con una situación trágica como el brutal asesinato de Morena en Lanús, terruño gobernado por Néstor Grindetti, postulante a la gobernación de Bullrich. Tampoco con el fallecimiento de Juan Carlos Cruz, el jefe del servicio de emergencias del Hospital Carrillo baleado en Morón, territorio kirchnerista. Bullrich optó por apuntalar a Grindetti, con quien coordinó la estrategia ante la opinión pública. Optaron por no cargar contra el gobernador Axel Kicillof y el ministro de Seguridad, Sergio Berni, con quienes Grindetti se mantuvo en contacto durante el operativo para detener a los delincuentes que asesinaron a la nena de 11 años.

Mientras tanto, en el oficialismo analizaban los posibles efectos electorales de los crímenes. Destacaban dos: apatía (traducida en menor asistencia a la votación) y ganancia de las posiciones identificadas con el candidato libertario Javier Milei. Los crímenes, coincidieron las fuentes oficiales, contribuyen a generar un “clima” favorable a los partidarios de medidas más rigurosas contra la inseguridad ciudadana que también contribuiría con eventuales nuevos votantes para Patricia Bullrich, una visión con la que coinciden incluso desde ese sector de la coalición opositora.

“Habrá que ver… Estos hechos generan indignación, bronca; no sé si conducen a la apatía. Claramente tiene impacto porque se ha nacionalizado y, como es un hecho tan conmocionante, se trata de una nenita de 11 años, llegó a los distintos hogares de la Argentina. Son cosas que suceden, podrá o no tener impacto, lo veremos el domingo”, dijo el jefe de Gabinete, Agustín Rossi, en declaraciones radiales.

Fuera de micrófono, las opiniones se dividen. Mientras cerca de Massa estimaban que las muertes no influirán en el sentido del voto, otros referentes creen que “ponen en agenda un tema que la democracia no ha sabido resolver en cuarenta años”, por lo cual la respuesta puede ir hacia el desencanto y el ausentismo o la derecha. “En este momento es imposible predecir nada. Hay que esperar”, comentaron cerca del Presidente, quien no se refirió aún al tema.

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