A poco más de cien días de dejar el sillón de Rivadavia y su despacho en la Casa Rosada, el presidente Alberto Fernández consiguió la sorpresiva invitación para integrarse a los Brics, el gigante político y económico que rivaliza con Estados Unidos y la Unión Europea, y que tiene como socio activo a la Rusia de Vladimir Putin, cuestionada por su invasión a Ucrania. También a otro invitado reciente: la República Islámica de Irán, sindicada por la Justicia argentina como instigadora de los dos atentados terroristas que sufrió el país, en marzo de 1992 y julio de 1994.
Más allá de las explicaciones oficiales, la decisión de los cinco integrantes originales del grupo (además de Rusia, China, Brasil, India y Sudáfrica) sorprendió al Gobierno, que atento a las señales previas no envió representantes a la cumbre de Johannesburgo. Pocos días atrás, tanto en la Casa Rosada como en la Cancillería que encabeza Santiago Cafiero reconocían que “no tenía sentido” viajar, ya que por entonces no había consenso entre los países miembro para siquiera tratar la incorporación de los países que solicitaban entrar, entre ellos Argentina.
La intervención del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, interesado en sostener su liderazgo regional, fue clave para destrabar las negociaciones, según coinciden desde distintas terminales de la gestión oficialista en materia de relaciones internacionales.
“Lula desde allá, con China e India, pusieron el tema en agenda y presionaron para que se definiera ahora”, cuentan por lo bajo cerca del canciller Cafiero, que trabajó para que la incorporación se diera hoy, y no con el cambio de gobierno, en diciembre. Cerca del Presidente cuentan que Lula da Silva llamó ayer a Fernández para confirmarle que habría buenas noticias, y que se había logrado modificar, in situ, el mecanismo para el ingreso de nuevos aspirantes al conglomerado de países que fundaron el Brics hace quince años. Luego de una madrugada “sin dormir”, según contaron desde el entorno presidencial, se llegó al anuncio oficial.
El giro que puede venir
Nadie en el Gobierno pareció tomar en cuenta que el cambio de gobierno que llegará en menos de cuatro meses podría traer consigo un giro de 180 grados en relación con lo anunciado. Tanto referentes en política exterior de Juntos por el Cambio, como Federico Pinedo; como de La Libertad Avanza, de Javier Milei, ya se expresaron de modo contundente en contra del ingreso del país a un club con socios sospechados e incómodos como Rusia e Irán, coincidente con la mirada de Washington y Bruselas. Milei, de hecho, fue mucho más allá, al decir que no haría “pactos con comunistas” en relación al gobierno chino, también interesado en subir sus acciones y su influencia en territorio sudamericano.
Enfrascado en una feroz pelea comercial con China y mientras apoya a Ucrania en defensa de su territorio, Estados Unidos no toma con agrado esta definición, en momentos en los que el ministro de Economía, Sergio Massa, acaba de conseguir una especie de respirador artificial (con ayuda de la Casa Blanca) para la economía argentina, que significan los US$7500 millones de dólares de nueva deuda tomada con el FMI. Tampoco la UE, cuyos representantes estaban inquietos en las últimas semanas, ante la posibilidad del ingreso de Argentina a los Brics. Desde uno de esos países se mostraban hoy contrariados por la incorporación de la Argentina junto a Irán y a otros países con “escasas credenciales democráticas” y de respeto a los derechos humanos. “Queremos comerciar con todo el mundo por el bien del país”, retrucaban desde el oficialismo.
En el Gobierno, y como lo expresara el propio Presidente en los ocho minutos que insumió su discurso matinal, hablaban de razones “pragmáticas” para justificar la movida, como el 24% del PIB mundial que manejan el bloque en su conjunto. “Se abre un nuevo escenario. Vamos a ser protagonistas de un destino común en un bloque que representa más de un 40 por ciento de la población mundial, al tiempo que seguimos fortaleciendo relaciones con otros países del mundo”, dijo el Presidente, mientras sus voceros distribuían los números que detallaban la fuerte influencia de Brasil, China e India en las economías regionales.
“Intereses nacionales”, subrayó el Presidente, aunque el ingreso de los nuevos socios (Egipto, Etiopía, Arabia Saudita, Emiratos Arábes y, sobre todo, Irán) suena como un nuevo desafío del bloque a Estados Unidos y la Unión Europea. “Hubo una profundización de la brecha entre norte y sur”, dijo el Presidente, con palabras que agradaron los oídos del kirchnerismo de paladar negro, enojado con el Presidente pero que sin embargo festejó el acuerdo porque -sostienen- ayuda a “salir de la extorsión del FMI”, en palabras del dirigente del Espacio Puebla José Cruz Campagnoli.