La economía no crece en la Argentina desde 2011, pero la tasa de desempleo no solo baja, sino que está en mínimos que no se registran desde mediados de los años 80. Específicamente el desempleo cayó a 6,3% en el cuarto trimestre de 2022, un guarismo que no se registraba desde 1985. La pregunta que surge es simple: ¿cómo se explica que, sin crecimiento económico en más de una década, igualmente baje el desempleo a niveles mínimos históricos?
Una pista de lo que está sucediendo en el mercado laboral en el país se esconde en los datos de la ciudad de Concordia, provincia de Entre Ríos. Se trata de la ciudad más pobre del país; allí, el 55% de la población está bajo la línea de pobreza. Sin embargo, el desempleo es de solo 3,6%, casi la mitad del índice nacional. Santiago del Estero es también un caso extremo: el 46,5% de su población vive en la pobreza, pero la provincia goza de la tasa de desempleo más baja del país: es de tan solo 1,6%.
Los números de estas ciudades ponen en evidencia lo que sucede a nivel nacional. En la última década y media, la política se dedicó a esconder la falta de generación de empleo genuino. ¿De qué manera? Con un aumento de la cantidad de puestos en el sector público y de los planes sociales otorgados. Esta estrategia, si bien casi no altera la tasa de pobreza, afecta notoriamente el índice de desempleo.
Vale hacer un ejercicio para estimar la tasa de desempleo neta del clientelismo político.
En la última década, el empleo público se expandió con 839.000 nuevos puestos, según datos oficiales. Principalmente, esos puestos están en los gobiernos provinciales. Es un incremento de 30% en una década. La población creció 10% en igual periodo. Sin el avance que tuvo el empleo público los últimos 10 años, la tasa de desocupación sería de 10%, y no de 6% como indica el dato oficial.
El mismo ejercicio se puede hacer entendiendo que son desocupados quienes cobran planes sociales. El Indec considera que una persona está ocupada si trabaja al menos una hora por semana. El plan Potenciar Trabajo alcanza a 1,3 millones de personas y la estadística no las considera desempleadas.
Por tanto, si sumamos a las filas del desempleo todo el empleo público creado en la última década y los beneficiarios del plan Potenciar Trabajo, la tasa de desempleo saltaría 10 puntos porcentuales, a 16%. Un número lejano al 6% oficial.
Pero en este ejercicio todavía falta sumar a quienes no trabajan ni salen a buscar trabajo. La tasa de actividad que estima el Indec es un indicador que muestra qué proporción de la población total está en el mercado laboral, ya sea con una ocupación o buscando tener una.
A fines de 2022 la tasa de actividad fue de 47,6% a nivel nacional, pero solo de 36,9% en Formosa. La diferencia implica que casi el 11% de la población de la provincia en edad de trabajar ya no lo hace ni busca hacerlo.
Recapitulando. La tasa oficial de desocupación es de 6%. Pero, si sumamos el empleo público creado en la última década salta al 10%, y si también agregamos los planes sociales, se va a 16%. Y si también consideramos a la población en edad de trabajar que no trabaja ni busca hacerlo (unas 500.000 personas en el país), el desempleo neto de clientelismo político salta a 18%.
Según la estimación oficial, poco más de un millón de personas están desempleadas. Pero el ejercicio permite advertir que hay tres millones de personas que se sumaron al empleo público y a los planes sociales o que, simplemente, ya no hacen nada. Si consideramos a todos esos grupos, son 4 millones las personas desocupadas o, al menos, con un problema real de empleo.
En definitiva, el desempleo baja, pese a la falta de crecimiento económico, porque la política se dedicó a esconder la falta de nuevos empleos genuinos, aumentando los puestos del sector público y los planes sociales, las dos estrellas del clientelismo político las últimas dos décadas.
El nuevo escenario del mercado de trabajo no es otra cosa que el resultado de la prédica oficial de las últimas dos décadas. La Argentina pasó, sin escalas, de “la cultura del trabajo” a “la cultura de la dádiva”, cambiando empleo por planes y salarios por subsidios.