Explosiva, como su protagonista. Así fue la irrupción de Javier Milei en la elección de ayer. Un torbellino que hizo girar por completo el tablero político argentino y que lo dejó en estado de conmoción violenta.
El líder libertario no solo logró ser el candidato individualmente más votado sino que además llevó a La Libertad Avanza a ser la fuerza política con mayor nivel de adhesión, superando a las dos grandes coaliciones que dominaron la escena desde 2015, Unión por la Patria (exFrente de Todos) y Juntos por el Cambio.
Sin duda se trató de la expresión más nítida del nivel de bronca acumulada por sectores mayoritarios de la sociedad, producto de la crisis económica, de la pandemia y del enojo con la dirigencia política en su conjunto.
Y ese fue el corazón del discurso de Milei a lo largo de toda su campaña: denostar a la “casta” política y plantearse como el auténtico cambio frente a todos los que gobernaron hasta ahora. En un momento de profunda decepción social, ese mensaje parece haber calado muy profundamente.
Sin duda, fue su mensaje disruptivo lo que cautivó a sus votantes, más allá de sus ideas económicas ultraliberales, que incluye una total retracción del rol del Estado y la liberalización de todas las restricciones económicas, que incluyen hasta la idea de “detonar el Banco Central” y “dolarizar” por completo la economía.
La performance de Milei fue sorpresiva porque en ninguna encuesta aparecía en una situación de liderazgo. Es más: en los últimos dos meses había retrocedido en las mediciones después de tocar su techo en mayo. Parecía que había cedido la marea en su favor, sobre todo apalancada en un voto juvenil muy desencantado con la política tradicional.
De todos modos, ni siquiera en su mejor momento las encuestas le dieron los guarismos que se conocieron hoy al abrir las urnas. Nunca habían anticipado que podría estar ganando en varias provincias. Fue una oleada silenciosa de bronca que fue madurando por fuera del radar de las encuestas, pero también de las dirigencia en su conjunto.
Hoy solo había estupor en el bunker de Unión por la Patria, castigado por su flojo desempeño como gobierno y en la administración de la economía, como en el de Juntos por el Cambio, que recibió un duro castigo producto de sus disputas internas. Les pasó lo peor que les podía ocurrir: que las gente los identificara como parte de lo viejo y que girara hacia lo desconocido, pero nuevo.
Antes de las elecciones había dos dudas centrales sobre las dificultades que enfrentaría Milei en las elecciones de hoy. Una de ella estaba signada por su floja performance en las elecciones provinciales, donde se notó que carecía de una estructura nacional.
Quedó envuelto en varias polémicas por supuestas candidaturas compradas, y en varios distritos terminó desconociendo a quienes se presentaban en su nombre. Incluso en las pocas provincias en las que reconoció a un representante oficial, le fue muy mal, como el caso de Martín Menem en La Rioja, y de Ricardo Bussi, en Tucumán.
Hoy confirmó que se trata de un fenómeno absolutamente individual. Y un dato de hoy mismo lo refrenda: su candidato en la ciudad, Ramiro Marra, solo por ir en una elección con un sistema de votación distinto, no pudo capitalizar la ola de Milei y solo obtuvo el 13 por ciento de los sufragios.
El segundo problema que emergía en la previa, derivada también de su falta de estructura nacional, era la fiscalización, el desafío de transformar en votos reales lo que las encuestas le estaban asignando. En base a los números vistos, no fue un inconveniente en absoluto y le alcanzó con el reclutamiento artesanal que logró hacer La Libertad Avanza.
El voto de Milei originalmente parecía haberse nutrido del corrimiento de exadherentes de Juntos por el Cambio, especialmente el sector más de derecha, que quedó huérfano tras el desencanto que generó Mauricio Macri en la Presidencia.
Eso quedó expresado en la elección parlamentaria de 2021, cuando como candidato a diputado cosechó el 13 % de los votos en la ciudad de Buenos Aires, en su debut como político. Dejaba atrás un recorrido como economista, asesor de empresas y figura mediática, que sorprendía por la frontalidad de sus planteos y por su estilo aluvional.
Sin embargo, su figura se consolidó muy rápidamente a nivel nacional a partir de entonces, transformándolo en un personaje atractivo en todo el país, para los que compartían sus ideas y para los que la rechazaban. Así derechizó la agenda pública e instaló debates troncales, como el tema de la dolarización de la economía, que es rechazada por el resto de las fuerzas políticas.
En ese proceso también empezó a generar respaldos en sectores más humildes, tradicionalmente identificados con el peronismo. Tal como ocurrió en la ciudad de Buenos Aires, en el conurbano bonaerense y en el interior del país su figura empezó a generar un atractivo. Logró una nacionalización de su imagen como no había ocurrido con otro dirigente hasta ahora.
A partir de ahora Milei tendrá el enorme desafío de conservar e incrementar su caudal de votos hacia las elecciones generales del 22 de octubre. Demostró un altísimo nivel de competitividad, pero requerirá conservar o aumentar su caudal para instalarse en una instancia de ballotage.