Muchos productores y técnicos andan con barrenos por los lotes midiendo el agua disponible para la siembra de trigo. Un asesor santafesino observa que, hasta ahora, hay un sándwich en el suelo, con 20-30 centímetros de humedad superficial y luego una capa seca hasta que aparece la napa, que está profunda, a 2-2,5 metros. Con esa recarga sería muy peligroso implantar trigo. “Estamos a fines de abril y quedan pocos días antes de entrar al invierno, una estación en la que llueve poco. Si no se tienen 100 centímetros de humedad en el perfil, no se debería sembrar trigo o habría que implantar lo mínimo indispensable en los lotes que muestren las mejores condiciones”, aconseja.
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El consultor Julio Lieutier, de la zona núcleo, coincide con esa prevención: en pocos días habrá que medir la del agua útil y tomar la decisión de implantar trigo o seguir de largo para maíz. “Hay que tener en cuenta que si se arranca con poca agua a la siembra y en el invierno no llueve, aumenta la variabilidad de los rendimientos o pueden cosecharse 25-30qq/ha, un rendimiento que no aporta flujo de fondos importante al sistema.
En las zonas donde se cuente con suficiente humedad por próximas lluvias, Lieutier recomienda sembrar variedades de ciclo largo hasta mediados de junio, tras lo cual se debería pasar a las de ciclo intermedio o corto. En cambio, si no lloviera bien en mayo y junio, la fecha límite para el trigo en el norte de Buenos Aires sería mediados de julio para evitar la floración del trigo en noviembre y el retraso de la siembra de soja de segunda.
Con respecto a la nutrición, en campañas con humedad dudosa como el actual, Lieutier aconseja fraccionar la aplicación del fertilizante nitrogenado. Se podría aplicar el 70% de la dosis a la siembra y luego ver cómo vienen las lluvias para agregar el resto. Para fósforo y azufre, en esa zona se fertiliza pensando en el doble cultivo trigo/soja. No habría que omitir estos nutrientes porque aportan seguridad a la respuesta de nitrógeno.
El profesional nota que hay interés en la siembra de trigo porque genera ingresos a fin de año, que permitirán tomar menos deuda para implantar los granos gruesos, luego de la enorme pérdida de capital de trabajo de los agricultores por la sequía.