En una encuesta de mayo de 2022, desarrollada por el IBM Institute of Business Value y Oxford Economics a 3000 CEO de 43 países y 28 industrias, el 50% de los CEO en América Latina, mencionó a la sostenibilidad como una prioridad para sus organizaciones en los próximos dos a tres años, frente al 37% en 2021. También, el mismo 50%, citó a la sostenibilidad entre sus mayores desafíos, frente al 36% en 2021, por encima de la regulación y el riesgo cibernético y cambios en el mercado. El mismo estudio desagrega lo que ocurre en nuestro país. Aunque el 60% de los CEO argentinos informan que están implementando algunas acciones y funciones de su estrategia de sostenibilidad, menos del 16% señala que está implementando su estrategia de sostenibilidad en toda su organización. Más de la mitad cree que los desafíos se centran en que los beneficios económicos son poco claros y que falta información para tomar decisiones y sólo tres de cada diez dijeron que creen que cuentan con el talento para ejecutar su estrategia de sostenibilidad.
El concepto de sustentabilidad ha evolucionado desde la década del ‘80 cuando nació, entendido como “el desarrollo que satisface las necesidades presentes sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones de satisfacer la propias”. En el año 2000, la ONU elaboró los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) con el fin de erradicar la pobreza extrema y promover el desarrollo sostenible en todo el mundo para 2015. Luego, los ODM fueron reemplazados por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que establecen un conjunto más amplio y ambicioso de objetivos. Esto dio origen a la Agenda 2030. Hoy hablamos de sostenibilidad, donde no solo se intenta mantener o cuidar lo que se tiene, sino de crear y recrear de manera más sana con las personas y el planeta. En 2020, se elaboró el Manifiesto de Davos, que puso en el centro de la conversación qué tipo de empresa está en la expectativa de la sociedad y de los inversores. Por ejemplo, Larry Fink, fundador y CEO de BlackRock, anunció que desde el año 2020, sus ejecutivos incorporaron un nuevo criterio de inversión, centrado en la selección de empresas que también sirven a un propósito social.
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“Por el año 2000, en la era de la RSE (responsabilidad social empresaria) no siempre se hacía la conexión con lo que generaba la cadena de valor y los procesos productivos o el post consumo. Para 2010 se comenzó a integrar los esfuerzos de sustentabilidad con los impactos que genera el negocio. En 2023 se ve una consolidación de este abordaje que incluye la participación y la consulta a los públicos de interés con modelos más innovadores, abordajes de economía circular y quienes están más a la vanguardia la regeneración social y ambiental”, describe Guillermo Schulmeier, cofundador y director de Emprendia, primera empresa B certificada de la Argentina. Vanesa Vázquez, gerenta de Crecimiento Inclusivo y Sustentabilidad de Cervecería y Maltería Quilmes explica que hoy se trabaja en un crecimiento inclusivo o regenerativo. “Tenemos que regenerar para restaurar la biodiversidad, transformar la matriz energética e impulsar prácticas de agricultura regenerativa, acelerar la descarbonización de la cadena de valor que impulsa el desarrollo local, la innovación y nuevos empleos”, define.
Para Celeste Ibañez, Head de Banca Responsable/ESG & Gobierno Interno de Santander, todo lo que se atribuya a criterios ESG (gobernanza, ambiente y sociedad), tarde o temprano, será transversal a las empresas. “Un paso importante será lograr una visión de largo plazo que contemple esfuerzos conjuntos para que la ventana de oportunidades sea mayor.”, dice. En el banco tienen ocho sucursales de integración social (SIS) en barrios populares. Antes de esto, una persona en esos barrios tenía que caminar entre 5 y 7 kilómetros para poder cobrar una ayuda social, o consultar por un microcrédito para empezar un emprendimiento”.
Evolución
Aunque los avances en sostenibilidad se presentan como inevitables, según un estudio del International Institute for Management Development aún el 76 % de las compañías considera que las políticas de sostenibilidad son una formalidad normativa o un beneficio reputacional antes que una ventaja competitiva. Pero también, de acuerdo con una investigación de McKinsey, el 83 % de los ejecutivos de alto nivel creen que los programas ESG generarán más valor para los accionistas dentro de cinco años que en la actualidad.
“Con la sustentabilidad pasa lo que pasa con muchos conceptos que en el uso van perdiendo su significado original y cada uno lo adapta a su propia necesidad y esto implica un riesgo importante. Cuando la nombramos como un aspecto de la organización, estamos parados en un paradigma viejo compensatorio, de control de daños. Hoy entramos en un paradigma generativo de impacto positivo, una nueva economía donde el crecimiento de una empresa sea bueno para la sociedad y el planeta”, describe Gabriela Korovsky, experta en sustentabilidad y cofundadora de Urban Grupo de Comunicación.
“Acompañamos a empresas en la transformación desde el diseño del propósito y la estrategia y creación de narrativas honestas que eviten el greenwashing”, dice. Cecilia Peluso, co-presidente de Sistema B Argentina, ONG que acompaña a pymes y grandes corporaciones en su camino hacia el desarrollo sostenible, asegura que las empresas que gestionan con una mirada de derechos humanos y de desempeño ambiental y social, están mejor preparadas para enfrentar entornos volátiles y complejos. “La regeneración implica la consideración de múltiples dimensiones, incluyendo no sólo el medio ambiente, la economía y la sociedad, sino también la cultura, la ética y los valores. Hablamos de sistemas que no sólo sean sostenibles, sino que sean capaces de restaurar y regenerar los recursos naturales y sociales que han sido dañados”, describe la ejecutiva que además es CEO de Limpiolux.
Para Carla Buendía, Líder de Responsabilidad Social de IBM Suramérica Hispana, la clave es que haya inversiones y estrategias bien definidas. De acuerdo con un estudio de IDC, el gasto en ESG en las empresas mundialmente crecerá hasta los US$158.000 millones en 2025, una tasa de crecimiento anual compuesta en cinco años del 32%. IBM publicó su primera política corporativa sobre responsabilidad medioambiental en 1971. Hoy su estrategia consta de tres pilares: impacto ambiental, equitativo y ético. “Por ejemplo, vinculamos la compensación y los bonos de los altos ejecutivos con el logro de objetivos de diversidad e inclusión”, describe.
Nuevo impacto
Pero ¿qué mueve a una cultura corporativa a abrazar un desarrollo sostenible? La oportunidad, el propósito y los incentivos. De acuerdo con McKinsey, los incentivos financieros específicos son una de las herramientas más efectivas disponibles para que los ejecutivos motiven a los empleados en sus esfuerzos de transformación. Sin embargo, estos, junto con un programa bien elaborado de incentivos no financieros, pueden crear un mayor nivel de entusiasmo en toda la organización y potenciar los esfuerzos.
“Desde 2011, el puntaje de nuestra estrategia de sustentabilidad está incluido en la compensación variable de las funciones globales y los líderes de la compañía. Desde 2019, el peso de los criterios de sustentabilidad ha aumentado del 6 % al 20 % en la parte colectiva del incentivo anual a corto plazo, lo que destaca aún más la importancia de la sostenibilidad en la agenda de Schneider Electric”, describe Sofía Yrigoyen, líder de desarrollo sustentable de la empresa de optimización eléctrica. ¿Un ejemplo? En 2022, el desempeño de sustentabilidad impactó en los planes de incentivos a corto plazo de 64.000 empleados (20% de participación colectiva), incluidos los miembros del comité ejecutivo y el gerente general. La compañía francesa tiene definidos 25 “Esenciales de sustentabilidad” que mide y monitorea a nivel empresa y dependiendo el rol de cada empleado en lo que engloba: acciones relativas al clima, cuidado de recursos, confianza, equidad, impacto local y reentrenamiento de habilidades, entre otras.
Empresas pioneras
Dentro de las empresas pioneras en un enfoque sustentable 360 grados están Natura y Patagonia. “Sustentabilidad no es sólo un área, es una forma de gestionar transversal al negocio, con un plan e indicadores robustos para movilizar la agenda. Todas nuestras estrategias e iniciativas se ven atravesadas por ella”, explica Paola Nimo, gerenta de Sustentabilidad de Natura Argentina. Por eso, la empresa piensa las acciones y productos como vehiculizadores de las demandas actuales. “Deben aportar valor y soluciones para las personas y el planeta. En el caso de Natura, tienen desde hace más de 20 años un desarrollo de compras y de conservación del bioma que está presente en 9 países”, agrega la ejecutiva.
Para Agustín Fox, country manager de Patagonia, llegó la hora de ponernos creativos: “El desafío más importante es cambiar el modo de pensar y animarse a innovar. Y esto es muy concreto, por ejemplo, cuando uno hace un producto, al pensar en la materia prima y en la cadena de producción, cualquier equipo piensa en costos y calidad y no en el ciclo de vida del producto, el impacto del post consumo, el descarte y la circularidad en la cadena de valor. Es clave pensarlo desde el diseño. Muchas veces no hay materiales provenientes de fuentes limpias. En esos casos hay que animarse e innovar. Nosotros lo hicimos con nuestros trajes de agua que eran de neoprene y desarrollamos el yulex, su reemplazo de fuente vegetal”, cuenta.
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María Constanza Ferrer, gerente de Sustentabilidad de Telecom, explica que trabajan con proveedores que cumplen con estándares ambientales, sociales y de gobernanza en su cadena de valor, incrementando las exigencias contractuales para fomentar la evolución hacia la sustentabilidad en sus estrategias de negocio y también en sus procesos internos. Telecom despliega programas de promoción del uso responsable y positivo de la tecnología y programas que favorecen la educación y la empleabilidad.
Hacia 2030 y más allá
Ser sostenible hoy es negocio. Según un estudio de BlackRock, el 81 % de una selección representativa de empresas orientadas a un propósito con mejores perfiles ESG, superaron a sus contrapartes en 2020, a pesar de la recesión del mercado. “El hecho es que hoy, la integración de la sustentabilidad a la estrategia corporativa es más que una herramienta de conformidad. Se trata de una palanca estratégica que impulsa oportunidades de crecimiento y mejora el rendimiento”, agrega Yrigoyen de Schneider Electric.
“La gestión ESG se tiene que amoldar a cada compañía para incorporarla a su diaria y encontrar cambios y soluciones ad hoc”, sostiene Vázquez de Quilmes. De la mano de esto viene el desafío de la articulación tanto interna como con todo el ecosistema externo. “El trabajo colaborativo es clave, pero necesita de orden y foco, multidisciplinariedad y diversidad de actores que trabajen con agilidad y una mentalidad de apertura al cambio para tomar decisiones inteligentes”. Quilmes tiene como marco el compromiso de carbono neutralidad a 2040 para toda la cadena de valor. Acaban de lanzar la cebada Gauchada, su primer producto social, proveniente de agricultura regenerativa. Todos sus ingresos se usan en financiar actividades que generan valor a largo plazo para las organizaciones de la sociedad civil.
Hoy existen estándares internacionales como la Evaluación de Impacto B o la Global Reporting Initiative (GRI) que permiten medir y gestionar el desempeño económico, social y ambiental. La evaluación de impacto B se encuentra disponible de manera gratuita y online para que las empresas puedan usarla como herramienta, aunque decidan o no certificarse. Ser sostenible se convierte en una necesidad para hacer negocios que representa una oportunidad para llevar al frente la agenda en Argentina y generar una economía más limpia, eficiente y resiliente.