La inflación en Uruguay baja más rápido de lo previsto y ya está en el menor nivel en casi 20 años

MONTEVIDEO.- El Índice de Precios del Consumo (IPC) subió 0,17% en agosto, según informó ayer el Instituto Nacional de Estadística (INE) de Uruguay. Esta es la menor suba del IPC para un mes de agosto en 22 años (en agosto de 2001 hubo caída del IPC de 0,28%).

En los últimos 12 meses, la inflación bajó de 4,79% (cerrada a julio) a 4,11% (cerrada a agosto). Este es el menor nivel para 12 meses, desde septiembre de 2005 cuando cerrada a ese mes se ubicó en 3,95%.

La suba de precios en la medición 12 meses volvió a ubicarse dentro de la meta del Banco Central (BCU) -de entre 3% y 6%- por tercer mes consecutivo.

En ocho meses de 2023, la inflación acumulada es de 3,58%. Este es el menor registro para el período enero-agosto desde 2001 cuando el IPC subía 2,61%.

¿Qué está detrás de este proceso desinflacionario que vive Uruguay (hasta el 4,11% actual), teniendo en cuenta que en los 12 meses cerrados a septiembre de 2022 estaba en 9,95%?

“Nuestros modelos estimaban que la inflación iba a bajar en estos meses (y que probablemente alcance un piso en septiembre), pero el descenso de la inflación anual está siendo más rápido de lo previsto”, dijo a El País la socia de Exante, Florencia Carriquiry.

“Detrás de los registros de estos últimos meses hay distintos factores mes a mes, pero fundamentalmente podemos resumirlos en dos grandes: bajas fuertes de precios de frutas y verduras (que habían subido mucho a principios de año y están ahora desde mayo revirtiendo esas subas) y descenso de precios transables (aquellos que se comercian con el exterior), recogiendo la desinflación internacional y el descenso del tipo de cambio a nivel local”, explicó.

Para el socio de Vixion Consultores, Aldo Lema “la moderación inflacionaria ha sido consecuencia de un conjunto de factores, que incluyen la restricción monetaria, local e internacional, con la consiguiente caída de precios externos y desaceleración de la actividad, en un contexto de apreciación del peso uruguayo. Es probable además se haya observado cierta compresión en márgenes de comercialización”.

Lema dijo a El País que “quizás la única variable que no ha sido desinflacionaria hasta ahora, ha sido el comportamiento de los salarios, aunque no ha afectado (todavía) la evolución de la ocupación”.

“Ha sido una desinflación con bajo sacrificio en términos de empleo”, agregó.

El economista de CPA Ferrere, Giuliano Cantisani señaló a El País que “el dato de agosto fue menor a lo esperado” por “una caída mayor a la esperada en el precio de las frutas y verduras, las cuales luego de haber subido fuertemente a principios de año a causa de la sequía, acumulan ya cuatro meses consecutivos de caídas”.

“No obstante, estas permanecen ‘caras’ si se las compara con el promedio histórico en términos reales, por lo que es esperable que continúen cayendo en los próximos meses en la medida de que la situación hídrica se ha normalizado”, añadió.

Según Cantisani, “atribuir causalidades directas siempre es difícil en economía, más aún en procesos que están ocurriendo en el momento. No obstante, es claro que la política monetaria contractiva está teniendo un efecto, principalmente a través del canal expectativas y tipo de cambio”.

En lo que respecta al factor que juega el dólar, “la inflación de los bienes transables que se ve más afectada por el tipo de cambio, se ubica en niveles históricamente bajos (1,2% interanual en agosto)”.

En una línea similar, Carriquiry dijo que “es siempre difícil saber con precisión” cuánto de esta moderación de los precios se debe al trabajo de la política monetaria, “pero tiene su incidencia”.

“De hecho, uno de los canales por los que opera la política monetaria en Uruguay es vía tipo de cambio, que está siendo clave en la fuerte desinflación de los últimos meses (sobre todo a nivel del componente transable)” y “con inflaciones incluso negativas en rubros claves como la carne”, añadió.

Es que el BCU, cuando la inflación se aceleró en 2022, llevó la tasa de interés de referencia en pesos a 11,5%. De esa forma, quita presiones al alza de los precios por el lado de la demanda, favoreciendo el ahorro en detrimento del consumo. A su vez, una tasa alta en términos reales, favorece la inversión en pesos en detrimento del dólar, presionando a la baja al valor de la moneda estadounidense.

¿Qué puede pasar hacia adelante? Para Lema “cabe esperar cierto rebote de la inflación sobre todo por precios de volátiles, pero con los indicadores subyacentes relativamente contenidos”

“La inflación podría cerrar 2023 en torno a 4,5%, muy por debajo de las expectativas hace un año”, agregó.

Carriquiry ve “probable que septiembre sea nuevamente un mes de descenso de la inflación anual (que podría irse abajo del 4%). En los últimos meses del año, nuestros modelos tienden a proyectar una moderada suba, aunque cerrando en el eje del 5%-5,5% a fin de año (es decir, dentro de la meta)”.

“Para el resto del año lo esperable es que la inflación se mantenga cómodamente dentro del rango meta (3%-6%), aunque tendría un leve repunte sobre finales de año”, coincidió Cantisani.

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