Con lenguaje claro y directo, los obispos transmitieron su preocupación por “el sufrimiento y el desencanto del pueblo” y reclamaron coherencia y austeridad a la actividad política.
En las puertas de la campaña electoral y a 40 años de la recuperación de la democracia, la asamblea plenaria del Episcopado aprobó una declaración, con claras referencias a la crisis económica, política y social. Hablan de las promesas incumplidas, el miedo a salir a la calle por la inseguridad y la violencia, y la necesidad de salir de la grieta y tener la capacidad de “conversar y ponerse la patria al hombro”.
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El severo pronunciamiento de la Iglesia se conoce en momentos en que los actores políticos se enfrentan en disputas internas para definir los roles que ocuparán en las listas de candidatos, con vistas a las elecciones PASO del 13 de agosto, en un contexto económico y social recalentado por el alza del dólar y la profundización de la crisis. La última medición del Observatorio de la Deuda Social Argentina arrojó que la pobreza, medida por ingresos, asciende al 43,1% de la población (más de 18 millones de personas).
“De ésta, no zafa nadie”, alerta el mensaje que firman los obispos, encabezados por el presidente del Episcopado, monseñor Oscar Ojea. La contundencia del documento se combina con un lenguaje alejado de formalismos y que adopta expresiones y citas del papa Francisco.
Entre tantas tareas pendientes, los obispos llaman a atender con urgencia el grave problema de la inseguridad y la crisis de la educación. “Volvemos a olvidar que la mejor política de seguridad es la educación”, afirman, al transmitir que a la Iglesia le “duele en el alma la deserción de los chicos del colegio, las aulas reemplazadas por una esquina o un rincón peligroso a la vista de madres impotentes”.
“Día tras día vemos un pueblo que sufre. Pesa el agobio del desencanto, las promesas incumplidas, los sueños rotos. Pesa también la falta de un horizonte claro para nuestros hijos. Angustia sentir que es cada vez más difícil poner el pan en la mesa, cuidar la salud, imaginar un futuro para los jóvenes”, comienza el documento, al describir un escenario inquietante.
Y amplían el diagnóstico: “Se suman el miedo a salir a la calle, la violencia y la agresión generalizada. Se hace sentir cada vez más la pérdida de los valores que sostenían la vida familiar y social”.
Los obispos explican que transcriben en el texto “el lamento y las lágrimas de la gente que nos encontramos en nuestros pueblos y barrios” y, en una interpelación a la dirigencia del país, preguntan en voz alta: “¿Qué hicimos de nuestra patria?”, al advertir que, a 40 años de la recuperación de la democracia, se desaprovecharon “las posibilidades de construir una Argentina pujante y feliz”.
Afirman, de todos modos, que “la bronca y el cansancio no son buenos consejeros” e invitan “con fervor a seguir confiando en el camino democrático con la esperanza de que estamos a tiempo”.
“Propuestas concretas y realistas”
Ante ese escenario, el Episcopado pide “a quienes poseen mayores responsabilidades que tengan la grandeza de pensar en el sufrimiento de muchos, más que en los intereses mezquinos”.
“La gente necesita recibir propuestas concretas y realistas más que soluciones tan seductoras como inconsistentes. También espera que se sienten a escucharse y a discutir con respeto hasta encontrar puntos en común”, advierte la Iglesia en el documento. Y llama a transitar “hacia un proyecto estratégico de desarrollo, que abra un horizonte de esperanza, dignidad, paz social, trabajo y prosperidad, privilegiando a los tirados al borde del camino.
El llamado episcopal se presenta como el último pronunciamiento antes de las PASO. Pero, más allá del calendario electoral, se espera que haya otras instancias para seguir de cerca en la Iglesia el pulso del termómetro político y social. La próxima fecha patria del 25 de Mayo, por ejemplo, se espera que el presidente Alberto Fernández, concurra con sus ministros al Tedeum que oficiarla el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Poli, en la Catedral metropolitana. También en breve podría conocerse el nombre elegido por Francisco para suceder a Poli, quien ya presentó su renuncia por razones de edad.
Los obispos se basan en la encíclica Fratelli tutti, de Francisco, para sentirse “parte activa en la rehabilitación y auxilio de las sociedades heridas” y reclamar actitudes de austeridad a los dirigentes políticos.
En ese sentido, exhortan a “cultivar los grandes valores de la honestidad, la laboriosidad, el respeto, el cuidado de la vida, la bondad, el servicio, la justicia. Sin ellos no habrá políticas ni proyectos que nos saquen del pozo. También la actividad política debería estar cimentada en una vida austera y coherente”.
“Nosotros como creyentes también proponemos un camino desde la fe. El Dios que nos dio la vida y nos quiere tanto puede darnos la fuerza para no bajar los brazos y seguir luchando. Porque si no actuamos hoy, dejaremos de ser protagonistas para convertirnos en espectadores fracasados”, concluyen en el documento.