En diciembre pasado, tras los intensos festejos en Buenos Aires, por la consagración en el Mundial de Qatar, Lionel Messi llegó a su ciudad natal, Rosario, en medio de un operativo secreto. Delante de una robusta vegetación y con una decena de hinchas que lo aguardaban en tierra, el astro aterrizó a bordo de un helicóptero en el lugar donde tiene su casa. Las imágenes que dieron la vuelta al mundo en las últimas horas fueron tomadas en el Kentucky Club de Campo, un lugar paradisíaco que hasta hace unos años era en realidad un campo agrícola-ganadero.
“En Kentucky Club de Campo había principalmente agricultura: se sembraba soja, pastura y ganadería”, contó a LA NACION Juan Félix Rossetti, el presidente de Rossetti SA, una empresa fundada en 1963 que desarrolló el proyecto inmobiliario en Funes, en las afueras de Rosario, a un costado de la ruta provincial 34.
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Antes de 1997, en ese campo, que en total tiene 240 hectáreas, se hacía producción agrícola-ganadera. “En total, Kentucky Club de Campo tiene 700 lotes, los lotes son grandes, y la gente que vive acá es bastante tranquila. No hay mucha interacción. Nadie se entera de que estás, porque estamos muy alejados de las urbes”, señaló el empresario.
“Bienvenido Lio al Kentucky Club de Campo. Que hayas elegido lo que se inició como un sueño loco es una gratificación inmensa que siento”, escribió en Twitter Rossetti en referencia al proyecto familiar donde el futbolista decidió apostar a la casa de sus sueños. “El country está totalmente desarrollado, pero yo soy productor agropecuario y ganadero. Soy socio de la Sociedad Rural Argentina (SRA); me dedico a la producción agropecuaria e inmobiliaria”, explicó.
Anteriormente, contó, en ese campo donde hoy está la casa del capitán de la selección argentina que viene de ganar la Copa del Mundo funcionaba “el Haras Kentucky”. Por ese motivo el country tomó ese nombre. “Hemos hecho este y otros emprendimientos en barrios cerrados y parques industriales. Al margen de nuestra actividad agropecuaria hacemos desarrollos inmobiliarios en otras partes”, explicó.
Ayer, tras los festejos de la selección argentina en el AMBA, en el barrio se dispuso de un gran operativo para recibir al capitán en su casa ubicada en ese barrio cerrado. “Ya se sabía a qué hora iban a venir, la policía de Santa Fe montó un operativo sabiendo a qué hora venía. Junto con [Ángel] Di Maria abordó el helicóptero que facilitó la provincia. Nosotros facilitamos el club de golf para que él aterrice”, contó y explicó que antes de aterrizar en el campo gente del gobierno local se acercó hasta la zona para supervisar el lugar.
“Aterrizó en un lugar específico de la cancha de golf del country; se montó un operativo de vallado para que la gente no se acerque al helicóptero. [Messi] se saludó con Kily González, el exRosario Central, que es muy conocido de ellos. Antonela [Roccuzzo] fue con el auto a buscarlo y Messi con la humildad que lo caracteriza se saludó con la gente y se sacó selfies con todos. Estaba bastante bronceado por el trayecto que hicieron en Buenos Aires”, contextualizó Rossetti.
Ahora, dijo, en el country se hacen cargo de la seguridad y tranquilidad del capitán para que pueda descansar: “Trataremos de que se cumpla lo que él había pedido”.
En el barrio solo pueden ingresar los propietarios, y desde que se conoció que el también futbolista del Paris Saint-Germain (PSG) iba a quedarse unos días con su familia en su casa trataron de manejarse con mucha reserva. “Nadie sabía cuándo ni cómo ingresaba, pero la gente se fue informando por las noticias. El operativo tuvo una gran reserva. Se intentó que no viniera gente de afuera, habrá habido unas 50 o 60 personas, que es gente que sale a ver”, narró.
Otros años, cuando Messi llegaba a su casa a pasar las fiestas o descansar la gente se enteraba de su presencia varios días después de que llegara. “En este caso fue distinto, porque todos sabían que entraba por los medios. No teníamos el efecto sorpresa de las otras veces. Anteriormente, en cierres de temporadas, cuando venía era tranquilito, no había una situación como esta que tenía una cámara pendiente, nadie se enteraba hasta los tres o cuatro días de que estaba adentro, en su casa”, resumió.