La fuerza de lo débil: una de las teorías más exitosas de las ciencias sociales cumple 50 años

El primer ensayo comenzó a circular en 1969 y fue rechazado por las revistas académicas especializadas, debido a su título confuso: La alienación reconsiderada: la fuerza de los vínculos débiles. Recién en 1973, cuando el sociólogo de Stanford Mark Granovetter preparaba su tesis doctoral, la investigación fue aceptada por el principal journal de sociología estadounidense, esta vez con un título más simple: La fuerza de los vínculos débiles.

La tesis de Granovetter, por entonces novedosa y que hoy forma parte del sentido común, era que en materia de carrera laboral las oportunidades más valiosas suelen llegarnos a través de “conocidos” y de relaciones en la periferia de nuestras vidas, y no tanto gracias a mejores amigos, familiares o relaciones “fuertes”. La investigación del académico de Stanford partió de una muestra de 282 adultos entrevistados, pero rápidamente la idea estalló y fue corroborada y ampliada en los años siguientes por miles de estudios de su propia disciplina, de la psicología, la antropología, la economía y hasta de la física y la matemática de los sistemas complejos.

Probablemente se trate de una de las teorías del campo de las ciencias sociales más exitosas de todos los tiempos, cuya robustez va aumentando año tras año y que este año festeja sus bodas de oro. A lo largo de este período, la curva de citas al paper original se fue empinando: un 90% ocurrió en los últimos 20 años, con lo cual se probó la idea de que la revolución digital y las redes sociales intensificaron la fuerza de los vínculos débiles. La comprobación llegó del lado de la economía: Erik Brynjofsson, hoy un referente de la economía de la innovación, lideró un equipo de investigadores de Stanford, el MIT y Harvard que relevó una muestra gigante, de 20 millones de usuarios de LinkedIn, durante cinco años, y que llegó a la conclusión de que la teoría de los “lazos débiles” seguía más vigente que nunca. Y es más: estos vínculos son todavía más determinantes en la generación de nuevas oportunidades cuanto más digital es la profesión analizada.

Además de impactar en el terreno de los recursos humanos, la idea seminal de Granovetter caló hondo en otros campos de la economía, como el de los estudios sobre desigualdad. Por ejemplo, en 2020, el economista Matthew Jackson la utilizó para su libro The Human Network (La red humana, aún no traducido), cuya bajada es: “Cómo tu posición social determina tu poder, creencias y comportamiento”. Jackson argumenta en su libro que nuestra red de contactos es tan fundamental que moldea nuestro destino.

Simpleza y pasión

Pero fue en al campo de los “sistemas complejos” donde la teoría de Granovetter tuvo sus rebotes más inesperados, con su interacción con físicos y académicos de las ciencias de la computación, particularmente gracias a las citas entusiastas de Duncan Watts (el divulgador de la famosa idea de los “seis grados de separación”) y de Steven Strogatz, matemático y autor de varios best sellers sobre complejidad.

“Desde la perspectiva de la complejidad, lo importante es entender que todo lo relevante está puesto en las relaciones e interacciones, porque eso define la conformación de un sistema, que no es la suma de sus partes sino mucho más que eso”, explica a la nacion la especialista en complejidad Azucena Gorbarán.

La socióloga, psicóloga y directora de la consultora AMG remarca que en estas redes de personas las relaciones fuertes hacen que sea más densa la red, “pero hay más interdependencia y, por lo tanto, mayor probabilidad de conflicto”. Por ejemplo, tal vez no recomendemos a un amigo íntimo o un familiar para un puesto de trabajo por el riesgo a quedar mal o a pelearnos en el futuro.

“Las conexiones débiles –continúa Gorbarán– mantienen el sistema y favorecen la dinámica de feedback, que es la que genera la riqueza. Así se llega a los ‘tipping points’, cuando el sistema entra en un momento de rompimiento, y es entonces cuando se pueden explorar múltiples posibilidades hacia un ciclo nuevo”.

Para Gorbarán, las relaciones fuertes ofrecen menos variabilidad, y si uno se alimenta solo de ellas se favorece la replicación y menos la innovación. Los vínculos débiles permiten explorar los bordes, la frontera. “Cuando vemos empresas en momentos de cambio fuerte, las invitamos a que vayan a conocer lugares de la organización con los que tienen menos contacto, a sus confines, porque suele haber ecosistemas muy ricos y amplios, pero desconectados”, agrega.

Tampoco hay que subestimar la potencia de las relaciones débiles, porque como los sistemas complejos no son lineales, un estímulo pequeño en un lugar clave puede generar una respuesta ampliada y de gran impacto. El famoso aleteo de una mariposa que provoca un huracán en las antípodas del planeta.

La denominada “ciencia de la complejidad” es una disciplina transversal que surgió a fines de los 70 (primero en física y matemática, luego en biología y ciencias sociales), que implica ver la realidad como una serie de nodos conectados entre sí. La sociedad, los mercados, el cuerpo humano: muchos campos de lo que nos rodea pueden representarse como sistemas complejos. No es un sinónimo de “complicados” (aunque a veces también lo son), sino de redes y distintas densidades de operaciones, como en los mapas de vínculos de Granovetter.

El mundo de hoy es más complejo que el de hace una década en varios órdenes de magnitud, por distintas tecnologías que relacionan todo (internet, blockchain y otras), con lo cual son más factibles los “cisnes negros” (eventos que a priori parecen altamente improbables y tienen un impacto sistémico: un verano con calor récord por cambio climático, el triunfo de candidatos inesperados en las elecciones, la pandemia). Como dice el futurólogo estadounidense Matt Clifford: “Se amplió la varianza de la realidad, el genio salió de la lámpara y ya no hay vuelta atrás”.

La teoría de los vínculos volvió a resurgir con fuerza durante la pandemia: las cuarentenas dinamitaron justamente este plano de amistades intermedias; nos quedamos con los muy cercanos (los familiares) o los de Zoom del trabajo con una buena parte de desconocidos. Pero esas relaciones que según Granovetter hacen la diferencia en nuevas oportunidades laborales sufrieron mucho en el período del Covid.

Granovetter tiene en la actualidad 80 años y vive en Nueva Jersey. En ocasión de los 50 años de su teoría le hicieron varios reportajes, en los que, entre otras cosas, dio consejos para ser exitoso como “influentual” (creador de ideas intelectuales influyentes, un término que trabaja la socióloga y columnista de la nacion Sonia Jalfin). Ponderó la importancia de un título corto y ganchero, y tratar de dejar de lado el vocabulario más sofisticado. Y recomendó a los jóvenes investigadores que se dediquen a los temas que realmente les fascinan: “Se hace mucho más dinero en el sector privado, así que si insisten en ser académicos, al menos disfrútenlo”.

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