SALAMANCA.- En pleno julio, mientras los centros de Barcelona y Madrid se hallan saturados de turistas, en Salamanca es posible caminar por algunas calles del casco viejo en silencio. Y no es que falten las atracciones culturales en esta histórica ciudad castellana, considerada patrimonio de la humanidad por la Unesco y sede de una de las universidades más antiguas de Europa. David Marcos, vocero de la asociación civil Salamanca-España Vaciada, encuentra una explicación: “Nos redujeron la frecuencia de trenes con Madrid. Y los que circulan van llenos. La falta de infraestructura de transporte nos hace perder turistas y oportunidades económicas”.
Salamanca-España Vaciada forma parte de la decena de candidaturas provinciales al Parlamento que ha presentado la Federación de Partidos de la España Vaciada para las elecciones del 23 de julio. La federación es el fruto de años de movilización social en varias regiones españolas poco pobladas, la mayoría del interior de la península, para protestar por la falta de inversión pública que ha provocado una progresiva pérdida de población desde hace décadas.
En concreto, sus boletas estarán presentes en seis provincias de Castilla y León, Asturias y las tres de Aragón. Hay algunos secciones, como la de La Rioja o Cuenca, que optaron por no presentar candidatura por la premura de las elecciones anticipadas, y también hay otras plataformas, como Jaén Merece Más o Por Ávila, que sí se presentarán con una visión y objetivos parecidos, pero que no están integradas en la Federación.
La publicación en 2016 del libro La España vacía, del periodista Sergio del Molino, que se convirtió en un best seller, sirvió de condensador de un malestar que existía desde mucho antes. “El libro sirvió para ponerle nombre al fenómeno, y el hecho de tener un título con gancho ayudó a que se convirtiera en un movimiento social muy potente. Se pasó de protestas locales por temas concretos a algo más amplio”, explica la periodista zamorana Cristina García Casado.
En ese tránsito, se sustituyó el adjetivo de “vacía” por “vaciada”, algo que no gusta a Del Molino porque le da un sesgo victimista. “El fenómeno del éxodo rural es más complejo de lo que da a entender ese cambio, que tiene unos fines políticos”, asevera el autor. También se muestra crítico del paso a la política institucional: “Se dilapidó un potencial y un trabajo de muchos años que había logrado situar en el debate político un tema antes ignorado. Cuando algo se convierte en partido político, pierde el prestigio moral que tenía porque, inevitablemente, caerá en la brega política. Además, eso provocó divisiones internas”.
En su libro, Del Molino explica que ha habido un proceso histórico de migración hacia Madrid y la costa, que concentran hoy más del 75% de la población, y que en el tránsito a la modernidad el campo se quedó atrás. De hecho, las provincias del interior tienen una densidad de población de unos 12 habitantes por km2, solo comparable en Europa a las de las regiones del norte de Finlandia o Suecia.
Por eso, la federación propone diversas medidas de reequilibrio electoral y un pacto de Estado frente a la despoblación. “La medida estrella es el Plan 100/30/30: 100 megas de internet en todo el territorio, que ningún municipio tenga más de 30 minutos de tiempo a los servicios básicos y no más de 30 km a una vía de alta capacidad. Luego, aquí pedimos otras cosas, como trato fiscal especial como ya tienen las islas Canarias”, comenta Marcos desde Salamanca, todo un ejemplo de despoblación: de los 360 pueblos de la provincia, solo 30 superan los 1000 habitantes.
Mucho antes de la publicación de La España vacía, en 1999, se creó una plataforma ciudadana en Aragón que protestaba por la falta de servicios en las zonas rurales y que captó la atención de los medios: ¡Teruel Existe! Dos décadas después, logró un hito: obtuvo un diputado con una lista ajena a los partidos tradicionales. Además, lo hizo siendo el partido más votado en Teruel, con un 26% de los sufragios. La otra plataforma que consiguió un éxito electoral es ¡Soria Ya!, que obtuvo tres representantes en las elecciones autonómicas en Castilla y León de 2022.
Estas dos plataformas históricas son las que gozan de mayores opciones de representación. “Nuestra organización en Salamanca se creó hace un año y medio, y somos conscientes de que es más difícil para nosotros entrar en el Parlamento. El objetivo es irnos implantando poco a poco”, reconoce Marcos. Según Del Molino, las listas de la “España vaciada” podrían hacerse con tres o cuatro diputados de los 350 del hemiciclo. Son pocos, pero podrían ser decisivos, como lo fue el de ¡Teruel Existe! para la investidura de Sánchez en 2019.
Según todas las encuestas, que dan como favorito al Partido Popular (PP) de Alberto Núñez Feijóo, las elecciones se podrían decidir por un puñado de diputados. Las opciones de reelección de Sánchez se ven lastradas por el malestar que siente una parte importante de la sociedad española. Y en ninguna otra parte este es más profundo que en las zonas rurales. La gran pregunta es quién canalizará ese enojo rural, si la España Vaciada, el PP o VOX. “Según los expertos, las elecciones se decidirán en las provincias que distribuyen pocos escaños, o sea, las de la España vaciada”, apunta García Casado.
Según Marcos, existe una sola línea roja en los pactos poselectorales: no apoyar un Ejecutivo con VOX. “La extrema derecha va contra la Constitución y los derechos fundamentales. Además, tiene un modelo opuesto para el campo, basado en las macrogranjas y en la apertura de minas que ponen en peligro nuestro modo de vida. No nos declaramos de derecha o de izquierda, y podemos pactar con el PP o el PSOE, pero con VOX nunca”, espeta. Si no logra la mayoría absoluta, a Feijóo no le será fácil articular una mayoría para su investidura.