La reunión por Zoom fue a las 9 de la mañana y duró una hora y media. Los funcionarios del Fondo Monetario Internacional (FMI) escuchaban atentamente a Javier Milei, el gran ganador de las primarias del domingo pasado. “Hablamos de muchos planes de dolarización”, contó uno de los integrantes de La Libertad Avanza que participó del encuentro. Y aunque se reaseguró que ese es un objetivo central de la fuerza, no hubo definición por ninguno de los programas que llegaron hasta Milei con nombre y el apellido, ni se pudo especificar el cómo ni el cuándo se implementará el cambio monetario. “Se va a dolarizar”, confirmaron. ”En algún momento”, pudieron precisar allí.
Escuchaban el director del Departamento para el Hemisferio Occidental, Rodrigo Valdés, y el subdirector, Luis Cubeddu, al frente de las negociaciones con la Argentina. El equipo de Milei aclaró que para llevar adelante la dolarización “hay un problema de dólares”, y señaló que las Leliqs y los pesos que se rescaten se tomarán a precios de mercado. “No vamos a defaultear la deuda privada ni con el Fondo. Vamos a tener una relación normal [con el FMI]”, ratificaron.
El equipo conformado por Roque Fernández, Carlos Rodríguez y Darío Epstein, evitaron la coyuntura. Desde La Libertad Avanza nunca se pidió que el país no reciba el giro de US$7500 millones que irá el lunes por la noche a buscar el ministro de Economía, Sergio Massa, a los EE.UU. De hecho, contaron, se percibió que habrá una aprobación del board el 23 de agosto a la quinta y sexta revisión del Programa de Facilidades Extendidas con la Argentina. En el equipo de Milei tienen en claro que, tras las elecciones de este año, habrá un nuevo acuerdo con el FMI.
No se habló de actualidad, pero sí del 11 de diciembre. “Vamos a tener problemas de corto plazo”, se admitió en el encuentro. “En la reunión de hoy con el FMI expresé mi preocupación sobre la situación financiera que se enfrentará al momento de recibir el gobierno. Indiqué que en diciembre deberán realizarse pagos de aguinaldos, sueldos y vacaciones y que tenía dudas sobre la situación de caja que se recibirá”, dijo Rodríguez.
La preocupación es real. El nuevo Índice de Solvencia de la UCA elaborado por el matemático Ignacio Warnes estima que el nivel de solvencia mediano es del 66% (Brasil se encuentra allí). El nivel ideal es 75% o superior. “La Argentina se ha ubicado en los últimos ocho años por debajo del 66% y está actualmente en menos del 50%, lo cual es muy grave”, indicaron. Los expertos de la casa de estudio creen que esta fuerte caída compromete “gravemente” las posibilidades de financiamiento del sector público con un “impacto devastador” sobre el resto de la economía.
Los voceros de Milei calificaron como “buena” a la reunión. “Quedaron en seguir conversando”, agregaron y enumeraron los tópicos charlados, entre ellos, las reformas de primera, segunda y tercera generación que planea el libertario. Luego se mencionó, “un importante ajuste fiscal, más importante que el exigido por el propio Fondo”, la unificación de los tipos de cambio (no se dijo cuándo), una baja del gasto para “cerrar el déficit financiero”, abrir la economía, una profunda reforma del Estado (no se dijo qué se privatizaría), una reforma laboral y otra monetaria, “que termine con el Banco Central”. No hubo detalles detalles sobre ese incendio. “No se veía que les disgustara el plan”, dijo uno de los presentes en el encuentro sobre las caras de los funcionarios del Fondo.
El impacto de anunciar la dolarización
“¿Cuál es el efecto de anunciar una dolarización no inmediata? (¡con pocos dólares!)”, se preguntó el profesor de MIT, Iván Werning, y citó un paper escrito por él, Tomás Caravello y Pedro Martínez-Bruera este mes.
“Escena: un país decide dolarizar, pero a falta de dólares en arcas del Estado, posterga el canje oficial pesos por dólares. Promete realizarlo en una fecha futura (fija por un periodo)”, describió. Sin dólares para un futuro canje, explicó Werning, se afectan los valores de canje futuro y eso “repercute en el tipo de cambio hoy”, dijo.
“‘El canje será a precio de mercado’, dicen algunos. Esto es una maldad insolente, ya que elude lo crucial: el valor de mercado depende de las condiciones de canje (dólares y timing) y de la política monetaria anterior al canje”, agregó. Sus hallazgos: cuando se anuncia la dolarización, hay un salto inmediato devaluatorio, luego aumenta el ritmo devaluación comparado con nunca devaluar y, sin dólares, la inflación va en aumento.
Milei cree que con los bonos que tiene el BCRA alcanza para conseguir US$30.000 millones pensando que si asume los bonos suben a paridades de 50 por un shock de confianza. Pasarían a manos del mercado US$60.000 millones de deuda, hoy intrasector público (el 66% del stock de deuda en dólares en manos del mercado actual). Otras propuestas prevén conseguir dólares a partir de un fideicomiso que incorpore como garantías las letras intransferibles del BCRA convertidas a bonos y acciones de empresas en manos del Estado (YPF y Anses). Según, Marina Dal Poggeto, el tipo de cambio de convertibilidad sería de $1363 a fines de diciembre próximo.
Mientras, la economía sufre un tsunami invisible perceptible en las pequeñas cosas, como un simple café. El americano “grande” en Starbucks tuvo dos aumentos esta semana tras la devaluación. Sumaron 26% en cinco días.
¿La foto más amplia? Según el índice de difusión de LCG, el porcentaje de productos con aumentos la semana pasada llegó al 47%, 21 puntos por encima del promedio del último mes. En la semana posterior a la devaluación, los alimentos subieron 4,1%, el registro más alto del último año.
“Mido inflación de alta frecuencia desde 2013. Hubo seis devaluaciones discretas: enero de 2014; diciembre de 2015; junio de 2018; septiembre de 2018; agosto de 2019. Las devaluaciones tardaban una o dos semanas en llegar a las góndolas. En ninguna el pasaje a precios fue tan fuerte y rápido como en la de esta semana”, escribió el economista Luciano Cohan.
“Negocio pulverizado”, dijo la dueña de un garage, que ganaba, en promedio, US$3 la hora por cada auto y ahora cobra menos de la mitad. “Si no fuera por mis empleados, pongo el candado y cierro hasta que pase el tsunami”, cerró.