LONDRES.- El testimonio del príncipe Harry en una causa por el hackeo de su teléfono marca un nuevo hito en su singular historia personal: se convirtió en el primer alto miembro de la realeza británica que testifica desde el estrado de un tribunal desde 1981, cuando el entonces príncipe de Gales y futuro rey Eduardo VII testificó en el juicio a un hombre acusado de hacer trampa en el juego de bacará.
Para Harry, sin embargo, esta presentación ante la corte es apenas un capítulo más de lo que se ha convertido en una vida de litigios judiciales.
Harry y su esposa, Meghan, son demandantes en no menos de siete casos contra los tabloides británicos y otras organizaciones de noticias por el hackeo de sus teléfonos y otras violaciones a su privacidad. Harry también tiene presentadas dos denuncias contra el Ministerio del Interior del Reino Unido por haberlo privado de seguridad personal durante sus visitas a su país de origen.
Y como esas causas avanzan trabajosamente por el sistema legal británico, ahora las visitas de Harry a Gran Bretaña suelen responder al calendario judicial de citaciones tanto como a las ceremonias reales como la coronación de su padre, el rey Carlos III, a la que asistió el mes pasado. El lunes, Harry arribó desde Los Ángeles para testificar en una causa que inició contra el Mirror Group Newspapers, al que acusa de haber hackeado su teléfono hace más de una década.
Antes de la coronación, la última vez que visitó Inglaterra fue en marzo, para comparecer ante el tribunal junto con la estrella del pop Elton John en un caso contra el editor del Daily Mail por cargos de pinchar su teléfono celular. Harry también está llevando a juicio a al News Group Newspapers de Rupert Murdoch por piratería informática y otras violaciones a la privacidad.
Hoy por hoy, Harry se tiene que mantener mayormente a sí mismo y los litigios han sido costosos y largos. Sus allegados dicen que cuando presentó las demandas, el príncipe jamás pensó que se prolongarían durante tantos años. Ir a la guerra contra los tabloides no ha ayudado a mejorar su imagen en Gran Bretaña, donde su popularidad ya se había visto empañada por el enconado alejamiento que tuvo con su padre y su hermano mayor, Guillermo.
Pero sus apariciones en la corte son una plataforma para impulsar lo que ha definido como una de sus misiones de su vida: poner freno a los excesos de los tabloides, a los que él y su esposa acusan de alterar para siempre la vida de las personas “sin una razón válida que no sea aumentar la pauta publicitaria con la difusión de chimentos escabrosos”.
“Los acusa de un accionar ilegal y de presunto abuso de poder”, señala Peter Hunt, excorresponsal real de la BBC. “Es una jugaba muy valiente, que no es un adjetivo muy asociado al nombre de Harry”.
El embate del príncipe contra los tabloides lo distingue de otros miembros de la familia real, que han llegado a algún tipo de acuerdo interno con los periódicos. El lunes, cuando se abrió el juicio, la portada de The Sun mostraba una foto muy favorecedora de la esposa de Guillermo, la princesa Kate, bajo un titular que decía: “Estoy orgullosa de respaldar la iniciativa de The Sun”, en referencia a una campaña benéfica patrocinada por el periódico.
Largo camino
Desde que dejó Gran Bretaña en 2020, Harry recorrió un largo camino hasta recuperar el control de su discurso sobre los tabloides. Entre sus reveladoras memorias En la sombra y un documental de Netflix con Meghan, el príncipe tendrá poca información nueva para revelar cada vez que se suba al estrado, apunta Hunt.
El lunes, el abogado de Harry, David Sherborne, adelantó algunos detalles de la que sería la exposición del príncipe. El Grupo Mirror, señaló, interceptó los mensajes de voz del príncipe, les pagó a investigadores privados para recopilar información privada sobre él y empleó a fotógrafos que usaron medios ilegales para rastrear el paradero de Harry y sus allegados, incluida su exnovia, Chelsy Davy, cuyo celular también habría sido hackeado.
Para ilustrar su caso, los abogados de Harry presentaron 147 artículos periodísticos que adjudican a información obtenida por medios ilegales. Las fechas de esos artículos van desde la infancia de Harry hasta sus años escolares y los años posteriores a la muerte de su madre, la princesa Diana, fallecida trágicamente en un accidente en 1997 cuando su auto era perseguido por los paparazis.
“Cada faceta de su vida aparecía desparramada por todo el periódico como una historia exclusiva, demasiado jugosa como para no publicarla”, apuntó el abogado Sherborne. “Para ellos no había nada sagrado ni que excediera los límites, y mi defendido no tenía forma de protegerse contra esos métodos ilegales de recopilación de información”.
Muchos de los periodistas que usaron esos métodos todavía trabajan de The Mirror, y algunos incluso han escalado a posiciones de autoridad en la empresa, señala Sherborne. “Y la excusa de que esto ocurrió hace años es totalmente improcedente”.
Y ese es justamente el meollo de la defensa presentada por los abogados del Mirror Group. En su presentación judicial, adujeron que la mayor parte de esos hechos tuvo lugar entre 1991 y 2011, y que por lo tanto están prescriptos, ya que exceden largamente el límite de tiempo usual de seis años para las denuncias por violaciones de la privacidad. Además, según los abogados especializados en este tipo de casos, la práctica del hackeo telefónico casi ha desaparecido desde que estalló el escándalo, en 2011.
Los abogados de Harry y otros tres demandantes de la causa responden que la empresa periodística ocultaba esa actividad ilegal, y que por lo tanto no podía esperarse que la descubrieran antes. Además de Harry, los otros demandantes son Nikki Sanderson y Michael Taylor, actores de la popular serie de televisión Coronation Street, y Fiona Wightman, la exesposa del conocido comediante Paul Whitehouse.
El lunes, Harry logró irritar al juez Timothy Fancourt: no se presentó ante el tribunal como estaba previsto. Su abogado Sherborne explicó que el domingo Harry se había quedado en California para celebrar el segundo cumpleaños de su hija, Lilibet, y que el martes y el miércoles estaría presente para testificar ante la corte. Un abogado del Mirror Group se quejó, argumentando que entonces ya no tendría un día y medio completo para el contrainterrogatorio.
El debate mediático previo al juicio giró en torno a sí el testimonio del príncipe no dañaba más su propio estatus que el potencial beneficio de exponer los problemas del periodismo.
“La esencia de lo que intenta hacer Harry se está diluyendo”, señala Hunt, excorresponsal de la BBC. “Es casi como si el hackeo telefónico viniera incluido en el paquete, pero la sensación es muy distinta cuando la víctima es uno”.
Mark Landler y Megan Specia
Traducción de Jaime Arrambide