Hay aspectos de la vida pública, algunas dimensiones de la historia de las sociedades que no nos llaman la atención en el día a día de las noticias, en los acontecimientos que por su impacto en la vida cotidiana interesan a mayor cantidad de gente. Son dimensiones que se mueven con otra velocidad y que no son tan perceptibles. Pero cuando, después de décadas, se mira retrospectivamente y se escribe la historia, muchas veces esas líneas de acción, esos movimientos más profundos del comportamiento de la sociedad en general, revelan que tuvieron una influencia extraordinaria en el curso que tomó la historia. Eso pasa habitualmente con las decisiones de política exterior. Por su naturaleza, no ocupan el foco de interés inmediato de las personas, sobre todo en momentos donde ese foco está muy tomado por angustias de la vida material. Muchísima gente se siente amenazada en su vida cotidiana por lo que viene de la vida pública. Pero después, cuando uno mira con otra perspectiva, advierte que determinadas decisiones que se tomaron en relación con el mundo y sus vientos tienen un impacto estructural sobre un país. Eso puede estar pasando en este momento con algunas decisiones que está tomando el Gobierno y que irrumpieron no en el centro de la escena, pero sí se hicieron notar en los últimos días.
Este lunes hay una noticia por un conflicto que aparece con Chile referido a mapas argentinos y chilenos del sur, de la zona económica exclusiva y la plataforma continental, donde, debajo de la isla de Tierra del Fuego, hay una superposición. Aparece un mapa chileno, que es la respuesta a un mapa argentino que terminó convirtiéndose en materia de una ley sancionada por el Congreso el año pasado. Un mapa de la marina chilena, no del gobierno chileno. Es de la marina chilena, como si también quisieran condicionar el discurso de Gabriel Boric, presidente de Chile, en esta materia, marcando una zona como chilena que la Argentina reclama como propia. Es aparentemente un detalle si no fuera porque ese territorio se proyecta sobre la Antártida, poniendo en duda derechos que son también derechos disputados sobre todo por la presencia china en la Antártida. Es un tema de la política exterior que empieza a ocupar la tensión.
Hay otro. El jueves pasado, Sergio Massa viajó a Paraguay. Viajó como parte de su campaña presidencial, utilizando el cargo de ministro de Economía para proyectarse en un nivel que no le daría el de mero candidato a presidente perdedor, de una fuerza que salió tercera. Pero claro, como ministro de Economía los demás gobiernos lo reciben. Y se sacó una foto de estética presidencial, con el presidente de Paraguay, Santiago Peña. En esa reunión de Massa, su equipo, y Peña, se discutió un problema que tiene que ver con el cobro de peaje en la hidrovía, por donde pasa el flujo de comercio que viene desde Brasil y Paraguay hacia el Río de la Plata y el océano. Se trata de un cobro de peaje que hace la Argentina y que es discutido por los demás países de Mercosur. La versión de los paraguayos es que en esa reunión Massa había prometido suspender el cobro hasta que se pueda aclarar la situación con los demás países que intervienen en la hidrovía, sobre la base de que hay un acuerdo de no cobrar ningún peaje salvo que sea por servicios efectivamente prestados. Pero después ocurre un incidente con una barcaza de bandera paraguaya pero de propiedad brasileña, que es detenida por no querer pagar el peaje. Y esto origina un conflicto con Paraguay y también con Brasil, un conflicto que lo lleva en medio de la campaña presidencial argentina al presidente Santiago Peña, con la potencia que tiene la voz de un presidente, a decir: “Yo a Massa no le compraría un auto usado”. De aquella foto presidencial del jueves se pasó el viernes a esta declaración que no es la mejor declaración que puede recibir Massa para impulsarlo en una campaña en la que viene remando, por seguir con términos náuticos, en contra de la corriente.
También se proyectó ese malestar en Brasil, donde Massa viajó este lunes. Y acá hay que prestar mucha atención a este viaje de Massa a Brasil, donde seguramente tuvo que dar explicaciones por el incidente de la hidrovía. La excusa del mismo es un tema por el cual en la Argentina se está jugando un incidente de la historia universal. Massa viaja a Brasil a encontrarse con su colega y ministro de Hacienda, Fernando Haddad. Con motivo de ese viaje para encontrarse con Haddad, pidió una reunión con Lula y él, gentilmente, accedió a sacarse una foto con Massa. Se trató de una foto incómoda porque cuando uno mira con detenimiento la relación de Lula con la Argentina en los últimos años, daría la impresión de que el presidente de Brasil está un poco cansado de verse manipulado por la política peronista y la interna kirchnerista. ¿Para qué viaja Massa? Para agradecer la gestión de Lula da Silva ante el presidente de China Xi Jinping. El centro de este problema, de esta historia, es el problema de siempre. Las reservas netas del BCRA son negativas en más de 10 mil millones de dólares. Pero, ¿cómo?, ¿no recibió dólares del FMI? Sí, el Gobierno recibió 7.500 millones de dólares que tuvo que devolver, en gran medida. De ese total, devolvió 3.500 millones de dólares que fueron a la CAF, a Qatar y a China que son tres sujetos que hicieron tres préstamos de muy corto plazo para que la Argentina no cayera en default con el Fondo. Entre septiembre y octubre, hay otros 3.500 millones que pagarle al Fondo. Por lo cual, estos fondos que recibió, el Banco Central no los puede tocar. Es como si no los hubiese recibido, por lo cual sigue habiendo una dramática falta de dólares.
Hay que leer con detenimiento el reporte que hace el staff del Fondo el viernes pasado, en el que cuenta detalles del acuerdo con la Argentina, un acuerdo que en los hechos ya se cayó porque no se cumplió ninguna de las metas. Ahí señalan dos cosas. Primero, que este desembolso está ligado a algunas “salvaguardas”. Daría la impresión de que esta plata que le queda al BCRA no se puede tocar porque se definió que está destinada a pagar al propio Fondo. Es decir, no sirve para defender la cotización oficial del dólar y evitar una nueva devaluación. Y lo otro que plantea el reporte del staff del Fondo es que el segundo tramo del swap de yuanes con China está en discusión con los propios chinos. Es una noticia de la que nos enteramos por el Fondo porque el gobierno argentino plantea que tiene disponible ese monto de yuanes.
¿Qué significa que el BCRA no tenga reservas? Muchas cosas. Una de ellas es que es imposible pagar importaciones. Y acá es donde Massa tiene que recurrir a una pirueta, que es buscar que Brasil financie a sus propias empresas que exportan hacia la Argentina. Brasil ya le dijo a Alberto Fernández que no había plata para la Argentina, que solo había cariño. Esa fue la declaración del presidente de Brasil. Con lo cual, hubo una gestión ante China. Esa gestión la realizó Lula da Silva. ¿Para qué? Para que China le dé a la Argentina un monto de yuanes del swap, que deja de ser swap para transformarse en deuda de un Gobierno que lucha tanto contra el endeudamiento. Con esos yuanes, el Gobierno argentino compra reales en la plaza de Londres. Con esos reales constituye una garantía en Brasil y, sobre esa garantía, el Banco de Desarrollo Brasileño financia empresas de autopartes para exportar hacia a la Argentina, de tal modo que no haya un colapso en la industria automotriz local. ¿Qué significa todo esto? Que, por las urgencias dramáticas de la Argentina, se empieza a realizar en el Mercosur una operación del comercio en yuanes y no en dólares. La desdolarización del comercio, a través de los yuanes es un eje central de la estrategia de Xi Jinping frente a los Estados Unidos. Y la Argentina se presta porque está ahorcada, sin otra salida que pedir los yuanes porque no tiene dólares. Es una salida que desde EE.UU. se ve como agresiva.
Es imposible desvincular estas urgencias, pedidos a Brasil y a China, con la decisión de Alberto Fernández de aceptar una invitación, que solo se hubiese formulado de saber que la respuesta iba a ser afirmativa, para que ingrese al grupo de los Brics. Ese grupo, que nació como un grupo de afinidad económica de países emergentes, promisorios, a comienzo de la década del 2000, se transformó ahora en la plataforma inicial de una gran operación de China para armar una especie de movimiento de no alineados propio, que se enfrente al G7, liderado por Estados Unidos. Es una operación de alcance geopolítico muy importante, uno de cuyos ejes es promover el comercio en monedas locales y no en dólares.
La Argentina acepta la entrada, ingresa de la mano de Brasil, pero va a tener otros socios en este club. Uno de ellos es nada menos que Irán, con el que la Argentina tiene un agravio que llega a la Justicia, donde hay acusados exfuncionarios iraníes por el salvaje atentado de la AMIA el 18 de julio de 1994. Irán entra a los Brics también por una invitación del grupo a pedido de Rusia. Es otro país opaco que logró en una reunión el miércoles pasado que lo admitan firmando un punto de la declaración conjunta, el punto cuarto, que dice que no hay que tomar medidas coercitivas, por la fuerza, en el plano internacional, como si no Rusia hubiera invadido Ucrania.
La Argentina está asumiendo compromisos internacionales de largo plazo con un alineamiento internacional muy poco debatido, adoptado por un gobierno que se está yendo en muy pocos meses, que salió tercero en las primarias, y que tiene probabilidades de perder la elección. Ese gobierno toma decisiones que comprometen el rumbo del país en el largo plazo, sobre todo cuando uno ve los argumentos oficiales. El canciller de Brasil, Mauro Vieira, dio una entrevista el pasado fin de semana explicando qué significa para Brasil la ampliación del grupo Brics. Dijo algo así como que Festejamos esta ampliación porque supone ampliar la dimensión económica de estos países, el comercio. Vamos a ser más gravitantes en el mundo por la escala del producto bruto de este club si sumamos las capacidades de sus integrantes”. Es decir, Vieira dice que los brasileños están ahí por intereses materiales y económicos. Alberto Fernández dio otra explicación, mucho más controvertida. Dijo que estamos ahí por intereses geopolíticos. Que tomen nota en Europa, que tomen nota en el G7 y en Estados Unidos. Nosotros entramos al grupo Brics por un alineamiento internacional-geopolítico en el conflicto entre China y Estados Unidos. Es la explicación que sugirió el Presidente. No sé si es la mejor explicación y si es una explicación que tendría consenso interno.
Además, Brasil se lleva de la reunión de Johannesburgo un trofeo que es que, en esa declaración larguísima de siete páginas, se establece que debe haber una ampliación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas con la incorporación de otros miembros, se supone que permanentes. Entre esos miembros que deberían ampliar la mesa del Consejo de Seguridad, se menciona a Brasil. Gran triunfo de Brasil frente a los demás países de América Latina, sobre todo frente a la Argentina y México que siempre entendieron que esa banca adicional sería rotativa. Brasil consiguió ese respaldo de los demás socios de los Brics, el grupo al cual adhiere también Alberto Fenrández.
Esto cayó muy mal tanto en Juntos por el Cambio como en La Libertad Avanza. Quien sería el canciller de un eventual gobierno de Patricia Bullrich, Federico Pinedo, suele decir dentro de su grupo que el kirchnerismo se convirtió en “antipatria” porque resigna intereses de largo plazo, dispone alineamientos automáticos con una potencia imperial, a cambio de unas monedas que necesita Massa para llegar a fin de año, al fin del mandato y para sostener su candidatura presidencial. Es dura la expresión de Pinedo, diciendo que el kirchnerismo, que se siente tan defensor de la soberanía, entrega soberanía y es anti-patria.
Todo esto está en el telón de fondo de una campaña que se mueve con otras motivaciones y otros discursos. Pero es parte de algo que estamos viendo cómo aumenta día a día, que es lo que podríamos llamar el “costo Massa”: el costo que tiene para la sociedad argentina la candidatura a presidente del ministro de Economía es elevadísimo, como se puede ver en las medidas que él anunció el domingo a través de la red X (ex-Twitter).
Hay un hecho simpático en este anuncio. Hay que mirar los mensajes de Alberto Fernández, a quien Massa ignora olímpicamente como presidente. No sabemos si por una motivación propia, o por si se ofendería mucho Cristina Kirchner en algún caso de que él le reconociera alguna mérito sobre alguna medida de gobierno. Lo curioso es que Fernández se suma a los anuncios de Massa. En un mensaje en el que simula ser el presidente de la Argentina Fernández dijo: “Tras los efectos de la devaluación y la inflación, les encomendé a los ministerios de Trabajo, Desarrollo Social y Economía, que promuevan una serie de medidas para mejorar el ingreso de las y los jubilados y trabajadores formales e informales”.
Ni siquiera dice que se lo encomendó a Massa, se lo encomendó a los ministerios, no a los ministros, y el de Massa aparece tercero. Fernández aparece tratando de que le cedan algún protagonismo, en una escena donde los propios lo van ignorando y marginando. Entre todos los anuncios de Massa hay uno que es el más grave de todos, y del que la sociedad argentina va a tener noticias a medida que corran los días. Y consiste en suspender un decreto que había firmado el propio Gobierno, disponiendo un aumento del 7% para las empresas de medicina prepaga. Ese 7% de aumento que se iba a conceder a las prepagas en un país que tiene una inflación mínima de 10% mensual, -como vamos a ver cuando se conozca la inflación de este mes- se traslada en un 92% a clínicas y sanatorios. Todo esto se suspendió.
Quiere decir que esta medida, por la cual Sergio Massa implementa un plan platita con plata de otros, pone al sistema de salud al borde de la quiebra. Mucho más al borde de la quiebra de lo que ya estaba, porque si tomamos el tiempo que corrió desde la asunción de Alberto Fernández hasta ahora, el sistema de salud, tuvo ingresos en un 29% por debajo de la inflación,.. Un sistema de salud, que como sabemos, es abandonado por los médicos jóvenes porque cobran salarios de hambre. Habrá que ver si las consecuencias de esta medida se conocen con Massa ejerciendo como presidente. O si se conocen cuando Massa ya se fue. Y que el problema lo pague otro porque él tiene que ganar la elección.
Mientras tanto, en el mismo campo de la salud aparecen otras novedades. De las cuales uno no sabe si Masa está al tanto, o son novedades que tienen que ver solamente con la ministra Carla Vizzoti, una experta en vacunas. De golpe el país deja de proveerse de vacunas, por el sistema de la Organización Panamericana de la Salud, que supone importar vacunas con un programa especial carente de impuestos, es decir, en el que no se pagan aranceles, IVA, impuesto a las ganancias, para llamar a licitaciones en las que intervienen laboratorios privados. Eso supone un aumento importantísimo en el costo de las vacunas. Por ejemplo, en la vacuna contra el Virus del Papiloma Humano, si uno compra las vacunas del programa de la Organización Panamericana de la Salud, la unidad cuesta US$10,48; en cambio ahora tenemos que pagar US$ 20,20 por unidad. Es sólo un ejemplo de muchos.
Estas licitaciones las gana sistemáticamente el mismo laboratorio, que obviamente es el que más preparado está para proveer vacunas, porque tiene una provisión monopólica de las vacunas, que es Sinergium, del célebre Hugo Sigman. ¿Esto está en discusión? ¿La oposición lo está mirando? Son medidas que va tomando en la penumbra un gobierno en retirada, aprovechando que la misma crisis económica nos distrae, nos hace mirar hacia otro lado. Pero la decisión implica un aumento significativo del gasto público.
Este lunes se aprobaron los pliegos del nuevo sistema de telecomunicaciones 5G. Se estableció que va a haber una competencia por la concesión de sectores del espectro radioeléctrico para implementar esta nueva tecnología, y que la base del pliego supone pagar US$ 350.000.000 en pesos, a la cotización oficial. Para las empresas es un problema, no porque es muy caro, porque al ser a la cotización oficial termina no siendo tan caro, pero establece un piso que para las mismas empresas que trabajan en Colombia, Brasil o Chile, termina siendo, a dólar billete, mucho más caro de lo que ellos podrían pagar en esos países. Pero esto es un detalle. Lo importante es que además de establecer tres tramos para empresas privadas, la licitación le asigna un tramo a ARSAT, la empresa de tecnología estatal. Es decir, daría la impresión de que el Gobierno quiere armar una empresa de telecomunicaciones estatal a última hora, u otra cosa, que es darle a ARSAT la posibilidad de asociarse con un privado que no pase por la licitación. Allí, ya hay dos empresarios de telecomunicaciones privados asociados a medios de comunicación muy ligados al gobierno, que están mirando de qué manija de ARSAT agarrarse para poder subirse al nuevo sistema de telecomunicaciones 5G sin pagar los 350.000.000 dólares. Ambos empresarios son íntimos amigos de Massa. Pero Masa probablemente está “distraído” en los problemas internacionales, la campaña, etcétera, y no sabe que está originando estos negocios. El Gobierno está urgido en liquidar este trámite antes de irse. Es difícil que lo logre porque habrá muchas impugnaciones.
Frente a este panorama de datos que se van agregando lentamente, a lo largo de años de una política que ofrece novedades muy poco edificantes todo el tiempo, contrasta el paisaje de la opinión pública.
En un informe que recibió Horacio Rodríguez Larreta en su campaña, elaborado por el equipo de Jaime Durán Barba, sobre todo por el brillante Roberto Zapata, que se titula “Opinión pública y lineamientos estratégicos: ¿dónde está la gente?” se habla de la idea de “cambio”. Estipula que predomina la idea de cambio, y que este tiene que ser grande, profundo, total, radical, positivo, verdadero, esperanzador. “El cambio no es político, es cambio total de todo”, dice el informe, pero ¿qué querrá decir cambio total de todo? ¿dónde termina ‘el todo’?.
Además, habla sobre la “angustia” y ubica a “la persona individual en el centro”. El trabajo, que es el resultado de encuestas cualitativas, con el método del focus group, dice que la gente está pasando el peor momento de su historia, y sus dolores son bien concretos, no abstractos. Explica que la ciudadanía se siente frustrada y abandonada y se pregunta quién la protege. E insiste en que no se trata ni de la Argentina ni de la inflación en general, sino de la vida cotidiana y personal; la heladera, el colegio de los chicos, las segundas marcas en las cuales se cae para consumir porque no se pueden consumir las primeras marcas, y el miedo a salir de la casa. La persona individual es el centro.
El mismo informe ahonda en las preocupaciones y deseos de la gente. Dice que la economía y la inseguridad dominan la escena, pero advierte que es mucho más que eso lo que se está buscando, porque las personas no quieren sufrir más. No quieren vivir más con angustia. Añade que la gran preocupación es el mañana, el futuro y los hijos. Sugiere que empiezan a buscar un voto por los pequeños sueños: la casa propia, el auto, ahorrar, una vida previsible y un trabajo digno. Pero sobre todo por dejar de llorar y de sufrir. Recuperar algo de alegría. “Esto no es vida”, es la frase más común. Concluye que “buscan otra vida”.
Este es el panorama donde se recorta la figura de Milei que promete esto: un cambio radical, que plantea a su vez problemas políticos de primera magnitud.
El viernes pasado, hubo una presentación en el Council of the Americas, donde Milei pronunció un discurso muy audaz. Probablemente sea el discurso más contundente que haya pronunciado un candidato en campaña en los últimos años. Por lo terminante y definido. Vale la pena analizar algunos tramos de este discurso porque presentan el corazón del mensaje de Milei, pero sobre todo las dificultades que puede tener para implementar esto que dice.
En uno de ellos dice que va a haber un alineamiento geopolítico. Cosa que los candidatos suelen no plantear. De hecho, cuando los brasileños se preguntan por qué están en los Brics, es para no alinearse con nadie, para tener autonomía. Milei dice que se va a atar a un tren: el de Estados Unidos, aunque no está claro qué Estados Unidos, no es lo mismo el de Biden que el de Trump. Y a Israel, donde tampoco está claro cuál Israel, porque hoy, allí, hay una grieta como la que hay en la Argentina. Pero es importante la definición. Dice “no comunistas”. Habla de China. Es interesante porque cuando uno empieza a hilar fino, piensa en que Milei busca la dolarización, que va absolutamente en contra de lo que piensan los chinos y aquello a lo que se está comprometiendo este Gobierno, con la desdolarización en el uso de yuanes. En el endeudamiento en yuanes. Pero viene una segunda pregunta. La dolarización supone respaldar ese nuevo sistema monetario con los activos del Banco Central. Entre los cuales están los yuanes. Uno calcula que Milei le va a tener que pedir permiso a Xi Jinping, si quiere dolarizar, para usar esos yuanes que están en las reservas como back-up de su dolarización. Pero habrá que ver si los chinos, con este discurso, le dan el ok, o si tendrá que modificar su discurso.
A propósito de la dolarización, un detalle. El jueves pasado a la mañana estaba previsto un desayuno entre Emilio Ocampo, que es el ideólogo más destacado y visible del proyecto de dolarización de Milei, y un grupo de inversores, convocados por el Council of the Americas. Eran 12 personas. Sin embargo, no se produjo el desayuno porque aparentemente Milei ordenó que nadie más hable de este proyecto, y que se retira del debate técnico de la propuesta, más allá de que siga usando la dolarización como bandera. Él mismo dice que en su mesa hay cuatro proyectos de dolarización que compiten entre sí.
En otro tramo de sus discursos, se lo ve tan tajante y definitorio: habla de la casta.
Sobre ese mensaje se podrían decir muchas cosas, ya que si Milei se interpreta a sí mismo como un guerrero de una batalla cultural, verdaderamente lo es. Pero una de esas cosas que le vienen a uno a la cabeza es que este ambiente cultural en el cual pasan estos conceptos como naturales, sería el legado del liderazgo de Cristina Kirchner. Seguramente a ella la debe perturbar bastante y la debe interpelar bastante. La justicia social es un robo dice Milei. Ese discurso prospera en la Argentina liderada por los Kirchner. Pero no es la única dimensión de la casta de la que habla Milei, sino que también habla de los empresarios.
Milei habla sobre empresarios prebendarios. Y es interesante porque lo dijo en una reunión en la que aplaudían figuras como Mauricio Filiberti, el rey del cloro, una fortuna hecha al amparo de Aysa. José Luis Manzano, que seguro no es casta, también aplaudía. Gran problema para los encargados de relaciones públicas. Cada uno con su empresario-cliente, queriendo contactarlo con Milei, pero el candidato se fue por una puerta a la que no pudo acceder nadie. La inquietud ante ese discurso ultraliberal se manifiesta en que ya hay empresarios, cuya riqueza está asociada a regulaciones del Estado, que están pidiendo reuniones con Milei. Por ejemplo Rubén Cherñajovsky, que es la figura más caracterizada de lo que se llama el “régimen de Tierra del Fuego” -hecho a partir de regulaciones y protecciones del Estado- ya pidió una reunión con Milei, pero no se sabe si se la habrán dado. Evidentemente empieza a haber, dentro de lo que Milei llama “la casta”, gente que está inquieta y que está tratando de ver si le puede explicar que en su caso no es la casta.
Ese discurso de Milei de ruptura total tiene un problema, que es que lo que atrae de Milei y lo que lo vuelve para mucha gente una solución, y una salida en ese panorama tan deprimente, y es que no tiene vinculación con ningún sector del poder. Milei es una especie de electrón loco que llegó aquí por una vida absolutamente ajena, es un outsider. Pero también esa condición vuelve muy problemática la figura de Milei, sobre todo cuando uno lo imagina gobernando. Porque es imposible gobernar sin conocer el terreno y sin tener una estructura. Al no tenerla empiezan a aparecer aquellos que, probablemente a pesar de Milei mismo, se aproximan y ofrecen estructuras, recorridos, circuitos dentro del poder. Como por ejemplo en la Justicia, donde uno de los más caracterizados operadores, con todo lo que sugiere de opaco la palabra operador, de Comodoro Py, Alfredo Lijo, hermano del juez Ariel Lijo. Alfredo ya recorre los Tribunales diciendo “yo soy Milei”. Y llama a los periodistas amigos para decirles: “Ojo que Milei soy yo. No es Guillermo Scarcella, que es mi amigo pero se quiere hacer pasar por operador de Milei”. Empieza a haber peleas aún entre aquellos que manejan llaves en Tribunales para sacar sentencias favorables. Mientras tanto Milei tiene como apoderado de su partido, a alguien muy caracterizado de ese sistema como el abogado Santiago Viola, que estuvo acusado de armar aquella patraña por la cual el juez Sebastían Casanello era acusado en falso de haber tenido una reunión con Cristina Kirchner y Lázaro Baez para cederle la causa a María Servini de Cubría, muy ligada también a Santiago Viola. Y a su madre, Claudia Balbin. ¿Sabrá Milei qué significan estos nombres en el mundo judicial? Tal vez se enterar por los diarios. Quiere decir que dentro de la casta, hay quienes están festejando que Milei venga desprovisto de cualquier estructura. Lo están esperando con los brazos abiertos para ofrecerle los servicios de la vieja política. Esto se ve no solo en el plano judicial si no también en el plano político.
Hablando de la Justicia, les recomiendo leer una nota que no tuvo toda la repercusión que tendría que haber tenido. Sí la tuvo en el Instituto Patria. Es una nota de Santiago Fioriti, periodista del diario Clarín y de TN, que en un párrafo dice: “Hay un periodista que llamó a Fernández y Fernández le dijo ‘antes de contestarte una consulta, venite ya a Olivos’. Ese periodista permaneció dos horas y media. Fernández se entretiene contando las peripecias a las que lo sometió Cristina. En esos tiempos de ocio, cuenta anécdotas divertidísimas. Divertidísimas y trágicas para la Argentina. Se lo nota con sed de venganza. Ha comenzado a decir que leyó los expedientes que afectan a la vicepresidenta y sostiene que, más temprano que tarde, Cristina tendrá que pasar unos años de encierro obligado”. Fernández dice al final de su gobierno lo contrario de lo que decía al comienzo, según Fioriti. Al comienzo de su gobierno él decía, probablemente para ganarse la candidatura, “yo leí los expedientes y sé que Cristina es inocente”. Y, a partir de ahí, insultó a varios jueces por las causas que se siguen en Tribunales contra Cristina. Ahora dice lo contrario. Dice que las volvió a leer y Cristina debería estar presa. Imagínense cómo caen estas novedades en la casa de Cristina. No son, como dice Fioriti, divertidísimas. El orden judicial requiere un saneamiento urgente, pero Milei no tiene un discurso para eso…
Ese mismo problema, carecer de estructura política, hace que haya muchos que se le acercan para establecer contacto. Hay varias novedades. Una de ellas tiene que ver con Córdoba. Massa estuvo en Córdoba, usando la política energética para promoverse como candidato. Schiaretti se mostró frío. Mandó a unos funcionarios de cuarta línea y daría la impresión que le dio al PJ “no quiero ver a nadie ahí porque yo soy el candidato”. Martín Llaryora, que es el gobernador electo, cumplió. Tampoco él se aproximó a Massa. Pero hay algo curioso, que es una versión que está dando vueltas en la política con gran verosimilitud. Llaryora ya tendría contacto con Milei. ¿Por dónde? Llaryora es amigo de un íntimo de Milei, Alejandro Fantino. Llaryora y Fantino se criaron juntos. Dicen que ese fue el puente para que haya un primer acercamiento. ¿Qué pensará Massa y qué pensará Schiaretti? Aprovechan muchos dirigentes que Milei viene desprovisto de cualquier bagaje político. La casta lo espera con los brazos abiertos.
Córdoba tiene otras novedades para todo este panorama y es lo que pasó el domingo en Río Tercero. Hay dos detalles para ver. Primero, en Río Tercero, Milei sacó durante las PASO el 34,6% de los votos. Fue el primero. En la elección municipal, su candidato sacó el 5%. Milei flota sobre la nada. Un problema serio para gobernar. El otro dato interesante es que gana el radicalismo ligado a Martín Lousteau, a Emiliano Yacobitti. Es decir, al sector interno Evolución. Marco Ferrer es el ganador, que pertenece a ese grupo . Curiosamente no está Patricia Bullrich en el festejo. No fue invitada al triunfo. Está, en cambio, el binguero Daniel Angelici, que no pertenece a la misma línea interna. Vaya a saber uno por qué está ahí.
Es importante que el radicalismo, y este radicalismo de la Capital que sostuvo la candidatura de Larreta, no se siente comprometido ni con Patricia Bullrich ni con Jorge Macri, que ganó la interna por muy poco y empezó a tomar decisiones que dan a entender que pudiera prescindir del resto. Es raro el comportamiento de Jorge Macri porque se lo considera un político inteligente. Seguramente tendrá razones que uno no logra entender. Por ejemplo, no esperó una semana para pedir la cabeza de una funcionaria de Larreta, extremadamente capaz. Una de las mejores funcionarias que tuvo Larreta por su ubicación ideológica. Es María Migliore, la ministra de Desarrollo Social de la ciudad. Jorge Macri no la quiere. Da la impresión de que va a cambiar de concepto en la acción social. Pero pidió que fuera reemplazada nada menos que en medio de los saqueos. Habrá que seguir mirando la Capital. Esta interna con los radicales por la Capital es para el Pro lo que la provincia de Buenos Aires es para Cristina Kirchner.