La renovada presión de La Cámpora para que Axel Kicillof deje la provincia de Buenos Aires y sea candidato a presidente este año, que ya permeó en otros grupos del oficialismo, y la resistencia del gobernador a dejar trunco su proyecto de reelección, provoca por estos días una creciente tensión en el kirchnerismo duro, justo en el inicio de las semanas claves para la definición de las candidaturas más importantes de la coalición gubernamental.
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Según pudo saber LA NACION de fuentes partidarias, la aparición de carteles y pintadas que promocionaban la candidatura de Kicillof a la reelección en la Provincia generó resquemor en La Cámpora, que hizo llegar a oídos de Cristina Kirchner una queja porque el gobernador se estaba anticipando a una decisión que, según su punto de vista, le corresponde a la vicepresidenta en su autoerigido papel de armadora de la estrategia electoral oficialista.
A tal punto resultó evidente el malestar camporista, que se encarna en Máximo Kirchner, que rápidamente los voceros de la gobernación salieron a aclarar que “desde hace varios meses hay pintadas, carteles, pasacalles y demás artículos de cotillón electoral por toda la Provincia pero nada es oficial”, ya que “las candidaturas se definirán en la mesa de conducción del espacio y Axel hará lo que la conducción disponga que sea lo mejor para ganar las elecciones nacional y provincial”. Traducción: lo que Cristina Kirchner disponga.
En la misma línea, el principal asesor de Kicillof y uno de los dirigentes más influyentes en el entorno del gobernador, Carlos Bianco, se allanó al comando cristinista, al asegurar que “Axel será candidato a presidente si Cristina se lo pide”. Sin embargo, en La Plata hace meses que trabajan con la reelección como principal hipótesis política -por eso alentaron el desdoblamiento electoral- y creen divisar la mano de Máximo Kirchner detrás de una jugada interna para perjudicar al mandatario provincial.
La repentina aparición de Eduardo “Wado” de Pedro en reuniones del PJ bonaerense, en especial en la región del conurbano, es considerada como un desembarco en la Provincia pergeñado por Máximo Kirchner, lo cual no deja de sembrar dudas en la capital bonaerense porque el jefe camporista alimenta señales ambiguas respecto del futuro del ministro del Interior. De hecho, nadie puede responder con certeza si será candidato a presidente o a gobernador.
“No estoy convencido de nada, todo puede ser aunque para mi es una locura. Como también es una locura que haya PASO en todos lados”, dijo a este diario un funcionario que vio pasar por su distrito a Wado con traje de candidato. Primero fueron unas fotografías con el jefe de Gabinete bonaerense, Martín Insaurralde, en su pago de Lomas de Zamora; después el nombre del ministro del Interior apareció en los paredones de la Tercera Sección Electoral; y finalmente llegó a Quilmes, para mostrarse en una sugestiva foto con los jefes comunales del conurbano y acompañar luego a un acto a la mujer camporista con más proyección política, la intendenta Mayra Mendoza.
Con Máximo Kirchner jugando abiertamente en territorio bonaerense, muchas veces sin anticipar sus movimientos al gobernador, Kicillof tiene motivos para estar con la guardia alta. El poder de persuasión del hijo vicepresidencial caló hondo en el entorno de su madre, tanto que el senador Oscar Parrilli se convenció de que el mandatario provincial sería el mejor candidato a presidente que puede ofrecer el Frente de Todos en las actuales circunstancias. Y en la misma línea se anota el diputado Leopoldo Moreau, de fuerte predicamento en el campamento kirchnerista.
El apellido Moreau merece un párrafo aparte: Cecilia, la presidenta de la Cámara de Diputados, integra la mesa chica del Frente Renovador y desde allí promueve la candidatura presidencial de Sergio Massa. Tanto ella como otros dirigentes de esa fuerza y también del krichnerismo duro creen que ir a las PASO, tal como reclama el presidente Alberto Fernández, pondrá a la coalición gubernamental ante el grave peligro de “quedar terceros” detrás de Juntos por el Cambio (JxC) y de Javier Milei (La Libertad Avanza).
De ahí que el camporismo y otros grupos del kirchnerismo político y sindical -en la misma sintonía se ubica el diputado bancario Sergio Omar Palazzo– hagan cuentas y proyecten que Kicillof podría ser un buen “candidato único” del Frente de Todos, con lo cual sacaría más votos que Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich por separado. Y también disputaría el primer lugar con Milei, que viene en alza en las encuestas, beneficiado porque no tiene rivales en su interna y pese a que La Libertad Avanza no tuvo buena performance en las elecciones provinciales.
El kirchnerismo duro y también el massismo, cuya alianza se renueva pese a los contratiempos de la economía, piensan el acto en la Plaza de Mayo como una demostración de fuerza que le terminaría de dar el último empujoncito a Alberto Fernández para que desista de impulsar las PASO a nivel nacional y bonaerense. De hecho, no sería de extrañar que la vicepresidenta le responda desde el escenario montado a metros de la Casa Rosada al primer mandatario, apelando a la “ética de la responsabilidad” luego de que el aislado titular del PJ advirtiera que Cristina Kirchner tuvo “descuidos” en la faz “ética”.
“Cuando se vea la foto central del acto, no va a quedar otra que sacar conclusiones”, deslizó uno de los dirigentes al tanto de la organización, pese a que el único dato que blanquean por ahora desde La Cámpora es que Cristina Kirchner será la única oradora. Kicillof hubiera sido el orador de cierre de no ser porque la vicepresidenta confirmó su asistencia a último momento. Ya lo había sido en una concentración contra la “proscripción” de la jefa del kirchnerismo en la puerta del Palacio de Tribunales, sede de la Corte Suprema de Justicia.
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No son datos que le pasen inadvertidos a Máximo Kirchner. El doble jefe de La Cámpora y del PJ bonaerense ya había blanqueado sus resquemores con el favorito de su madre cuando, en un acto en Avellaneda en marzo pasado y con el gobernador parado al lado de él, le reprochó públicamente la idea de “bajar al territorio” para desplegar la gestión, cuando -de acuerdo a su pensamiento- el gobierno debe desarrollarse desde el territorio y con los militantes.
Desde aquel momento, hasta ahora, viene quedando más claro que los planes de Máximo Kirchner y los de Kicillof no necesariamente confluyen. Tal vez, ambos ya iniciaron la carrera por la sucesión de Cristina Kirchner y por empuñar el bastón de mariscal que la vice amaga con pasar a las nuevas generaciones.