ROMA.- Desde hace 15 meses, cuando comenzó la invasión a gran escala de Ucrania, sor Lucía Caram, una monja argentina que vive en España desde hace más de 30 años, presta una ayuda humanitaria extraordinaria a este país devastado y a su gente. Espantada por una guerra que nadie esperaba en el corazón de Europa, que la interpeló en primera persona, desde el principio se puso manos a la obra.
Nacida en Tucumán de familia de origen libanés y figura mediática en España, conocida por su amistad con Lionel Messi, sus libros de cocina y diversas campañas contra la pobreza infantil, a través de corredores humanitarios y al frente de su Fundación del Convento Santa Clara, la Asociación Mensajeros de la Paz de España y Voluntariado CaixaBank, en 18 viajes a Ucrania hizo de todo. Ayudó a salir a unas 4000 personas, entre las cuales 60 heridos de guerra y 20 enfermos oncológicos; recibió en España a unos mil refugiados, fundamentalmente madres con niños; y gracias a campañas solidarias, logró enviar 92 ambulancias, 61 generadores y un autobús con 15 literas para sacar heridos.
Ahora, en otro desafío, sor Lucía –que habla con una acento atípico, mezcla de argentino y español-, busca conseguir un hospital de campaña para que decenas de jóvenes que mueren o quedan mutilados a diario en el frente de la región del Donbass, epicentro de los combates, tengan una oportunidad. De hecho, anunció que se firmó hoy en Zaragoza la compra de un hospital de campaña que cuenta con tres quirófanos, tres unidades de cuidados intensivos -cada una con seis u ocho camas- y una unidad de esterilización, rayos X y laboratorio. “¿Qué se hace? Se opera a la gente, se la intenta estabilizar y se la traslada de inmediato a los centros de referencia donde se los pueda seguir recuperando”, explicó.
Impresionante labor humanitaria de @sorluciacaram en Ucrania 🇺🇦, respaldada por @Pontifex_es 👇🏻 pic.twitter.com/Vt1N5QIxYx
— Elisabetta Piqué (@bettapique) May 24, 2023
Con semejante labor, que cuenta con el respaldo del papa Francisco, a quien hoy puso al día en una reunión en el Vaticano, sor Lucía fue condecorada dos veces por el gobierno de Ucrania. Pero, tal como contó hoy a periodistas en la Santa Sede, su gran preocupación es que en este momento, a diferencia de lo que sucedió al principio, los aliados de Kiev “entregan armas pero ya no está llegando ayuda humanitaria”.
“Ahora se habla de la estrategia, de la contraofensiva, del armamento, de las nuevas formas de defenderse de los ataques, pero la ayuda humanitaria no está llegando”, dijo sor Lucía, que si bien admitió que al principio hubo una “solidaridad compulsiva del primer momento, en la frontera estaba todo el mundo”, lamentó que ahora las cosas son dramáticamente distintas.
“Hoy, no sé si por fatiga mediática, cansancio o lo que sea, la ayuda humanitaria ha bajado, me explicaban, en un 80%. Si en un primer momento nos sentíamos movilizados, creo que la situación en este momento en Ucrania es peor que al comienzo”, advirtió. “Hoy cuesta hablar de víctimas en los medios y es importante buscar y que se envíe ayuda humanitaria”, añadió.
Para dar una idea, sor Lucía contó que esta semana desde el Instituto Nacional de Gestión Sanitaria de Ucrania le pidieron cosas tan elementales como vacunas, antibióticos y medicamentos para la diabetes. “Otra cosa que nos están pidiendo son corredores humanitarios para enfermos oncológicos, porque ya no hay tratamientos”, agregó.
“El país ha sido devastado, han atacado muchísimos hospitales, ambulancias y centros sanitarios y los hospitales realmente están en situaciones muy precarias. Por ejemplo, en el hospital militar de Kiev las habitaciones que eran para dos ahora son para cinco personas. Y ahí hay gente que está mutilada y lo que los chicos, que llamo así porque son muy jóvenes, te dicen es que les faltan brazos, piernas, que han perdido un ojo”, relató.
“Ahí te explican, también, que una característica de esta guerra, que es tan cruel y tan cruenta, es que hay heridas que no se ven que son por onda expansiva: el cráneo hace como una caja de resonancia y hay muchísimas heridas neurológicas, por eso en el frente es necesario que en los hospitales de campaña haya médicos neurocirujanos por este tipo de heridas en la cabeza y en la columna”, precisó.
“Creo que es una obligación ética el poder buscar y conseguir hospitales de campaña porque minimizas las muertes. Estos hospitales se pueden montar y demsontar en media hora: cuando hay un herido, si no es atendido en el primer momento, se muere y muchos han quedado mutilados porque justamente no han sido atendidos en forma inmediata. Cuando lo escuchas en primera persona, te das cuenta de que no puedes parar en esto”, confesó esta monja dominica, que no oculta su inmensa energía.
La fe en la guerra
“Cuando la gente me pregunta por qué sigo yendo a Ucrania, digo dos cosas. Creo que un país tien derecho a defenderse y ahí no entro en el tema de las armas, pero también pienso que la comunidad internacional tienen que reaccionar y tenemos que ir al mismo ritmo de la ayuda humanitaria y esta ayuda no está llegando”, explicó.
“El otro tema por el que voy es que todo esto me ha confirmado en la fe: muchas veces tenemos el tópico de que ante las desgracias humanas la gente se rebela y pregunta ‘¿dónde está Dios en medio de todo esto?’. Cuando ya todo ha fallado, ves lo que significa para la gente la fe. Ir al cementerio en Ucrania es encontrarte con una madre que va todos los días a dialogar con su hijo de 18 años que es lo único que tenía, que dice que ‘vengo aquí para pedirle a Dios que cuide de mi hijo’. Para ellos el tema de la fe es muy fuerte”, agregó.
Sor Lucía, que reconoció que una mediación para detener la guerra en este momento es más que difícil porque los ucranianos quieren una “paz justa” y esto significa que el invasor se vaya, destacó, finalmente, cómo esta guerra le duele al papa Francisco.
“Siempre que hablo con Francisco veo que sufre muchísimo por estas situaciones y lo ves conmovido. Lo que está pasando no son cifras, no son estadísticas, es la realidad de un pueblo, como él dice, la martirizada Ucrania, que se está desangrando. Yo he visto a Francisco herido por esta guerra, lo he visto herido por la impotencia y he visto que está sufriendo: quiere hacer algo, le duele la guerra y tiene una herida sangrante por esto. Francisco pide desesperadamente, aunque debería decir esperanzadamente, encontrar una solución, aliviar el dolor, aunque en este momento está muy focalizado en el tema de la ayuda humanitaria”, dijo.
“El Papa va repitiendo ‘no nos olvidemos de la martirizada Ucrania’, un pueblo que se desangra y que tiene que ser atendido en sus heridas y esto me ayuda a mí a seguir pidiéndole a la gente que envíe ayuda humanitaria”, completó.