La noticia se confirmó hoy. Tal como había adelantado LA NACION, Banco Macro compró el Itaú por US$50 millones. “En los períodos de crisis y de salida de la banca extranjera siempre lo hemos capitalizado para hacer crecimiento inorgánico. Hace algunos años también lo hemos intentado hacer con alguna otra entidad, pero no hemos llegado a buen puerto, pero en este caso hemos podido capitalizar la oportunidad”, reflexionó Jorge Brito, presidente de la firma, en diálogo con un reducido grupo de periodistas.
Desde el piso 28 de la imponente Torre Macro ubicada en Catalinas, el banquero también analizó el resultado de las PASO, el ingreso de la Argentina al grupo de los Brics y la actualidad del sistema financiero argentino. “No imagino un país sin Banco Central”, sentenció, pero agregó que la entidad “funciona como una agencia del Poder Ejecutivo” y que “no se puede seguir emitiendo como herramienta para financiar el déficit”.
La adquisición de las operaciones locales de la entidad brasileña ratifica al Macro como el primer banco del país en términos de patrimonio y lo ubica también en el primer lugar en cantidad de sucursales: suma unas 70 y llega a un total 565, según datos de la propia entidad. Con esto, además, la firma, que es fuerte en el interior del país, gana presencia en Capital Federal y el Gran Buenos Aires, donde hay mayor competencia.
Respecto del valor pagado Brito dijo: “Los bancos hoy tienen un valor que ronda entre el 15% y el 20% de los máximos históricos, con lo cual esta operación no es ajena a las valuaciones que tienen los bancos”.
-¿Por qué la compra del Banco Itaú?
-El Itaú es un banco importante en la Argentina. Se trata de lo que fue el Banco del Buen Ayre hasta los 90. Tiene mucha presencia en Capital y GBA, que no es el fuerte del Macro. Nosotros tenemos un market share de 6% o 7% a nivel nacional [en términos de préstamos totales], pero con una presencia mucho más fuerte en el interior, donde tenemos el 12% o 13%, mientras que en CABA y GBA es de aproximadamente el 1%. Con lo cual para nosotros esto es muy importante, porque es duplicar la presencia que tenemos hoy en el área metropolitana, donde hay mucha más competencia y es mucho más difícil de crecer.
-¿La compra del Itaú implica algún cambio de estrategia?
-Yo diría que reafirma la manera por la cual el banco ha crecido, reafirma eso y potencia de alguna manera nuestra presencia en Capital y GBA, pero el foco del banco va a seguir siendo el mismo, que es individuos y empresas pequeñas y medianas; también damos un servicio a corporate, que vamos a seguir dando, pero el foco nuestro siempre ha sido y lo seguirá siendo individuos y empresas del segmento medio y bajo.
-¿Esto de comprar en tiempos de crisis, implica también que se consigue un mejor precio?
-No es un misterio. Los bancos hoy tienen un valor que ronda entre el 15% y el 20% de los máximos históricos, con lo cual esta operación no es ajena a las valuaciones que tienen los bancos. No es que no hayamos comprado ni más barato ni más caro, son las valuaciones actuales de los bancos hoy en la Argentina.
-¿Para qué contexto de país imagina esta fusión?
-Siempre hemos apostado a este país más allá de los malos gobiernos que claramente hemos tenido. Pero la Argentina tiene ahora más que nunca una oportunidad histórica de crecimiento, que la dan los precios de las commodities agropecuarias, con el precio de la energía, ya que, próximamente, el país va a ser un gran exportador; y también se suman ahora los minerales, sobre todo cobre y litio
-Pero si se piensa en el corto plazo, el candidato más votado en las PASO fue Javier Milei, que propone una dolarización y el cierre del Banco Central. ¿Cómo imagina ese futuro inmediato?
-En el banco siempre nos hemos preparado para los distintos modelos de país y cuando uno mira desde que el banco se fundó, en el año 78, hasta hoy, prácticamente hemos tenido procesos de crecimiento siempre y en todos los gobiernos. Tenemos un modelo banco preparado para un tipo de país, no para un tipo de gobierno. Ahora, después, las reglas de juego que puedan poner los distintos candidatos o los distintos gobiernos son condiciones a las cuales el banco se va a aggiornar. Yo personalmente no imagino un país sin un Banco Central. Podemos discutir si el Banco Central tiene que tener un rol más relevante o menos relevante, o si el Estado tiene que ser más o menos presente. Ese es un tema que le toca a los distintos candidatos debatir y a cada uno de nosotros como ciudadanos elegir cuál es el modelo que queremos.
-¿Cree que es viable una dolarización en este país?
-Bueno, todo es viable. El tema es tener bien en claro cuál es el modelo de dolarización, cuál es el precio de convergencia, explicarle a la gente a qué valor vas a dolarizar y cuánto vas a ganar. Si uno puede explicar eso, no hay ningún problema, todo es viable. No hay muchos países importantes con sus economías dolarizadas. Eso no quiere decir que la Argentina no pueda ser el primero, pero creo que claramente el proceso de dolarización es algo que requiere de muchísima explicación más que de un título. Y hoy no está, que hoy no la tienen.
-El ministro de Economía, Sergio Masa, dijo que lo que no está diciendo Milei es que ese sistema incluiría un plan Bonex previo. ¿Cree que se viene este tipo de programa?
-No, no, para nada. No creo que el próximo gobierno que venga tenga ese objetivo [un plan Bonex]. Con respecto a cuál es el plan de cómo se va a dolarizar, no tengo bien en claro cómo es que desea hacerlo y creo que debe explicar si es que lo piensa hacer el día uno o si es una expresión de deseo de hacia dónde quiere ir. Tal vez lo piensa para más adelante, cuando tenga una base de reservas más importante. Creo que es un tema que amerita ser desarrollado y profundizado mucho más.
-¿Cómo evalúa las propuestas para bajar la inflación en las distintas ofertas electorales?
-Más allá de los matices, lo que me genera optimismo es que me parece que el modelo se agotó. El tema del déficit fiscal atravesó a todos los gobiernos -militares, radicales, peronistas, al de Cambiemos-, y fue un problema sistémico que fue más allá de los partidos políticos. Todos llegan, heredan un sistema que gasta más de lo que recauda, nadie está dispuesto a hacer ese ajuste y todos tienen un comodín que se llama Banco Central, que funciona como una agencia del Poder Ejecutivo. Todos los países del mundo, desde Bolivia y Paraguay hasta Estados Unidos, tienen un Banco Central que funciona con alguna autonomía que le impide al ministro de Economía de turno financiarse sus excesos de gastos. La Argentina no y por eso, salvo en el período de convertibilidad, siempre hemos tenido inflación. Uno a veces comprende y al mismo tiempo lamenta que la única forma que encontremos en la Argentina de resolver esa enfermedad crónica, esa adicción, sea dolarizar.
-¿Cree que entonces tiene que haber algún tipo de ajuste?
-Después vemos qué es lo que hay que hacer, pero por lo menos que el Banco Central no pueda emitir y que sea independiente. Los países serios del mundo gastan los ingresos que tienen y, eventualmente, si gastan más de lo que tienen, lo financian con deuda externa. No es que yo esté recomendando endeudarse más, creo que la Argentina tiene niveles de deuda elevados, no diría muy elevados, diría solamente elevados, y no deberíamos endeudarnos más. Pero lo que seguro no se puede hacer es seguir emitiendo como herramienta para financiar el déficit, porque eso es lo que te genera problemas crónicos, como no tener moneda, y eso destruye la posibilidad de que haya ahorro. La Argentina tiene depósitos por el equivalente al 8% del PBI, la quinta parte de los países vecinos. Y son los mínimos históricos del país, ya que era 25 o 23 puntos en la época de la convertibilidad. Todos los depósitos, o todo el ahorro de los argentinos, está afuera del sistema financiero, que es netamente transaccional. ¿Qué quiere decir afuera? En un banco en el exterior o en el colchón. Ahí tenés una gran oportunidad con cierta seguridad jurídica, de volver a captar toda esa base de depósitos, que, prestándolo al sector privado, tenés una posibilidad de crecimiento.
-¿Cómo ve el año siguiente en materia fiscal?
-Seguramente desde lo fiscal será mucho mejor, por el hecho de que habrá mayores ingresos porque habrá más recaudación al ser un año normal con lluvias, con la soja; y por los menores gastos que debería haber sin las importaciones de gas. Con lo cual creo que para el año siguiente habrá una mejora fiscal, que implica una menor necesidad de ajuste.
-¿Qué opina del ingreso de la Argentina al grupo de los Brics?
-No se puede negar que la Argentina ya está muy relacionada [al grupo], principalmente con China, que es el primer socio comercial. Yo creo que, en ese aspecto, la Argentina, siendo uno de los principales exportadores de materia prima, no puede negar el vínculo institucional que debe tener con esos países, principalmente con China, con lo cual cualquier tipo de acuerdo que vaya en línea con la mejora de comercialización, creo que es positivo para Argentina.
-Pero desde el punto de vista político de con quién decide relacionarse la Argentina, ¿impacta a la hora de atraer inversiones?
-Más allá de que sabemos que claramente el mundo está dividido en dos, por la guerra, por la ideología, por muchos factores, creo que la Argentina no puede escaparle a su condición de exportador de alimentos y que China es el principal importador. Y que la Argentina también lo tiene como un socio comercial de importación de manufactura. Con lo cual es una relación que hay que potenciarla y no negarla. Y entiendo que Estados Unidos lo comprende. El acuerdo con el Fondo ratifica el vínculo que el país tiene con el otro costado del mundo. Y yo soy de los que creen que se puede hacer las dos cosas.
-¿Cómo se desarma la bola de Leliq?
-Eso de la bola de Leliq se ha instalado como un speech de campaña como algo que crece al ritmo de la tasa de interés. Y eso es algo falso. Porque la tasa de interés en la Argentina en los cuatro años no ha sido positiva. Por ende, en términos reales, no has tenido un incremento de las Leliq producto de la tasa de interés, sino que ha sido originado por el déficit fiscal. O sea, el problema ha sido la emisión, no las Leliq, que son apenas la consecuencia. Lo primero que tenemos que definir, casi como una cuestión de Estado, es que no podemos seguir financiando déficit fiscal con emisión. Si nosotros resolvemos esa cuestión, ya tenemos resuelto el tema del flujo, tenemos la garantía de que eso no va a crecer. Una vez que tenés eso resuelto, hay distintas formas de poder resolver el stock.
-¿Cuáles son los principales riesgos del sistema financiero?
-Lo más lamentable del sistema financiero es también la garantía de que no tenga riesgo de corto plazo. La primera es que los depósitos en dólares son prácticamente inexistentes, producto de que el ahorro de la gente está fuera del sistema. Esto es algo muy malo para un país. Pero en momentos de riesgo hace que no tengas ningún problema ahí. Lo segundo, tampoco hay riesgo de tener una corrida en moneda local. ¿Por qué? Porque tenés un cepo. Y al contado con liquidación no se te pueden ir los pesos, porque cuando se compra dólar MEP o CCL con los pesos que están en el sistema, es porque alguien los está vendiendo, con lo cual esos pesos van a quedar en el sistema. Es un sistema cerrado. Con lo cual no veo ningún riesgo de corrida bancaria ni de riesgo de liquidez en un sistema financiero que está muy poco apalancado y con un exceso de capital muy importante.
-¿Y cuánto complica la alta exposición de los bancos al Estado?
-Sí, indudablemente los bancos hoy tienen una exposición al sector público muy importante. Pero también te muestra la historia de la Argentina que, cuando el Estado ha tenido momentos de quiebre, de default, la contaminación al sistema privado ha sido casi inmediata. Pero me parece que la deuda pública en manos de los bancos es totalmente maniobrable, es inferior al patrimonio de los bancos, con lo cual eventualmente lo que está en juego es el patrimonio de los accionistas de los bancos y no los depósitos. En lo que respecta al Banco Macro, nosotros siempre nos hemos limitado a que los préstamos en títulos públicos, los activos en títulos públicos, no pueda exceder lo que es el patrimonio.
El impacto de las fintech
-¿Por qué esta baja la valuación de los bancos?
-En primer lugar, cuando uno mira los bancos a nivel global, en general valen lo mismo hace 10 años o 12 años, porque no fueron ajenas a las amenazas que tenemos de toda la desintermediación que hay de productos financieros no bancarios. Y esto ha sido y es un gran desafío para los bancos centrales de todo el mundo: cómo hacer para que estas plataformas o compañías que van por afuera de los reguladores se puedan seguir desarrollando, porque verdaderamente nacen como una oportunidad, un buen servicio hacia los clientes, y eso está bien que así sea, pero sin llevar estas cuestiones a riesgos sistémicos y tratando de equilibrar la cancha y no pisar la cabeza a las entidades financieras que tienen muchísimas regulaciones, muchas correctas, muchas muy antiguas, que todo eso hacen a un costo muy importante y a una burocracia que muchas veces es un diferencial negativo para las entidades bancarias. Los bancos no son ajenos a esto: hace 20 o 30 años surgieron los fondos de inversión, que vienen a administrar gran parte de la plata del mundo que históricamente era administrada por los bancos y más recientemente, en los últimos 5 o 10 años, aparecen las plataformas financieras, las billeteras digitales, que vienen a ser también soluciones de cash management y que de alguna manera van por afuera del servicio bancario. Eso hace que los bancos en el mundo han tenido y están teniendo una mala performance con respecto a otros sectores, y a eso se le suma que claramente que Argentina, producto de todo lo que ya conocemos, todas las valuaciones de las compañías de la Argentina también están muy atrasadas.
-Hay muchas fintech que ahora están crujiendo, ¿cómo lo ven desde la banca tradicional?
-A mí no me asombra para nada, desde Adeba [la cámara del sector] venimos diciendo hace mucho tiempo el riesgo que implica el desarrollo de estas plataformas por fuera del regulador. Afortunadamente, ninguna de las que ha tenido problemas han sido entidades de riesgo sistémico, es decir que se pueda romper la cadena de pagos o que pueda generar contaminación.