CÓRDOBA.- No se puede “naufragar en la trampa de la timidez” admitió Hernán Lacunza, exministro de Economía de Mauricio Macri y coordinador de los equipos económicos del precandidato a presidente Horacio Rodríguez Larreta de cara a una próxima gestión de Juntos por el Cambio. Fue en una presentación en la Bolsa de Comercio de Córdoba, donde calificó de “impúdico” el accionar del Gobierno de buscar recursos por todos lados para pagar al Fondo Monetario Internacional (FMI): “Están rascando ya no el fondo de la olla sino más allá del fondo; la herencia no se la dejan al próximo gobierno sino a los argentinos”.
“No hay que quedarse corto con las reformas; todas desde el principio; no hay tiempo para gradualismos. Hay que empezar en diciembre del 2023″, sintetizó. Subrayó que, aunque son “fanáticos” de bajar impuestos “primero hay que bajar el gasto, porque si no se los va a volver a subir”.
Sobre el levantamiento del cepo, el economista apuntó que “se va a levantar. ¿Cuándo? Cuando tengamos esto”. Asimismo, apuntó que en el 2025 el país podría estar mejor, con una inflación del 20% y una pobreza del 30%, por ejemplo. Pero “hay que sembrar en el 2024″.
“Hay una demanda de cambio más genuina para no seguir haciendo más de lo mismo; la herencia objetiva va a ser peor, pero habrá una conciencia pública para cambiar. Si nadie quiere cambiar, se resolverá con crisis, con más crisis”, describió.
La necesidad de “consensos” fue en el punto en que se distinguió de la línea de Patricia Bullrich y su economista, Luciano Laspina. “No decimos unidad, pero sí consenso. En 2017 hicimos tres reformas la previsional, la tributaria y el pacto fiscal con las provincias. En 2019 las suspendimos y en 2020 las revertimos. Ese país no merece crédito, no merece inversión; ese país es totalmente volátil”.
Definió que el Gobierno nacional deja un Banco Central “vacío, un agujero fiscal incontrolable y ocultan deliberadamente los detalles del préstamo con China. Creo que estamos explorando límites que hasta acá, al menos en la democracia reciente, no se habían explorado”. Fue en una exposición ante empresarios en un almuerzo organizado por la Bolsa de Comercio de Córdoba.
Respecto de la transición después de las PASO, planteó que el preacuerdo con el FMI “no quiere decir nada”. “Hay un comunicado de prensa que indica ‘si haces estas cosas, hablamos’ pero no sabemos cuáles son esas políticas. Hay decisiones aparentemente conversadas pero que hay que adoptar, pero otra vez está el velo del misterio”, dijo.
Comparó lo que pasó después de las internas abiertas del 2019 con lo que podría pasar ahora; dijo que en aquel momento se tomaron decisiones por el “futuro, por lo que iba a pasar”. El exministro subrayó que el bien “superior era preservar la institucionalidad y la paz social aun tomando medidas con daño colateral. No se elige lo único que desea sino lo menos malo. La orden de prelación era evitar la hiperinflación, el corralito, una devaluación con salto de la pobreza y de la inflación y una ruptura de contratos”.
“No hay dos escenarios. Hay ganar, perder y gobierno que se va en helicóptero. No estoy hablando de un gobierno específico. No puede estar la democracia en duda; nadie la somete a discusión. Esto vale para aquel entonces y para ahora”, enfatizó.
Así, suscribió a las proyecciones que antes había hecho Guido Sandleris, expresidente del Banco Central y asesor estratégico del Instituto de Análisis Económico de la Bolsa: una inflación anual de entre 130% y 140% y una caída de actividad de alrededor del 2,5%. Advirtió de que cómo sigue la economía en la transición, depende de la “responsabilidad” con que actúe el Gobierno después de las PASO.
Sobre las propuestas electorales, sin nombrarlo a Javier Milei, la calificó de “inconsistente”; del oficialismo, dijo que “no habla del futuro, es una incógnita; no sé qué reforma va a hacer porque hace un año que ya está en el gobierno” y de JxC dijo que los precandidatos tienen “matices” pero que las “coincidencias” pasan por un país “integrado al mundo, con menos regulaciones, con un Estado menos pesado, con menos impuestos, con un Estado que no participa de las decisiones intracompañías”.