Hace falta una inversión que consolide la revolución digital en el campo

El campo es el lugar donde la naturaleza y la tecnología se entrelazan para dar respuesta a la demanda de alimentos ante el fuerte crecimiento de la población mundial.

Diferentes dispositivos y aplicaciones permiten que los productores agropecuarios de distintas naciones puedan controlar desde sus celulares lo que sucede con los cultivos y aportar datos a una red colaborativa.

Si bien las nuevas maquinarias tomaron la delantera en transitar el camino de la innovación en el agro, la segunda revolución fue claramente la de los datos. Las herramientas de software hoy son el complemento ideal de los “fierros”, siendo cada vez más accesibles, a la vez que más rápidas e inteligentes.

En este marco, la Argentina se destaca por tener una alta adopción de tecnología con respecto a otros países, aunque la falta de inversión en infraestructura viene retrasando esa tendencia.

Mercado de granos: operaciones que se mueven al compás del dólar blue y la incertidumbre

Según una encuesta reciente realizada por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), el 90% de los productores en Argentina utiliza alguna plataforma o app digital. Sin embargo, sólo el 29% declaró tener buena conectividad en sus campos.

A nivel Latam, el país que claramente lidera el desarrollo y adopción de nuevas tecnologías es Brasil, ya que posee el mayor mercado favoreciendo la proliferación de nuevos emprendimientos, como así también la llegada de tecnologías de naciones como Canadá, EE.UU. e Israel, entre otras líderes en AgTech.

El impacto del uso de plataformas digitales está dirigido principalmente a la eficiencia de producción y de manera más indirecta con el incremento de rinde, a diferencia de las tecnologías de insumos.

Es decir, las tecnologías “soft”, como suelen llamarse, logran reducir costos (a través de ahorro de tiempo por ejemplo), aumentan la escalabilidad de la empresa y ayudan a tomar mejores decisiones que luego impactan en la productividad.

Por eso, el retorno directo de su inversión está directamente relacionado a nivel de uso que se haga de estas tecnologías. En casos puntuales, pueden lograr ahorros de más del 20% en el uso de insumo y hasta evitar pérdidas completas del cultivo sólo por tener trazabilidad de lo ocurrido en cada lote.

Pero, a pesar de estos avances tecnológicos, el clima sigue siendo la principal fuente de incertidumbre de los productores agropecuarios con eventos cada más extremos, como la sequía ocurrida este año en la Argentina.

Ante la baja previsibilidad, es imperante que se puedan desarrollar y expandir los productos de seguros multirriesgo que permitirán negocios más sostenibles, mitigando la exposición inherente a la actividad agrícola extensiva.

La buena noticia para el sector es que, lejos de estar en el techo, aún quedan muchos escalones para subir en el camino de la innovación. Queda claro que es este el camino que debe transitarse de cara al futuro, aplicando conocimientos y parándose firmes sobre la solidez y el poder de los datos.

En ese sentido, se puede observar cómo un sector que tradicionalmente estuvo ligado a los mecanismos y trabajos manuales, cada vez más está ingresando a un nuevo estadio de transformación digital, entendiendo que tanto la automatización de procesos, la adquisición de diferentes herramientas para reducir riesgos y el aprovechamiento de la información compartida con miles de productores van en la misma línea de la mejora del rendimiento.

El acompañamiento que haga el Estado para impulsar las inversiones de infraestructura que hacen falta será fundamental para profundizar ese proceso.

El autor es cofundador de SIMA agtech

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