PARÍS.– En un enésimo chantaje nuclear desde que comenzó la guerra en Ucrania, Vladimir Putin anunció el viernes haber transferido a Bielorrusia sus primeras armas atómicas, concretando así el despliegue anunciado en marzo. Y si bien los responsables occidentales aseguran que esta acción no significa un cambio en la geoestrategia regional, su lectura autoriza a sacar varias conclusiones.
“Las primeras ojivas nucleares han sido libradas a Bielorrusia. Son solo las primeras. Antes que termine el verano (boreal), o a fin de año, concluiremos el trabajo”, dijo en el marco del Foro Económico de San Petersburgo, transmitido en directo por la televisión rusa.
El presidente ruso recordó que “el despliegue de armas nucleares tácticas” en Bielorrusia era el fruto de un acuerdo anunciado en marzo junto al presidente de ese país, Alexandre Lukashenko, que prestó su territorio a Rusia para atacar a Ucrania. Según Putin, se trata de un elemento de disuasión para “aquellos que piensan infligir a Rusia una derrota estratégica”.
El anuncio del despliegue de esas armas tácticas en Bielorrusia, un país situado a las puertas de la Unión Europea (UE), provocó en un primer momento el temor generalizado de una escalada del conflicto ucraniano. También suscitó vivas críticas de la comunidad internacional, de los occidentales en particular, sobre todo porque el autócrata ruso no cesa de evocar la posibilidad de recurrir al arma atómica desde que invadió a su vecino.
A pesar de que su radio de acción -hasta 500 kilómetros- es mucho más limitado que las armas “estratégicas”, los armamentos nucleares “tácticos”, que tienen por vocación ser utilizados en el campo de batalla, pueden provocar enormes daños. A comienzos de abril, Moscú también indicó haber comenzado a formar a los militares bielorrusos en la utilización de esas armas. Putin indicó que diez aviones habían sido equipados en Bielorrusia para utilizarlas y que un depósito especial estaría terminado para el 1° de julio.
Pero, si según los occidentales la política nuclear rusa no ha cambiado desde que comenzó la guerra, ¿por qué Putin insiste en evocar el apocalipsis una y otra vez?
“Naturalmente para provocar miedo. Y moviendo las ojivas tácticas hasta las puertas de la UE y de la OTAN, espera hacer presión en particular sobre Polonia y los países bálticos”, señala el especialista Frederic Encel. La pregunta, sin embargo, persiste: ¿es posible que Putin sea capaz de utilizar el arma nuclear?
En febrero de 2020, la Armada de Estaos Unidos puso en servicio una nueva cabeza nuclear de escasa potencia (cinco kilotones de TNT) a bordo de uno de sus submarinos nucleares lanzadores de misiles balísticos (SNLE) de clase Ohio. Su objetivo era responder a la doctrina “escalada-desescalada” de Rusia. La misma había sido descrita en la última edición de la Nuclear Posture Review (NPR), publicada dos años antes por el Pentágono.
“La estrategia y la doctrina rusas ponen el acento en la utilización coercitiva y militar potencial de armas nucleares. Erróneamente, considera que la amenaza de una escalada nuclear o de una primera utilización efectiva de armas nucleares serviría a ‘enfriar’ un conflicto, reduciéndolo a condiciones favorables. Esa percepción errónea aumenta el riesgo de un error de cálculo y de escalada”, explicaba el documento.
En claro, según esa NRP, Rusia podría decidir la utilización del arma nuclear táctica en caso de conflicto con la OTAN, apostando a que Estados Unidos no sería capaz de adaptar su respuesta, ya que su arsenal solo contaría con armas estratégicas.
“Queremos asegurarnos de que Rusia no haga un error de cálculo. El Kremlin debe comprender que lanzar un ataque nuclear, aun limitado, no le permitirá alcanzar su objetivo, modificará fundamentalmente la naturaleza del conflicto y tendrá un costo incalculable e intolerable para Moscú”, había advertido entonces Robert Soofer, secretario adjunto de Defensa, responsable de la política nuclear.
Doctrina nuclear
Rusia siempre desmintió querer poner en práctica esa lógica de escalada-desescalada. No obstante, en la última versión de su doctrina nuclear, publicada en 2020, se afirma que “en caso de conflicto militar, la política del Estado en el terreno de la disuasión nuclear tenderá a impedir la escalada de las hostilidades y a poner fin en condiciones aceptables para la Federación de Rusia y (o) sus aliados”.
Para el periódico Kommersant, ese pasaje podría ser interpretado como “una confirmación oficial de que las autoridades rusas consideran posible utilizar armas nucleares en una escala limitada para obtener avances en un conflicto donde solo intervienen armas clásicas”.
Según esa doctrina, Rusia podría recurrir a su arsenal nuclear en caso de “informaciones fiables sobre el lanzamiento de misiles balísticos que atacasen el territorio ruso o sus aliados”, de un “impacto de ataque enemigo contra instalaciones críticas y militares del país, que perturbaría la capacidad de responder con armas nucleares”, de una “agresión con armas clásicas, susceptibles de amenazar la existencia del Estado” y de la “utilización de armas nucleares u otras armas de destrucción masiva por parte del enemigo y sus aliados”. El 10 de marzo, Rusia había acusado, en efecto, a Estados Unidos de haber ayudado a Ucrania a desarrollar armas biológicas.
En todo caso, el jefe del Kremlin no le teme a la contradicción. En marzo, durante la visita a Moscú del líder chino Xi Jinping firmó un documento común declarando que “las potencias nucleares no deben desplegar armas nucleares fuera de sus territorios”. La frase estaba destinada a Estados Unidos y otros países miembros de la OTAN, pero el envío de ojivas a Bielorrusia deja al descubierto la escasa seriedad de los compromisos asumidos por Moscú.
Otra de las conclusiones que pueden sacarse de la decisión rusa es que Bielorrusia ha sido totalmente avasallada por Moscú. Cuando comenzó la guerra, Lukashenko, el dictador de Minsk, pareció dispuesto a no comprometer totalmente a su país en la guerra. Sin embargo, no tuvo otra opción que la de obedecer a las órdenes del Kremlin, su única esperanza de sobrevivir desde las elecciones fraudulentas de 2019 que provocaron una enorme sublevación popular.
Los expertos occidentales, así como el Pentágono siguen convencidos de que el mundo se halla hasta ahora frente a una nueva “escalada retórica” típica de Putin y que, desde el punto de vista de la geoestrategia, la instalación de las ojivas nucleares tácticas en Bielorrusia no cambia gran cosa.
“Con sus ojivas nucleares reunidas en el oblast de Kaliningrado, Rusia ya se encontraba en las fronteras de la OTAN”, analiza Encel. A su juicio, la guerra debería proseguir en el terreno militar clásico, mientras que la principal víctima de este episodio es la soberanía de Bielorrusia. Aunque sobre ese punto, nadie se hacía demasiadas ilusiones.