Gen emprendedor. Los fracasados son los nuevos exitosos

Yo no sé qué piensa el lector de estos artículos sobre el éxito y el fracaso, pero, personalmente, estoy harto de escuchar a gente exitosa enrostrarnos lo maravillosa que es. Hubo un momento en el que muchos de los llamados emprendedores daban conferencias en todos lados explicando cómo habían sido exitosos. Si se escarbaba un poco, se descubría que lo único que habían emprendido lo vendieron y su nuevo negocio era armar centros de investigación o dar charlas de cualquier tema. Escucharlos es glamoroso. Pero la realidad es que en cualquier temática siempre es lindo escuchar los casos de éxito, o aquellos que lograron un imperio de la nada, o construyeron una corporación desde un garaje, o que no fueron a la universidad, pero la inspiración divina los iluminó y parieron una empresa. ¿Cuánta gente hay así? Poca. La mayoría de los mortales fracasan. Varios estudios sostienen que el 90% de las empresas que se crean no llegan a superar los cinco años de vida, y que el 70% muere antes de los 3 años de creadas. Un panorama divino que nos tiene que hacer mirar otras historias: la de los fracasos.

Demian Sterman, es especialista en innovación y transformación cultural y autor de varios libros, entre ellos Historias de fracasos y fracasados que cambiaron el mundo y Fracasa mejor (Editorial Paidós). Sterman desmitifica la idea del fracaso como algo atroz. Por el contrario, considera que el fracaso “no es un concepto alejado de la innovación y la creatividad porque es parte de un mismo sistema. Los procesos creativos y los de innovación se basan en la exploración y la experimentación y, en ambas situaciones, la posibilidad de que las cosas no nos salgan como esperamos es la primera de las posibilidades”.

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Entrevistado para LA NACION, Sterman también enfatiza que a veces el fracaso sirve para impulsar una industria o un negocio: “El fracaso, la falla y el error siempre fueron partes funcionales a la hora de los éxitos. Un ejemplo algo reciente tiene que ver con la vacuna contra el covid de AstraZeneca y la Universidad de Oxford que mejoraron su efectividad del 62% al 90% gracias a que documentaron un descuido de uno de sus laboratorios: se aplicó por error una dosis y media en lugar de las dos dosis planificadas, logrando un resultado inesperado. Si Steve Jobs no hubiera fracasado con su mega computadora “Lisa” en 1983, la productora de animación Pixar nunca hubiera logrado el éxito que tuvo con Toy Story, ya que pudo hacerlo a partir de la tecnología que les llevó Steve Jobs tres años después, que fue la misma que provocó su despido de Apple”.

Capacidad de resiliencia

Si algo genera el fracaso en algunas personas es la resiliencia, lo que puede dar vuelta el fracaso en sí mismo. Pensemos en J.K. Rowling, que fue rechazada doce veces hasta que Harry Potter y la piedra filosofal (el primer libro de la famosa saga) fue aceptada por un editor; o los cientos de veces que Walt Disney intentó conseguir financiamiento para Disneyland y fracasó.

Hace unos años, me invitaron de Fuck Up Nights (la noche de los fracasos) para entrevistar a las personas que, previamente, habían fracasado en sus negocios. La realidad es que hay que tener ganas de contar frente a 500 personas que hiciste todo mal. Pero siempre había una cuota de buen humor en las historias. Recuerdo algunas, como la emprendedora que soñaba hacer sombreros, produjo cientos de sombreros y vino la crisis del campo y no los compró nadie. Pero insistió con la idea y en su segundo intento trajo sombreros de afuera hasta que el gobierno en ese momento prohibió las importaciones. O aquel emprendedor que quiso emular la cadena norteamericana Whole Foods y no pasó de una verdulería. Definitivamente, nos equivocamos. El tema es el aprendizaje luego del error.

Misma moneda

El organizador de Fuckup Nights Buenos Aires, primero, y OOPS! (Otra Oportunidad Para Superarse), después, es Hernán Schuster. “El concepto que yo tenía en la cabeza era que el éxito era la ausencia de fracasos. Sin embargo, pude darme cuenta de que éxito y fracaso no son opuestos, no son dos caras de una moneda, sino que son parte de un mismo sistema, y que con cada fracaso —si podés aprender de la experiencia fallida— vas a estar mejor preparado para enfrentar lo que viene…”.

¿Por qué fracasa el emprendedor? Principalmente, porque no todo el mundo tiene la capacidad de emprender. Con suerte pueden manejar su sueldo y llegar a fin de mes. Schuster lo explica de esta forma: “Se tiende a asumir que cualquiera puede emprender, y la realidad es que no es para todos. Emprender es una montaña rusa de emociones, y por eso primero hay que cuestionarse el por qué. ¿Qué nos motiva a emprender? Estamos hablando ni más ni menos que de encontrar un propósito, algo de un orden mayor que nos guíe”.

La importancia del socio

Los socios es un segundo aspecto que puede hacer fracasar la nueva idea. “Si al emprender elegís hacerlo en sociedad con alguien más, debés tener presente que no todos se asocian por las mismas razones: algunos pueden hacerlo por dinero, otros porque necesitan las habilidades y los contactos del socio, o cualquier otra cosa a la que no se tenga fácil acceso por cuenta propia. Pero hay que tener mucho cuidado, porque lo que en el corto plazo puede resultar gratis, en el largo plazo podría ser carísimo. De acuerdo al ingenio popular, la cantidad ideal de socios es un número impar menor a tres” asegura Schuster. Conclusión, más vale solo, que mal acompañado. O, buscar bien al socio que comparta los mismos objetivos y nos complemente en capacidades.

El modelo de negocios, el mercado, el timing y las finanzas son, por supuesto, relevantes a la hora de entender si el negocio va a avanzar o no. Y por favor emprendedores, hay que darse cuenta que una idea que para ustedes puede ser maravillosa al mercado le interesa nada. No hay que anclarse en la idea, hay que avanzar a otra cosa.

Si uno es un emprendedor, el fracaso está a la vuelta de la esquina. Y si uno emprende en Argentina, lo tienen enfrente. ¿Cómo hacer para fracasar mejor y capitalizar ese aprendizaje? Para Sterman, hay que entender que fracasar es aprender. “Si miramos el fracaso por todo lo que nos va a dar en lugar de todo lo que nos va a quitar, es aprovechar esa información fundamental para el próximo intento. En el caso de los proyectos y el mundo laboral, rodearse de buenos equipos, mucha curiosidad, capacidades complementarias, resiliencia y muy buen humor son claves. El humor, la resiliencia, el conocimiento y el fracaso logran ser buenos compinches a la hora de seguir para adelante y encontrar el éxito”.

Para Schuster, de Oops! el fracaso es parte de la vida del emprendedor: “Vas a fracasar, de eso no hay dudas. Ahora bien, el fracaso puede ser un evento que te paralice, o puede convertirse en otra oportunidad para superarte, para hacer las cosas mejor. Para eso, necesitás aprender de aquello que no salió tal como esperabas, para no tropezar dos veces con la misma piedra”.

Una vez, un periodista le cuestionó a Thomas Edison sobre cómo se sentía haber fracasado mil veces antes de inventar la bombilla. Y él le contestó “no fueron mil fracasos, sino un invento que requirió de mil pasos”. En definitiva, todo depende de qué lado del fracaso queremos mirar.

El autor es PhD, profesor de la UTDT y autor de Fragmentados.

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