“El impuesto a las rentas de las personas físicas es el puntal de los sistemas tributarios modernos, junto con el IVA y las contribuciones sobre la seguridad social, y el que tiene mayor potencial redistributivo; habiendo impuestos tan nefastos como el que pesa sobre los créditos y débitos bancarios, hablar de sacar Ganancias es absurdo”, plantea el economista Oscar Cetrángolo, al dar su visión sobre los anuncios hechos en plena campaña electoral por el ministro de Economía y candidato a presidente por el oficialismo, Sergio Massa.
La observación coincide con la de no pocos economistas y tributaristas. Hay bastante consenso en identificar al impuesto a las ganancias como uno de los más progresivos y de los más utilizados en el mundo. El problema para nada menor en la Argentina es que el esquema está atravesado por fuertes distorsiones, como resultado de la inflación y la consecuente suba nominal de los ingresos, y también como efecto de varias medidas que, de manera parcial y muchas veces planteando discriminaciones entre personas, se toman desde el Gobierno frente a esa realidad. Por varias cuestiones, desde hace ya tiempo se advierte que no está bien medida la capacidad contributiva de las personas. Entonces, pagan -hasta los salarios de este mes- personas que no deberían pagar, a la vez que no existe una adecuada progresividad en las alícuotas aplicadas y hay tratos diferentes en el universo de trabajadores. La desactualización del esquema, además, lleva a que el porcentaje del descuento por la carga fiscal vaya creciendo al mismo tiempo que el salario pierde poder adquisitivo.
Massa anunció, en un acto en el que el sindicalismo le mostró su apoyo político, modificaciones en el impuesto a partir de los salarios de octubre y, además, un proyecto de ley para que a partir de 2024 rija un piso para tributar un nuevo impuesto “a los mayores ingresos” (ya no se llamaría Ganancias), que sea equivalente a 15 veces el salario mínimo, vital y móvil, una base considerada hoy elevada, que a futuro podría ser causa de decisiones discrecionales de los gobiernos.
Según Cetrángolo, el piso de $1.770.000 para tributar (15 salarios mínimos de hoy) que, según lo anunciado, regirá a partir de las remuneraciones de octubre, dejará a la Argentina como el país con el umbral más alto de la región. “Se beneficia al quintil (20%) y tal vez al decil (10%) más rico de la población, cuando hay dos quintiles bajo la línea de pobreza”, dice el investigador en el Instituto Interdisciplinario de Economía Política de la UBA y el Conicet.
Si se mira el mapa laboral de la Argentina, del total de ocupados, entre formales e informales y asalariados y cuentapropistas, la medida impacta en los ingresos de menos del 3% de ellos, que están ubicados entre los de ingresos más elevados y que tendrán una mejora en su ingreso de bolsillo que, según lo dicho por Economía, llegaría hasta el 27%.
En la opinión del abogado tributarista Diego Fraga, socio de Expansion Business, “debería haber una actualización del monto de las deducciones y de todo el esquema, para que haya una verdadera medición de la capacidad contributiva”. Las deducciones son montos que se descuentan del ingreso antes de hacerse el cálculo del impuesto y pueden ser por diferentes conceptos, como hijos a cargo o gastos tales como el alquiler de vivienda o los salarios del servicio doméstico. Además, hay una parte del ingreso no imponible para todos por igual. Todos los importes vinculados a esos conceptos están congelados desde enero.
Además de la falta de un reajuste adecuado de los montos deducibles, dice Fraga, está “la irritante situación por el diferente trato para asalariados y autónomos, que pagan a partir de cifras que son irrisorias y con alícuotas que resultan exorbitantes”.
Un alivio necesario y un riesgo fiscal
El abogado afirma que es necesario un paliativo para quienes están pagando Ganancias este año, y que es mejor una medida generalizada que otorgar alivios por sectores, como los que se están dando, bajo impulso de la gestión de Massa, por acuerdos entre empresas con sindicatos y que generan situaciones de inequidad. “Pero este es un paliativo mal hecho, arbitrario y discriminatorio, porque no contempla todas las situaciones”, afirma.
Ese aspecto que ganó espacio en el sistema de Ganancias es cuestionable también para el contador Alberto Mastandrea, socio de Impuestos & Legales en BDO Argentina. El “mecanismo anómalo” de negociar la inclusión de determinados conceptos en los recibos de salarios generó que haya trabajadores representados por determinados sindicatos que quedan al margen del impuesto, “cuando sus remuneraciones mensuales se ubican en el orden de los $2 millones mensuales”
“Básicamente es una medida política y también semántica; la palabra ganancias induce a confusión”, señala el economista Juan Llach respecto del anuncio de Massa. Agrega que lo lógico es que todo ingreso esté gravado y que un gran problema en la Argentina es la insostenible evasión tributaria, que se acerca al 50%. “A eso se agrega que no queremos pagar impuestos, como se vio con el anuncio, pero sí nos gusta gastar”, analiza. Y el resultado, advierte, es alto déficit fiscal.
Según datos aportados por Julián Folgar, docente en la facultad de Ciencias Económicas de la UBA, “comparativamente en la Argentina pagan Ganancias menos personas que en el mundo”, y de 170 países, hay cuatro que no lo cobran: Arabia Saudita, Oman, Qatar y Emiratos Árabes. Si se observa a partir de qué ingreso se paga el tributo en relación al ingreso promedio por habitante (el PBI per cápita), en la Argentina eso dará en octubre una relación de 3 veces. En países como Uruguay, Chile, Brasil y Perú esa relación es inferior a 1, según un cuadro elaborado sobre la base de datos de la Cepal.
Un rasgo que caracteriza a la Argentina es que, bien la recaudación del impuesto es relativamente menor en comparación con otros lugares del mundo, para los contribuyentes la carga resulta pesada, porque, dada la falta de una actualización adecuada, se pasa a tributar muy rápidamente con las alícuotas más altas.
La manera en que se cubrirá el agravamiento del déficit fiscal que dejará la medida referida a Ganancias es un tema de preocupación. “Si el costo fiscal no se compensa con una baja del gasto, será peligroso, porque habrá más emisión, que llevará a mayor inflación”, dice Fraga.
Otro punto que podría incidir en el escenario económico y en los precios es que, en gran medida, el dinero recibido por los algo más de 600.000 beneficiados podría ir al dólar. El temor a que tal cosa ocurra fue expresado por el propio Massa en el acto político en Plaza de Mayo en el cual, frente a manifestantes convocados por la CGT, anunció su decisión. Y pidió: “No me vayan a comprar dólares”.