Fue un campo conocido por un famoso queso y hoy allí un noruego produce miles de litros de leche

Muchas personas recuerdan el queso roquefort “Santa Rosa”, proveniente de una fábrica montada en un campo cercano a Buenos Aires, un producto reconocido por su pureza y calidad sobresalientes. Durante muchos años, la familia Bemberg produjo leche en su campo de Monte, además de haber montado una industria que daba lugar al afamado queso y a otros lácteos. Eran otros tiempos, y en el campo, de 4490 hectáreas, había 40 tambos con ordeño a mano combinados con la fábrica, lo que conformaba una verdadera revolución para la época.

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En 1970 se pasó al ordeño a máquina, con bretes a la par, y en 1993 se cambió por diseños en espina de pescado que se mantienen hasta la actualidad. La leche producida se procesaba en la fábrica, que tenía capacidad de recibir 40.000 litros por día y daba trabajo a 100 empleados, lo que motorizaba el empleo en la cercana ciudad de General Belgrano. Hoy la fábrica está desactivada y en el campo solo queda la producción lechera, pero en gran escala y con mucha tecnología, que se comercializa hacia una usina de la zona.

Un trabajo titánico

En Santa Rosa de los Cerrillos se ordeñan actualmente 1550 vacas, que producen 32.000 litros por día, y además se llevan adelante planteos agrícolas. El grano es utilizado principalmente para fabricar el alimento balanceado que consume el rodeo; otra parte se vende para pagar los insumos necesarios para producirlos. La reproducción del rodeo se lleva a cabo con inseminación artificial y las vaquillonas son fecundadas con semen sexado, para facilitar la reposición y la venta como Puro Controlado.

En detalle, Santa Rosa de los Cerrillos es una empresa mixta de 4990 hectáreas, ubicada en el partido de Monte, a orillas del río Salado. Perteneció a la familia Bemberg hasta 1990, tras lo cual fue vendida a su actual propietario, Ian Johansen, un noruego que vive en el país y supervisa su funcionamiento.

El nuevo dueño cerró la fábrica de lácteos, pero mantiene la producción lechera. Actualmente, el tambo ocupa el 30% de la superficie del campo y el resto se destina a la producción de granos, de la cual una parte importante se usa para fabricar alimento balanceado para las lecheras y otra parte se vende. Históricamente en el campo llueve 1037mm como promedio anual y la producción se desarrolla sobre suelos de muy buena actitud para producir pasto y granos.

El planteo productivo de la empresa es pastoril con suplementación, con el 50% de la alimentación aportado por el pasto. Las praderas tienen como base la alfalfa o consociaciones que incluyen festuca, trébol rojo y blanco. En invierno se agrega el raigrás y se suministran las reservas confeccionadas en primavera. Además, cuando van a ordeñarse, las vacas reciben silo de maíz, de alfalfa, de pasturas consociadas o de raigrás, más alimento balanceado que se prepara en la planta propia.

Las 1550 vacas se ordeñan en dos tambos: “uno de 20 bajadas, que ordeña 850 vientres en ocho horas, y otro de 18 bajadas que atiende 500 vacas en cinco horas”, relata Andrés Leglise, de 40 años, veterinario encargado general de la empresa, que gerencia día a día la producción de leche y de granos organizando el trabajo de los empleados.

La hacienda es de raza Holando Argentino, marca líquida, con 70 años de selección genética y registros en ACHA (Asociación Criadores de Holando Argentino). “Permanentemente se va mejorando la calidad de los animales, incorporando genética de proveedores externos como Select-Debernardi”, explica Leglise.

La reproducción se basa en la inseminación artificial detectando celo con pintura. Recientemente, se incorporaron collares a las vacas, que permiten un seguimiento individual más preciso. Las vaquillonas son inseminadas artificialmente a tiempo fijo. “Las que presentan celo en las primeras 48 horas luego de la inseminación son fecundadas con semen sexado, para asegurar la reposición del rodeo y para facilitar la venta comercial”, explica Leglise.

Granos

Simultáneamente, en el 70% del campo se desarrollan planteos agrícolas que incluyen maíz, girasol, trigo y soja, con equipos propios de labranza y siembra. La mayor parte se orienta hacia la alimentación de las vacas agregando valor a una producción primaria mediante la fabricación de alimento balanceado. En esa instalación se muele el maíz y se mezcla con expeller de soja también molido, producido a fasón contra la entrega de porotos a una industria cercana. A esa combinación (68% de maíz y 28% expeller) se le agrega una premezcla, tras lo cual se almacena en silos chacra hasta que se distribuye con dos camiones propios y tolvas a los silos de cada tambo.

Toda esta organización no sería posible sin un buen equipo. En Santa Rosa de los Cerrillos viven 53 familias, que se busca arraigar en el campo. Los hijos van a un colegio primario en el campo y un transporte los lleva a una escuela secundaria cercana.

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