BARILOCHE.– Durante dos días, los principales precandidatos presidenciales recorrieron más de 1500 kilómetros para convencer a los poderosos empresarios argentinos de sus propuestas para estabilizar la economía y generar las bases para crecer de manera sostenida. Patricia Bullrich, Javier Milei, María Eugenia Vidal, Horacio Rodríguez Larreta y Gerardo Morales participaron, en ese orden, en el foro Llao Llao, que se organiza desde hace 10 años en esta ciudad.
Cada uno de los candidatos llegó con su principal asesor económico. Bullrich, la exministra de Seguridad, estuvo acompañada por el diputado Luciano Laspina, quién será su virtual ministro de Economía, si preside la Casa Rosada. Vidal, por su parte, dice que en una hipotética gestión suya, el Palacio de Hacienda estará bajo el control de Hernán Lacunza, su ministro de Economía en la provincia de Buenos Aires.
Lacunza también es uno de los principales asesores del jefe de Gobierno porteño y anoche lo acompañó en su exposición durante la cena en el foro. Sin embargo, el equipo de Larreta evita confirmarlo como futuro ministro de Economía y suman dentro de esa contienda a Carlos Melconian, que está trabajando en otro plan económico junto con el equipo técnico de la Fundación Mediterránea, la organización del think tank Ieral, que fundó Domingo Cavallo.
Morales, el gobernador de Jujuy y representante del radicalismo, llegó a esta ciudad acompañado del economista y profesor de la Universidad Di Tella, Eduardo Levy Yeyati. Milei, por su parte, si bien anunció que ya tiene a su ministro de Economía, todavía no difundió su nombre ni lo acompañó al Llao LLao, pero su equipo estaría basado en economistas de la Universidad del Cema.
A los asesores económicos nos les gusta hablar de la discusión entre shock o gradualismo, porque recuerda el debate que predominó durante los primeros meses de gestión de Mauricio Macri, y que luego volvió a ponerse de moda con la crisis desatada en abril de 2018. Sin embargo, si bien todos los asesores económicos que visitaron el Llao Llao coinciden en que hay que reducir el gasto del Estado y llegar al equilibrio fiscal en el primer año de gobierno, no hay una opinión unánime acerca de cuándo quitar el cepo cambiario.
El control de cambios se impuso en octubre de 2019, a fines del gobierno de Macri, luego de la desconfianza desatada tras las elecciones primarias de ese año, que gatilló que los ahorristas e inversores no quisieran tener pesos –lo que en la jerga financiera se dice “caída de la demanda de dinero”–, y buscaran desesperadamente dolarizarse. Al no haber dólares para todos, aquel gobierno impuso el cepo cambiario.
La administración de Alberto Fernández, por su parte, en vez de recuperar la confianza en la moneda local, profundizó los controles cambiarios y retroalimentó de esta manera el apetito dolarizador.
“Salir del cepo cambiario es una prioridad desde los primeros días. No creemos en la política de sacar el cepo de a poco, porque nadie va a tomar decisiones con cepo, solo postergaremos el comienzo del cambio. Sin tomar esta decisión, los actores económicos no tomarán las suyas”, dijo Patricia Bullrich, cuando leyó su discurso en la primera noche del foro.
En el entorno de la expresidenta del Pro se cree que un escenario cada vez más probable es que el Gobierno termine con una hiperinflación, lo que facilitaría la quita del cepo, porque se fortalecería el balance del Banco Central. Al igual que se beneficiarían aquellas personas que tienen deudas en pesos a tasa fija y ahorros en dólares, lo mismo sucede con los pasivos en pesos y los activos en dólares de la entidad monetaria.
Por otro lado, su equipo económico también cree que, como al Banco Central le faltan dólares, cada vez más importaciones se harán al tipo de cambio paralelo ($420) y los precios de la economía reflejarán ese dólar, que está por encima del oficial ($220). Por lo tanto, al quitar el cepo cambiario, la devaluación del tipo de cambio oficial no tendrá tanta injerencia en el resto de los precios de la economía.
La quita del cepo también es una prioridad de Milei, que directamente tiene un plan para dolarizar la economía. En ambos casos, sin embargo, se necesitaría un tipo de cambio altísimo para convertir el excedente de pesos que hay en la economía por los escasos dólares genuinos del Banco Central. En otras palabras, se necesitaría una gran devaluación de la moneda.
“No lo van a poder hacer ninguno de los dos”, dicen cerca de Rodríguez Larreta. “¿Cuál sería el tipo de cambio de una dolarización? ¿$10.000 por dólar? El Banco Central tiene alrededor de US$32.000 millones de deuda comercial, cuando lo normal son US$20.000 millones [deuda por importaciones que se realizaron y todavía no se pagaron]. Además, hay empresas que no pudieron distribuir dividendos [girar divisas a sus accionistas del exterior] por alrededor de US$30.000 millones”, agregan.
Hay un sector de Juntos por el Cambio que no ve como un escenario probable la hiperinflación, aunque la probabilidad ya no es cero, como se creía hace unos meses. Las dos variables que hicieron aumentar las chances fueron la sequía, que implicó alrededor de US$20.000 millones menos de divisas para el país, y el crecimiento de Milei en la intención de votos. La posibilidad de que el candidato liberal –que afirma que dolarizará la economía– pueda entrar a un ballottage acelera la intensión de los ahorristas de desprenderse de pesos y comprar dólares, por la incertidumbre que sus políticas generan.
Por otro parte, una salida de Sergio Massa del Ministerio de Economía también podría disparar una mayor aceleración inflacionaria, como ocurrió en agosto del año pasado, cuando se intuyó un vacío político en la gestión de gobierno. La moderación del Gobierno para reducir el déficit fiscal –que ya no tiene forma de ser financiado– también es otro combustible que le establece un piso a la inflación.
“No se puede quitar el cepo de repente. Hay que hacerlo de una manera que no genere ni una espiralización inflacionaria, ni una pérdida de reservas. Y hay que sacarlo de manera sostenible, para que no se vuelva a poner más, no como ocurrió la vez pasada. Primero hay que tomar medidas para estabilizar la economía y en algún momento se saca, de manera que nadie lo va a notar. Eso no implica que hay que tener el mismo cepo todo el año. En 12 meses se puede sacar, si la brecha cambiaria es 5%, ya no es relevante”, concluyó otro de los asesores económicos cercanos al radicalismo.