En julio se cumplió el vaticinio de los analistas que decía que los valores del ternero estaban atrasados y que tenían potencial para la recuperación. En los últimos 20/25 días el mercado dejó atrás las cotizaciones del orden de los $500 por kilo para ubicarse alrededor de $600, según clase y peso. “Los precios se acomodaron luego de un semestre muy duro en términos climáticos, que lentamente está cambiando y que provoca una reducción estacional de la oferta, que enfrenta una demanda firme”, observa Ignacio Iriarte, director de Informe Ganadero.
“La hembra y el macho aumentan semana tras semana, con precios que a moneda constante llegan a ser comparables con los que se pagaban en enero”, ilustra el consultor. El reacomodamiento del valor del ternero y el aumento previsible del precio del maíz a partir de las últimas medidas complica la economía de los feedlots, que enfrentan precios congelados para el gordo liviano, con un alto nivel de ocupación de los corrales.
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Los 2,1 millones de cabezas encerrados garantizan una oferta de alrededor de 500.000 animales por mes por lo menos hasta octubre, lo que daría pocas posibilidades de subas importantes para el precio del gordo en términos reales.
Vacas entonadas
En julio también hubo mejoras en el precio de las vacas para conserva y manufactura, a raíz de la paulatina declinación de la oferta y de la reanudación estacional del interés de los importadores chinos. Ambos comportamientos beneficiarán en particular a los criadores, sobre todo en el último cuatrimestre del año, luego de haber sufrido una caída interanual del 60% en la rentabilidad de la actividad.
El director de Informe Ganadero también nota interés por las vacas de cría, para reponer las pérdidas por tactos fallidos y por muertes. Las vacas nuevas o vaquillonas preñadas se pagan entre 200.000 y 220.000 pesos a 30 y a 60 días, valores que no se alejan mucho de los que se obtienen por una vaca gorda de 500 kilos, que se cobra en 15 días.
Los valores en moneda dura también impulsan las compras: hay que desprenderse de cuatro billetes de 100 dólares para llevar un vientre al campo, en vez de los 8 o 10 que se consideran como valores históricos. “La perspectiva de un cambio de gobierno, con promesas de mejor trato a la actividad ganadera expresada por los precandidatos, también juega a favor de la decisión de los compradores”, concluye Iriarte.