En la campaña 2023/24, la relación de precios entre los granos y los fertilizantes está ajustada y se requieren más kilos de maíz o soja para adquirir una cantidad de fertilizante respecto del promedio histórico. Esa realidad obligará a ajustar muy bien la dosis y el momento de aplicación de nitrógeno, fósforo y otros nutrientes, mediante un correcto diagnóstico de su disponibilidad en cada lote.
“El análisis de suelo previo a la fertilización es una práctica de muy bajo costo -habitualmente no insume más de dos dólares por hectárea-, muy recomendable para obtener respuestas rentables a la cada aplicación de nutrientes, que cobra particular relevancia en 2023″, definió Roberto Rotondaro, presidente de Fertilizar Asociación Civil, en una reciente reunión desarrollada en su sede.
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El proceso exige la toma de muestras en el lote, el análisis de laboratorio, donde se evalúan las propiedades químicas, como contenido de humedad, nitrógeno, fósforo, azufre, zinc, etc. y las propiedades físicas del suelo, como textura, capacidad de absorción de agua, etc.
Rotondaro recordó que los cultivos de maíz requieren 19 nutrientes esenciales para alcanzar altos rendimientos, entre los que sobresale el nitrógeno, con 193Kh/ha; el fósforo, con 35; el potasio, con 167; el azufre con 35; el calcio, con 26 y el magnesio con 26, como valores promedio para obtener un rendimiento de 100 quintales por hectárea.
Mediante esta herramienta se podrían fertilizar muchos lotes deficitarios, a pesar de que la relación nitrógeno/granos y fósforo/granos no son las óptimas. En ese sentido, María Fernanda González Sanjuan, gerente de Fertilizar, explicó que, para la campaña 2023/24, la relación kilos de maíz necesarios para comprar un kilo de fertilizante da valores superiores a los del promedio histórico, por una reducción del precio de los granos durante los últimos meses y por un encarecimiento de los fertilizantes por variables locales, como el impuesto del 7,5%, restricciones para importar, etc.
Así, hoy se requieren 5,23 kilos de maíz para comprar un kilo de urea versus 4,53 del promedio histórico. A su vez, se deben vender 6,29 kilos del cereal para comprar un kilo de fosfato monoamónico versus los 5,46 del promedio.
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Al pasar revista al consumo de fertilizantes en la Argentina, González Sanjuan mostró un permanente crecimiento desde 2016 hasta 2021. No obstante, ese proceso se interrumpió en 2022 porque muchos productores no pudieron sembrar o sufrieron un evolución desfavorable de sus cultivos.
Sin embargo, la experta aclaró que el comportamiento diminutivo no alcanzó los niveles de 2015, cuando fue producto de la baja intención de siembra de gramíneas.
Una brecha superable en maíz
En la campaña 2023/24 el próximo cultivo por sembrar es maíz. Determinaciones realizadas por Nicolás Rouillet, coordinador técnico de Fertilizar, indican que hay brechas del orden del 54% entre los rendimientos potenciales y los que se obtienen efectivamente a campo. Esta diferencia es consecuencia de la siembra en lotes de baja fertilidad, insuficiente control de adversidades y otros problemas de manejo. Si se superaran esas limitantes, se podría pasar de los 49M/t de producción de los últimos años a más de 70M/t en la misma superficie.
En esa posibilidad de crecimiento la fertilización juega un rol importante, ya que, a pesar de que la relación con el maíz no es óptima, permitiría un ingreso adicional de 102,58US$/ha en un modelo corriente de producción. Este resultado provendría de una inversión de 229,75US$/ha y de un ingreso adicional de 332,33US$/ha, según Rouillet. Es decir, la inversión en fertilización sería rentable en la campaña 2023/24.
Para que ese resultado se logre, “será imprescindible monitorear el contenido de nutrientes de los suelos, principalmente nitrógeno, para no subestimar o sobrestimar el aporte a la salida de la sequía”, aconsejó. Con ese objetivo, el diagnóstico de suelos y la interpretación de los resultados para delinear una estrategia de nutrición, serán las bases de manejo para maximizar los resultados productivos y económicos.
Si el clima permite implantar esa superficie y si se alcanzan rindes normales, la cosecha 2023/24 podría proyectarse en 131,5 millones de toneladas, lo que revelaría una situación de estancamiento con respecto a los últimos años. De ese total, 17M/t corresponderían al trigo; 51M/t al maíz; 49M/t a la soja; 3,1M/t al sorgo; 4,2 M/t a la cebada y 3,6M/t el girasol. La producción final resultaría bastante equilibrada, con aproximadamente 50% para oleaginosas y 50% para cereales.
Primera estimación de cosecha campaña 23/24
“El área por sembrar en la campaña agrícola 2023/24 podría alcanzar los 37 millones de hectáreas, un registro semejante al de los últimos ciclos, con excepción del último, muy afectada por la seca. De ese total, 6,1M/ha se habrían destinado al trigo; 6,8M/ha se orientarán al maíz; 17M/ha a la soja; 1M/ha al sorgo; 1.2M/ha a la cebada y 1,9M/ha al girasol”, adelantó, a su turno, Gustavo López, analista de Agritend SA, en otro momento de la reunión.
Los ingresos proyectados a partir de estas producciones esperadas podrían ascender a 35.442 millones de dólares, de los cuales el 60% provendría del complejo soja.
De acuerdo a los cálculos de López, los ingresos fiscales por retenciones sumarían US$7983 millones, de los cuales el 80% provendría del complejo soja, lo que adelanta las dificultades que se enfrentarían para reducir los derechos de exportación que tributan estos productos.
En síntesis, la proyección de la campaña 2023/24 muestra una fuerte recuperación de la producción respecto del ciclo anterior, muy afectado por la falta de humedad. “Serían US$13.000 millones más de divisas y US$3100 millones más en derechos de exportación en comparación con la campaña 2022/23″, diferenció el orador.
“Durante el actual Gobierno ingresaron US$135.000 millones y se recaudaron US$29.000 por retenciones. En la administración anterior las cifras fueron US$108.000 y US$18.000, respectivamente”, comparó.
Según López, el precio FOB promedio esperado para todos los granos sería US$28 por tonelada superior al promedio de los últimos 20 años, pero US$34 inferior al del año pasado.
Para la próxima campaña, el analista espera un aumento del área sembrada con soja, principalmente porque su precio resulta más favorable que el del maíz en el momento de calcular márgenes brutos. Entre las cotizaciones de la oleaginosa y el maíz para fecha de entrega temprana hay una relación de 1,8: 1, que aumenta a 2:1 cuando se considera la soja versus el maíz tardío (340US$/t versus 170US$/t).
No obstante, para que la cosecha de 131,5 M/t y su contrapartida económica se concreten, deberían expresarse una serie de condiciones, que López enumeró. En primer lugar, El Niño debería justificar su presencia con lluvias suficientes para la implantación y el desarrollo de los cultivos de grano grueso y para las etapas reproductivas de los granos finos. En segundo término, hará falta que haya claridad en el tratamiento que van a recibir los granos próximamente, sobre todo en lo referido al tipo de cambio, derechos de exportación y disponibilidad y tratamiento impositivo de los insumos importados.