Son señales, algo lejanas, pero consolidan algunos bocetos y cobran significación para todo el país. Las elecciones en La Rioja y Jujuy, realizadas ayer, dejaron un feliz domingo para oficialistas y opositores nacionales, pero no para la fuerza de Javier Milei.
En un escenario nacional volátil e impredecible, el sólido triunfo en Jujuy de Carlos Sadir, el delfín de Gerardo Morales para mantener la provincia en manos de Juntos por el Cambio, tendrá efectos tanto hacia adentro de la UCR como de Pro.
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El viaje de Horacio Rodríguez Larreta a esa provincia, iniciado varias horas antes de que se cerraran los comicios, dice tanto como las presencias y ausencias de dirigentes del partido que preside Morales. Será un revitalizante para el gobernador saliente al igual que para el jefe de gobierno porteño, y una nueva fuente de ruido para la interna de JxC.
Otro tanto genera la performance de Martín Menem, el ahora mileísta heredero de la dinastía riojana, para empezar a sopesar con más elementos que las falibles encuestas la posible proyección de Javier Milei. Como ya ocurrió en Neuquén y en Río Negro, la elección riojana confirma que lo del economista es un fenómeno personalista que, aunque ya adquiere una extensión territorial nada desdeñable, no se consolida todavía como una construcción colectiva, basada en su definición ideológica.
Ni siquiera un apellido de fuerte connotación en la política provincial pudo romper no ya la hegemonía del oficialismo peronista, sino desplazar del segundo lugar a la alianza cambiemita, cuya fórmula para la gobernación duplicó en cantidad de votos a Menem. Aire para la coalición opositora, aun en la derrota.
Los comicios de Jujuy y La Rioja aportan algunas certezas que permiten hacer proyecciones de más largo alcance, a pesar del factor condicionante del contexto local.
En el plano nacional ninguna de estas elecciones ocurre en el vacío, sino en un medio ambiente en el que el oficialismo asoma estragado por disputas internas, ausencia de candidatos competitivos y una situación económica que solo se deteriora y hace avizorar más problemas.
No es mucho, entonces, lo que cambiará para el FDT con lo ocurrido ayer. Solo el más que previsible triunfo de Ricardo Quintela, reelegido en La Rioja, agregará algún gramo de espesura a la aún demasiado ligera precandidatura presidencial de Wado de Pedro. En las últimas semanas el mandatario había agitado esa postulación, tal vez no solo en pago de los aportes que le enviaron para la campaña desde el Ministerio del Interior.
De Pedro y, sobre todo, Cristina Kirchner y Axel Kicillof esperan sumar algo de peso más el próximo domingo en las provincias en manos de gobernadores a los que viene cortejando y beneficiando con aportes estatales. Paso a paso. Es poco pero es todo, mientras Sergio Massa sigue sin lograr hacer pie.
En cambio, donde estos comicios apuntan a generar más impacto es en la oposición de JxC, atravesada por tensiones que solo parecen entrar en pausa para tomar impulso.
Sin orden ni narrativa
La foto de la cúpula de Pro, hace 10 días, y la reunión de los principales dirigentes de JxC con los economistas de la coalición, hace una semana, fueron ensayos de un complicado proceso en busca de dos objetivos cruciales que se escurren, mientras el tiempo corre muy rápido. La meta es encontrar un orden y una narrativa que ofrezcan un horizonte para la dirigencia y los electores.
Sin embargo, los avances concretos son pocos y la disputa dentro del macrismo siempre tiene un motivo para recrudecer, como ocurre por estas horas. Así resalta la paradoja de lo ocurrido en el encuentro en el que se analizaron el diagnóstico y las propuestas económicas elaboradas por los técnicos de las fundaciones de los partidos que integran JxC.
Por un lado, se subrayó el consenso básico que pudieron alcanzar los economistas, tanto en el diagnóstico como en las propuestas. El qué asomaba resuelto. Quedaría para más adelante y sometido a la resolución política de la interna cómo resolver los problemas identificados y aplicar las soluciones propuestas. Puede parecer bastante. En realidad, es poco. La forma de aplicar las políticas y con qué apoyos son los motivos de mayor conflicto y posicionamiento diferencial de los precandidatos.
Rechazo a la dolarización que vende Milei como receta magistral y reformas previsional, fiscal y laboral, como ejes prioritarios más o menos urgentes (según cada espacio) fueron los puntos de coincidencia a los que llegaron los técnicos. Todo parecía fluir en pos de un acuerdo básico para poder mostrar algún avance sin entrar en detalles más polémicos. Hasta que hablaron los políticos.
“Muchachos, si lo que tenemos para ofrecer solo es sangre, sudor y lágrimas, estamos en el horno”, irrumpió, palabras más palabras menos, el peromacrista Miguel Pichetto, con el oficio que lo caracteriza.
Fue el disparador. Al rionegrino le siguió Morales. “Apenas termine esta reunión destruyen este power point”, cuentan que dijo el presidente de la UCR, en referencia al documento conjunto presentado por un economista de la usina radical.
Detrás de esas advertencias asomaba el impacto que está generando el prospecto de Milei. “La dolarización es la única idea que, además de los gritos contra ‘la casta’, es escuchada y le suma seguidores. Todo lo demás es enojo. Pero hay mucha gente que, harta de que el peso viva devaluándose, se ilusiona con cobrar en dólares, aunque sean monedas. Contra eso no es sencillo armar una oferta atractiva y entendible que genere entusiasmo”, admite uno de los economistas que participaron.
El fenómeno del candidato antisistema es un motivo de interpretaciones contrapuestas, que genera nuevas y más duras discordias en el lado macrista de JxC. “Horacio (Rodríguez Larreta) no ha dejado de caer y Patricia (Bullrich) dejó de crecer, mientras Milei sigue para arriba”, dice uno de los principales referentes de Pro. Su descripción es el argumento con el que presiona por una candidatura presidencial única del espacio, en favor de la exministra de Seguridad, y contra la opinión y el rechazo absoluto de los larretistas.
La discusión sobre la ventaja que una tenga sobre el otro, o viceversa, no encuentra elementos indubitables para zanjarla. Así, lo que agitan bullrichistas y macristas puros como herramienta para torcer voluntades es el crecimiento de Milei.
A su favor, aparecen sondeos con una tendencia coincidente: las líneas de adhesión muestran una sostenida inclinación descendente para JxC, una curva ascendente para la ultraderecha libertaria y una fuerte consolidación a la baja del FDT.
Frente a eso asoman interpretaciones que abren nuevas discusiones difíciles de saldar. “El clima cambió. La mayoría quiere cambios profundos. La moderación y el acuerdismo de Horacio es un producto que se venció”, dicen en el entorno de Macri, en apoyo de Bullrich.
“Entre dos extremistas, van a elegir al original. El único que se puede imponer en la elección general es Horacio”, argumentan los larretistas. El horizonte de confrontación hacia las PASO asoma inevitable.
La imagen de unión que se buscó transmitir hace 10 días para oponerse al avance de Milei ya perdió valor, aunque parezca una conducta esquizofrénica. Con el mismo énfasis con que buscan contener el avance de Milei consiguen alimentarlo.
María Eugenia Vidal ya no es la precandidata presidencial que era en la cumbre de San Isidro, y como consecuencia de esa resignación se abrió otro motivo de discordia.
La fuerte corriente de presión lanzada desde el larretismo, con la anuencia del círculo vidalista, para instalarla como candidata única de Pro en CABA activó explosivos cruces. La maniobra apunta a bajar a Jorge Macri, a quien el macrismo y el bullrichismo pretenden llevar en solitario a las PASO. Todos argumentan que lo hacen para acotar la amenaza del radical Martín Lousteau.
Las dos discusiones exacerban el malestar mutuo que sienten Macri y Rodríguez Larreta. Una relación difícil de recomponer. Los reproches son cada vez más destemplados.
La estadía del fundador de Pro en Disney World y en Miami lejos estuvo de distraerlo y bajar el encono. Por el contrario, las noticias que le llegaron lo profundizaron, como se lo hizo saber a varios interlocutores con los que estuvo en contacto.
Macri sigue enrostrándole al jefe de gobierno, cada vez con más bronca, no haber construido un sucesor puro de Pro, haber traído a la ciudad al primo Jorge para hacerle lugar a Diego Santilli en la provincia de Buenos Aires (a lo que él dice que se opuso) y ahora no lo apoya, a pesar de que, a su juicio, es el único que puede derrotar a Lousteau.
Como agravante, los macristas esgrimen que eso es parte de un acuerdo con los radicales para permitirles quedarse con el bastión original de Pro a cambio del apoyo del radicalismo oficial en todo el país. Imperdonable para Macri. La foto de anoche en Jujuy habrá agregado combustible a ese fuego. Morales es la referencia nacional de Lousteau y ambos son aliados de Larreta.
El jefe de gobierno rechaza en privado esas imputaciones y contraataca. Sostiene que el proyecto de sucesión que tenía para la ciudad era Vidal, pero que Macri la tentó con la precandidatura nacional para dificultar el proyecto presidencial de Larreta. Según esa lectura, Macri solo quería ganar tiempo, con la esperanza de que su imagen mejorara para ir él por su “segundo tiempo”. Rencores. Viejos y nuevos rencores.
Cristina Kirchner, Bullrich y Larreta, en la trampa de Milei
Mientras tanto, el jefe de gobierno porteño sostiene la precandidatura de su ministro de Salud, Fernán Quirós, aunque en su entorno admiten que al final quedará un solo postulante de Pro, lo cual se resolvería por encuestas. La sospecha del macrismo es que no lo baja a la espera de poder forzar como opción superadora la candidatura de Vidal.
Demasiada rosca para un partido que decía detestarla y que corre el riesgo de falsearse por exceso de uso o por inoportuna. El clima social no parece propicio para tanta conflictividad, pocas propuestas y escasos atractivos para entusiasmar a una ciudadanía sumergida en el puro presente y que mira el futuro con angustia.