Gerardo Morales y Facundo Manes, los dos aspirantes presidenciales de la Unión Cívica Radical (UCR), transitan por caminos opuestos. Mientras Pro se enfrasca en una disputa por el poder tras la retirada de Mauricio Macri, los dos exponentes del radicalismo que pretenden pelear por la sucesión de Alberto Fernández no logran articular una estrategia para capitalizar en las urnas la crisis de sus socios o, al menos, llegar a la instancia de la negociación por las listas electorales con suficiente crédito político para forzar a un acuerdo a Horacio Rodríguez Larreta o Patricia Bullrich, los candidatos a presidente más competitivos de Juntos por el Cambio, según la mayoría de las encuestadoras.
Cuando faltan dos meses para el fin del plazo legal para la inscripción de las nóminas, en la cima del radicalismo aún no definieron si apostarán a presentar una fórmula presidencial propia en las PASO del 13 de agosto o si están dispuestos a compartir el binomio con un representante de Pro, como Larreta o Bullrich.
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Los resquemores y pases de factura entre Manes y Morales aumentaron durante las últimas semanas, lo que impide aunar fuerzas en la disputa con Pro. El jujeño le achaca al médico no solo haberse empecinado en disputar la Presidencia sin tener credenciales o experiencia en la gestión, sino también de haberse bajado de una competencia interna para dirimir quién sería el postulante de la UCR. El neurólogo, en tanto, le reprocha haber usado la estructura del partido para impulsar un proyecto vicepresidencial y negociar por la suya un presunto pacto con Larreta. “Facundo perdió credibilidad en el partido. El 80% de la UCR apoya a Gerardo”, dicen en la tropa del gobernador de Jujuy. “No hay un plan articulado de la UCR, sino una estrategia de Morales”, replican cerca de Manes.
Urgido por las presiones de sus rivales, Morales convocó a una reunión de la mesa ejecutiva del Comité Nacional de la UCR, que integran Martín Lousteau, Sergio Flinta, Daniel Angelici y Ramón Mestre, entre otros. Está previsto que discutan sobre la situación económica del país y el armado electoral de la UCR en el interior. Fueron invitados a participar los jefes de las bancadas en el radicalismo, Mario Negri y Luis Naidenoff. Morales presidirá el mitin como titular de la fuerza, pero no estará el otro postulante a presidente de la UCR: Manes. Tampoco irá el titular del interbloque de JxC en el Senado, Alfredo Cornejo, quien busca recuperar el poder en Mendoza. “Se juntan a hablar de política a cuatro meses de las elecciones y no invitan a Manes, al que ellos fueron a buscar en 2021″, despotrican entre los críticos de Morales y Lousteau.
En el entorno del jujeño defienden su plan ante los cuestionamientos de los díscolos. Repiten que apuesta a fortalecer al partido y minimizan el peso político de los detractores. Consideran que el “Grupo Malbec”, que nació durante la fiesta de la Vendimia en Mendoza para exhibir el enojo con Morales y una aproximación al proyecto de Bullrich, perdió fuerza y está “desarticulado”. Sin embargo, los armadores de la exministra y varios radicales continúan con los diálogos subterráneos para escenificar un acuerdo más pronto que tarde.
Morales minimiza el desafío de Cornejo, Manes, Naidenoff y Carolina Losada, a quien ya ubican como una ficha puesta para la pelea por la sucesión de Omar Perotti en Santa Fe. Tras recuperarse de la operación por cálculos renales, el gobernador de Jujuy retomó la actividad política. Hoy expuso ante empresarios en el Foro Llao Llao, que se realiza en el Sur, donde ratificó que su prioridad es recuperar el orden macroeconómico y en las cuentas públicas. Además, descartó una ruptura en JxC.
El jujeño visualiza un escenario de paridad entre Larreta y Bullrich. Por eso, pretende mejorar sus posibilidades electorales antes del 24 de junio para ser “el tercero en discordia” en las primarias de JxC. En caso de que no logre ser competitivo, Morales y los suyos procuran forzar al Pro a una negociación por las listas únicas o fórmulas “mixtas”. También aspiran a garantizar que la UCR será una “parte sustancial del próximo gobierno”. Creen que si llegan unidos y fortalecidos a esa instancia, el radicalismo podría ser la carta para inclinar la balanza a favor de Bullrich o Larreta. Sin embargo, parece difícil que el sector que responde a Cornejo, Maximiliano Abad -jefe de la UCR bonaerense y discípulo de Ernesto Sanz-, Gustavo Valdés (Corrientes) y Manes se plieguen a la estrategia de Morales y Lousteau.
En el pelotón de Morales acusan a sus contrincantes internos, sobre todo a Abad, de sostener a Manes en la contienda nacional como una herramienta para vigorizar a la línea del partido más afín a Macri o Bullrich. “Esto nos debilita a todos”, dicen. El jujeño reconoce su afinidad con Larreta y Elisa Carrió, dos dirigentes de JxC que están enemistados con Macri, en el plano ideológico y programático, pero niega que haya cerrado un acuerdo para acompañarlo en la fórmula. A Bullrich la respeta como militante política, pero le inquieta que haya extremado su discurso para posicionarse. A su vez, percibe que Macri podría influir en las sombras en su eventual gobierno. Tampoco digiere su coqueteo con Javier Milei.
“El radicalismo está desdibujado”, se resigna uno de los referentes nacionales de la fuerza después de que Pro se hundiera en una profunda crisis por la ruptura entre Macri y Larreta, a raíz de la convocatoria a elecciones “concurrentes” en la Ciudad, una medida que favoreció a Lousteau, aspirante a jefe de gobierno de la UCR.
Pese a que importantes empresarios del país no lo invitaron a exponer en el Foro Llao Llao, Manes mantiene sus ambiciones presidenciales. Atento a la evolución de la crisis económica y el deterioro social, el médico pondrá todas sus fichas en el conurbano bonaerense, la geografía más valiosa para cualquier dirigente con aspiraciones nacionales. Se tomará las próximas ocho semanas para definir su futuro. En su equipo admiten que corren de atrás en los sondeos en comparación con los números de Bullrich, Larreta o Milei, pero visualizan que el escenario está abierto por la incertidumbre financiera y los síntomas de apatía política que envía una porción importante de la población.
Si bien se mostró con Bullrich en la Vendimia, Manes retomó el diálogo con Larreta. De hecho, el jefe porteño lo volvió a sondear la semana pasada. Se reunieron a solas para hablar sobre el escenario político tras el renunciamiento de Macri. A Manes, como a Carrió o Morales, le inquietan los guiños del expresidente a Milei. Los une el espanto. “No cree en la escuela pública o quiere dinamitar el Banco Central. Va en contra de las banderas básicas del radicalismo”, dicen cerca del neurólogo. Tanto Morales como Manes no descartan de plano la teoría de Carrió: que Macri explora una alianza con Milei.
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Ayer, en un encuentro con Abad y legisladores provinciales de la UCR en sus oficinas, Manes apuntó contra el líder de la Libertad Avanza: “Hoy se presentan alternativas que pueden ser muy peligrosas. La libertad real se hace derribando muros, no con discursos violentos”, afirmó.
Larreta luce ansioso por conocer los planes de Manes. Sabe que si juega como candidato a presidente, podría disputarle los votos del centro o desencantados con el gobierno en la interna con Bullrich. Por eso, los armadores del alcalde añoran sumarlo a su escudería. Pero Manes cocina esa negociación a fuego lento. No pretende ser un anexo de Larreta, como su rival interno: Morales.