“Es lo que faltaba para terminar un año pésimo”: estaban a punto de cosechar y el viento hizo un desastre

“Cuando creíamos que teníamos todo listo para empezar a cosechar lo que La Niña nos dejó, pasa un temporal de viento y nos deja el siguiente panorama. No se termina más este año. Siempre se puede estar peor”.

Esto es lo que escribió en su perfil de Twitter el ingeniero agrónomo Luciano Gastaldi para compartir su frustración porque en la semana que iban a comenzar a levantar la producción de maní de la firma Gastaldi Hermanos una tormenta causó fuertes destrozos.

“Todavía no se pueden contabilizar las pérdidas económicas, ni de rendimiento, pero va a afectar nuestras proyecciones de producción”, se lamentó Gastaldi, gerente de producción en la firma homónima, en diálogo con LA NACION.

El hecho sucedió el domingo pasado en el sur de Córdoba en la zona de Huinca Renancó, Villa Huidobro, Ranqueles y Pincen, donde ellos producen. Allí se desató un temporal con ráfagas de 60 kilómetros que desparramaron por los lotes la producción de maní.

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“La cosecha de maní se hace en dos etapas. Primero se arrancan las plantas del suelo y se las coloca en hilera para secar el fruto al sol. Una vez que ya están secos, se las recoge con otra máquina”, explicó Gastaldi y agregó: “Con el viento se desacomodaron las hileras y parte del cultivo quedó amontonado en los alambrados. Esto hace que se dificulten los labores de cosecha porque la máquina pisa todo lo removido por el viento”.

El fenómeno afectó a unas 1000 hectáreas de las aproximadamente 10.000 que producen en la empresa familiar que tiene 90 años de trayectoria. Exportan casi el 100% del total de la producción. A su vez, son productores de trigo y tienen un molino harinero en General Deheza.

“Veníamos de la seca, los golpes de calor, después se sumó la helada; creímos que no podía venir nada más y llegaron los vientos”, dijo. Añadió: “Es lo que faltaba para terminar un año pésimo”. En rigor, las pérdidas ocasionadas por el temporal se suman a las ya estimadas por la sequía, calculadas en un 30 a 35%.

“Tras haber pasado un enero extremadamente cálido y seco, los cultivos venían muy estresados, deshidratados a niveles nunca antes visto. Encima de todo esto, a mediados de febrero cayó una helada que los agarró en pleno desarrollo. Esta conjugación llevó a que los rendimientos caigan por debajo de la media histórica”, señaló.

El panorama, según el productor, tampoco se ve muy alentador de cara al inicio de una nueva campaña. “Las lluvias se están demorando mucho, los perfiles están muy secos y no se pueden reponer. Así que hay mucha incertidumbre si sembrar o no”, concluyó.

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