Matias Osman era contador, pero siempre supo que quería emprender. El éxito le llegó en 2019, cuando creó Molé, una línea de comida que combina legumbres, vegetales y especias deshidratadas y en polvo precocidas, sin conservantes, aditivos ni sal, con sede en Córdoba y llegada a todo el país. Pero el camino no fue recto.
Todo empezó gracias a una charla de Endeavor a la que asistió. Ese año participaba el emprendedor Andrés Freire, que en su ponencia le confirmó su deseo: “Él decía que tenemos que sentir el dolor respecto a las cosas que nos rodean e intentar generar una propuesta de valor que supere lo establecido”, recuerda Osman.
Así, en 2005, con solo 24 años, se metió de lleno en el mundo de los alimentos y abrió una pizzería. Pero el entusiasmo duró poco: “Me había equivocado en todo. Al mes me dije ‘esto no es para mí’. No era para mí la vida de noche, ir a contramano de todo el mundo”, comenta. Como había invertido todo lo que tenía en un horno, una freidora y algunos elementos de cocina más, decidió probar con otro proyecto en el que pudiera aprovechar lo que había adquirido.
Empezó a hacer menús: milanesas, ensaladas, rotisería. Intentó que el emprendimiento escalara en un servicio de catering. “Una tarea agotadora, corriendo con el auto, llevando menús por toda la ciudad de Córdoba. Ganábamos clientes y los perdíamos todo el tiempo”, agrega. Pronto se dio cuenta de que ese tampoco era el camino a seguir.
Cambio de rumbo
Osman seguía con la idea de crear un proyecto propio, por lo que participó nuevamente en una charla de Endeavor, donde se cruzó con un emprendedor que preparaba ensaladas en Buenos Aires con la marca de Finca Pilar. “Le escribí un mail, le dije que era emprendedor en Córdoba, que estaba medio perdido, y me gustaría hacer ensaladas. Y él se tomó un avión y me vino a ver”, detalla. Juntos analizaron la situación, y el emprendedor le recomendó que preparara muestras y las llevara a los supermercados.
“Empecé a hacer ensaladas. Empezamos con 100, 200 ensaladas. A los tres o cuatro años hacíamos 60.000 por mes. Llegamos a ser un equipo de 20 personas”, cuenta Osman. Pero esta tarea también era agotadora: arrancaba a las cuatro de la mañana para ir a comprar al mercado las verduras y terminaba a las 20. Pero lo que verdaderamente le preocupaba era la imposibilidad de escalar y el hecho de hacer todo el tiempo lo mismo. Entonces decidió cambiar el rumbo una vez más.
A pesar de que con aquel proyecto Osman pudo construir una fábrica, su casa, viajar, se dio cuenta de que eso era parte del camino, pero no todo. “Para mí, los alimentos eran mi zona de confort, y empecé a ver otras posibilidades que tenía en el rubro”, explica. Gracias a un viaje por Barcelona encontró, en un supermercado, una sopa con quínoa, cebolla y zanahoria deshidratadas, “como hacer una ensalada, pero con ingredientes secos”, pensó. El beneficio: este tipo de formulación duraba años, a diferencia de los días de vida útil que tienen las ensaladas.
Agarró unas bolsas, preparó las premezclas hizo risottos, sopas. Las repartió en dietéticas y comercios cercanos. Se diferenció de otros productos similares utilizando productos naturales. “Enseguida me empezaron a llamar para hacer pedidos. Ahí me di cuenta de que tenía una posibilidad”, comenta. Vendió la fábrica de ensaladas e invirtió todo en el nuevo emprendimiento, Molé.
Premezclas a base de plantas
Antes de crear Molé, Osman también tuvo un supermercado. Pero cuando un amigo le recomendó el documental de Paul McCartney, Si los mataderos tuvieran paredes de cristal, todos seríamos vegetarianos, decidió centrarse enteramente en generar alimentos nutritivos y saludables, “que la gente pudiera amigarse con las plantas, las legumbres, los cereales”.
En 2019 creó Molé, para lo que invirtió US$30.000. Empezaron haciendo 2000 bolsas de premezclas al mes. En julio de este año vendieron 200.000. Además, empezaron a exportar a Japón, Uruguay, Paraguay y Panamá. Pero esta no es tarea fácil en la Argentina: “El comercio exterior lleva mucho tiempo, y lamentablemente estamos en un país que desalienta esto, porque es muy difícil mantener una línea de trabajo con gente de afuera si todo el tiempo estás cambiando las reglas del juego. La gente no lo entiende”, sostiene. Esta situación provocó que dejaran de ver la exportación como el futuro del emprendimiento y se centraran en el mercado interno.
Hoy trabajan con las principales cadenas de supermercados y tienen 120 distribuidores en todo el país. Además, este año estiman una facturación de $500 millones aproximadamente.
“Hacemos nuestras premezclas con ingredientes que se pueden dibujar: sin cosas raras. Uno puede entender qué está comiendo. No tenemos octógonos y somos libres de TACC”, aclara el emprendedor, y cuenta con orgullo que muchos nutricionistas los recomiendan, lo cual hace más fácil que puedan expandirse.
Entre los productos que más se venden, cuenta Osman, está el risotto de hongos ($1287), el guiso de lentejas ($1622), premezcla para falafel ($1459), arroz al curry ($1288) y sopa de quínoa ($1287). Además, van a empezar a hacer productos nuevos listos para consumir.
A pesar del éxito de Molé, el futuro al que aspiran es la creación de un e-commerce de venta de productos esenciales, que no necesiten cadena de frío, que sean de larga duración y se mantengan siempre igual: productos de almacén (aceite de oliva, frutos secos, condimentos), productos de limpieza e higiene personal. “Vamos a juntar productores con consumidores directos”, asegura.
La idea, además, es presentar un modelo de suscripción: que los consumidores puedan configurar una cantidad determinada de productos y cada cuánto tiempo adquirirlos. “El detergente, el aceite, el arroz son pedidos que se repiten todos los meses”, detalla. Molé, por supuesto, va a formar parte de este emprendimiento paralelo.