Entrevista con el embajador de Ucrania: “Necesitamos una respuesta más contundente de la Argentina”

El mismo día de su llegada a Buenos Aires, el 24 de febrero pasado, al cumplirse el primer aniversario del comienzo de la guerra, el nuevo embajador de Ucrania, Yurii Klymenko, presentó sus cartas credenciales en la Cancillería y, aunque agradeció el apoyo brindado por la Argentina hasta ahora, también pidió “medidas más contundentes”, entre las que incluyó la “cooperación militar”.

Klymenko es un funcionario de carrera que ingresó al servicio exterior de su país en 1992. Trabajó en la ONU en Ginebra, Suiza, y desde junio de 2021 fue el representante especial de Ucrania para la resolución de conflictos en Transnistria, otra zona caliente en puja con Rusia, Moldavia y Rumania. La guerra lo encontró el año pasado en Kiev, junto a su esposa y su hijo de 21 años y su hija de 24. Con el nombramiento en Buenos Aires le tocó dejar a sus hijos en la capital ucraniana en un momento difícil, donde el menor sirve en el Ejército. “En medio de los bombardeos rusos, ellos aprendieron a seguir en casa ‘la regla de las dos paredes’. Cuando hay un ataque hay que buscar protegerse entre dos paredes para amortiguar el impacto de la onda expansiva”, contó Klymenko.

El flamante embajador fue comprensivo frente a la reacción inicial a comienzos del año pasado, cuando la Argentina y otros países latinoamericanos se mostraron cercanos al gobierno ruso. “Putin es un gran manipulador de personas y les hizo creer a muchos líderes que no invadiría Ucrania. Pero luego, todos los gobiernos fueron descubriendo al dictador agresor e imperialista”, reflexionó, en una entrevista con LA NACION en la embajada, ubicada en el barrio de Palermo.

-Mientras en el terreno militar su país está lanzando una fuerte contraofensiva contra la ocupación rusa, tanto el Papa Francisco como el presidente brasileño Lula da Silva, han puesto en marcha una mediación. ¿Por qué su gobierno no parece demasiado entusiasmado con estas iniciativas?

-Nosotros estamos abiertos a escuchar todas las propuestas de paz. Pero hay dos condiciones innegociables: la integridad territorial y nuestro rechazo a cualquier plan que incluya un congelamiento de la situación en el estado bélico actual. Cuando el canciller ruso, Sergey Lavrov, estuvo en Brasil en abril pasado, también habló de paz. Pero la “pax rusa” es solo un cese del fuego para tener tiempo para reagruparse y movilizar más soldados. Nuestra hoja de ruta es el plan de paz que propuso el presidente Volodimir Zelensky en noviembre pasado, y que ya recibió el apoyo de 141 países. Ahí hay diez puntos que incluyen desde garantizar la seguridad nuclear hasta la aplicación de justicia y la protección del medio ambiente. Yo creo que hay que seguir avanzando en esa dirección.

-Ese plan incluye la retirada de las tropas rusas de los territorios ucranianos ocupados. Eso no parece un reclamo que esté dispuesto a escuchar el Kremlin de parte de ningún mediador que viaje a Moscú para intentar acercar posiciones.

-Nosotros valoramos el compromiso que cada país pueda tomar con cualquiera de los diez puntos de la propuesta. Por ejemplo, la liberación de prisioneros y deportados. El gobierno de Putin llevó a Rusia y secuestró a un total de 19.000 niños ucranianos para “protegerlos” de la guerra. Pero son niños ucranianos con familia en Ucrania. En este sentido, por ejemplo, son bienvenidas las gestiones que apunten al regreso de esos niños a su patria.

-¿Y en qué puntos cree que podrían sumarse la Argentina u otros países latinoamericanos?

-Creo que hay tres puntos en los que la Argentina puede colaborar, teniendo en cuenta su trayectoria histórica. El primero es la justicia. Ustedes tienen mucha experiencia en investigar y hacer justicia en casos de violaciones de derechos humanos. Otra cuestión es la seguridad nuclear. El argentino Rafael Grossi, director general del Organismo Internacional de Energía Atómica, está haciendo un trabajo que es reconocido por todo el mundo. Justamente en este momento está monitoreando los daños causados por el ataque ruso a la represa Kakhovka, de donde se abastecía de agua la central nuclear de Zaporiyia, la más grande de Europa. Por último, mencionaría la seguridad alimentaria. La Argentina, obviamente tiene mucho conocimiento para aportar en el ámbito de los granos y está directamente afectada por ese tema. Nuestro comercio bilateral se achicó un 40% el año pasado por culpa de la invasión rusa.

-¿En qué cuestiones sienten que la Argentina les está dando el apoyo que necesitan y en cuáles esperan más?

-Nosotros agradecemos el enorme respaldo que nos dieron en las votaciones de Naciones Unidas y también la generosa ayuda humanitaria. Desde el comienzo de la guerra ya se enviaron desde la Argentina 13 cargamentos con 105 toneladas de ayuda. También ha colaborado mucho el aviador Enrique Piñeyro con sus vuelos humanitarios. La Argentina es el país que ha sido más solidario con nosotros en toda la región latinoamericana. Pero estamos necesitando medidas más contundentes. Para enfrentar a un dictador como Putin necesitamos cooperación militar de la Argentina y de América Latina.

-En principio parece difícil que la Argentina quiera involucrarse militarmente en un conflicto tan lejano…

-No estoy hablando de que se involucren directamente sino de “cooperación”. Hay muchos países europeos que nos están brindando cooperación técnica militar, y de ninguna manera son considerados parte del conflicto. Estamos necesitando ese tipo de ayuda de la región latinoamericana. En ese sentido, queremos realizar una cumbre regional Ucrania-América Latina.

-¿Cómo sería eso?

-Estamos armando la estrategia para que sea una cumbre a nivel presidencial, por lo que no descartamos que el presidente Zelensky viaje personalmente a la reunión, donde sea que se realice. Por supuesto que el viaje depende de cómo estén las cuestiones de seguridad en Ucrania al momento del encuentro.

-¿Qué otras alternativas diplomáticas están en marcha para poner fin a la guerra?

– Nosotros creamos un grupo básico que ya integran 28 países -entre ellos, los latinoamericanos Guatemala y Costa Rica- que busca la creación de un tribunal especial, dentro de la Corte Penal Internacional, para juzgar los crímenes cometidos en Ucrania. Organizaciones independientes ya tienen documentados 92.839 crímenes de agresión, que comenzaron con la decisión del dictador Putin de agredir a un país independiente como Ucrania. No vivimos en un mundo ideal, y así como la Segunda Guerra Mundial dejó su legado con el Juicio de Nuremberg, también es necesario garantizar que no haya impunidad en las atrocidades cometidas en Ucrania, para que no haya otros dictadores que se lancen a una aventura similar en el futuro.

-En el mundo se empieza a generalizar la idea de que esta guerra va a ser muy larga. ¿Ustedes tienen la misma sensación?

-Mucho depende de la reacción de la comunidad internacional y del peso de las sanciones económicas y legales que se apliquen al régimen de Putin. El dictador tiene que saber que el mundo lo obligará a responder por sus crímenes. Sinceramente creo que la presión diplomática, económica, jurídica y militar puede traer una paz justa, duradera y sostenible, y poner fin a esta locura.

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