Elecciones en Santa Fe: Pablo Javkin y Juan Monteverde disputan un duelo inédito por el control de Rosario, enclave del narcotráfico

ROSARIO (enviado especial).- Será un duelo aparte. Así como el radical Maximiliano Pullaro parte con amplia ventaja respecto de sus competidores con vistas a las elecciones del próximo domingo por la gobernación de Santa Fe, el escenario de la pelea por el control de la intendencia de Rosario, el distrito más densamente poblado de la provincia, quedó mucho más abierto después de las PASO del 16 de julio pasado. Es que, en un desenlace inédito del curso electoral en esta ciudad, apenas dos candidatos lograron pasar el filtro de las primarias y se enfrentarán en las urnas por el dominio del territorio con mayor peso en el padrón electoral de Santa Fe.

Se trata de Pablo Javkin (Unidos para Cambiar Santa Fe), actual jefe municipal y uno de los referentes del frente opositor que conformaron la UCR, el Pro y el socialismo, entre otras fuerzas, para desbancar al PJ de la provincia; y del líder del partido Ciudad Futura Juan Monteverde (Juntos Avancemos), aliado del Movimiento Evita y del espacio de Juan Grabois.

Javkin y Monteverde disputarán una suerte de ballottage en las elecciones generales del domingo -rige el sistema de una sola vuelta electoral en esta provincia, por lo que la intendencia o la gobernación se gana por un voto- que será clave para el proyecto de Pullaro, claro favorito para suceder a Omar Perotti, y el futuro del peronismo. Si Javkin se consagrara y accediera a la reelección, Pullaro tendría asegurada la presencia de un aliado en el distrito más influyente. En cambio, si Monteverde lograra un batacazo y Marcelo Lewandowski (Unidos Avancemos) no pudiera revertir el resultado de las PASO, el peronismo podría encontrar un refugio en Rosario para iniciar el proceso de reconstrucción.

Por lo tanto, el último round en la contienda por Rosario se volvió una incógnita crucial para el oficialismo y la oposición. Lo mismo ocurre en la puja reñida que se generó en la categoría de diputados provinciales. El sistema de boleta única obligó a Pullaro a redoblar sus esfuerzos para apuntalar a la socialista Clara García, rival de Perotti y Amalia Granata, con el objetivo de garantizarse el control de la cámara de diputados. Y, a su vez, procuró cerrar filas con Javkin, quien había sido socio de Carolina Losada y Patricia Bullrich en las PASO.

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Resuelta la interna provincial y nacional de JxC, Pullaro y Javkin tejieron para sanar heridas y aunar fuerzas con miras a la contienda del domingo. De hecho, se mostraron juntos en varios tramos de la campaña, recibieron en Rosario a Bullrich, la aspirante presidencial de JxC, y compartieron un acto el lunes pasado en el teatro Astengo, donde Javkin presentó sus propuestas para un eventual nuevo período. Hizo una enérgica defensa de su gestión, en una ciudad atravesada por la problemática del avance del narcotráfico. Durante la campaña Javkin apuntó todos sus cañones contra Perotti y el gobierno de Alberto Fernández, a quienes acusa de haber abandonado a Rosario en la lucha contra el narco. “Si logramos todo esto con viento en contra, se imaginan todo lo que vamos a lograr con viento a favor, con acompañamiento”, enfatizó.

El desafío de Javkin será contener, sobre todo, el caudal de votos que obtuvo el periodista Miguel Tessandori, el candidato que apalancó Pullaro en las primarias, y Carlos Cardozo (Pro), quienes habían sido muy críticos de la gestión del jefe municipal. En el campamento de Unidos para Cambiar Santa Fe hay un optimismo moderado. Prefieren ser prudentes, pese a que manejan sondeos que les dan una diferencia de diez puntos sobre Monteverde. “Vamos a ganar bien, con una diferencia clara a favor de Pablo”, aventura uno de los postulantes del espacio. Otras encuestas del peronismo reflejan una fuerte paridad.

“Es un duelo de modelos, cada uno sabe dónde está parado y cuál es su identidad”, puntualizan en el entorno de Javkin. Por eso, el intendente buscó durante el tramo final de la campaña ligar a Monteverde, una suerte de outsider para el peronismo local, con sus aliados más incómodos: desde Perotti o Lewandowski hasta las figuras del kirchnerismo nacional con mayor nivel de rechazo, como la vicepresidenta o el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández. Le endilgó las deudas en materia de salud, educación y seguridad de Perotti.

Monteverde, que armó el frente Rosario Sin Miedo y se alió a Eduardo Toniolli, alfil del Movimiento Evita, intentó despegarse y mostrarse como un emergente de la nueva política frente a la dirigencia tradicional. Es más: dijo que Javkin era un representante de la “casta”, el latiguillo más usado por Milei, el gran ganador de las primarias nacionales en Santa Fe.

Monteverde fue el protagonista una de las grandes sorpresas en las PASO de julio al vencer a Roberto Sukerman (Vamos Rosario), funcionario de Perotti y pupilo de Agustín Rossi y Lewandowski en la disputa por la intendencia de Rosario.

El líder de Ciudad Futura, una expresión de izquierda que logró instalarse en los barrios excluidos de la periferia de Rosario, donde el narco demarca su territorio, y cuyo voto tiene anclaje, sobre todo, en el segmento de los jóvenes, confía en que podría dar un batacazo en las elecciones del domingo. Si bien selló un pacto electoral con el PJ, en su fuerza gravitan los sectores sindicales y el Frente Patria Grande, de Grabois. No surgió del peronismo, que por primera vez en décadas mirará la disputa por Rosario sin un representante puro en la elección general.

En el comando de campaña de Monteverde apelan a aglutinar el voto opositor a Javkin. Olfatean un desgaste de la gestión y, por eso, reforzaron el eje “cambio” versus “continuidad”. Propone convertir el “miedo” en “esperanza”. En el tramo final el aspirante de Juntos Avancemos apostó a seducir a los indecisos. Estiman que entre un 10 y 12 por ciento del electorado aún no definió su preferencia. A ocho mil votos de diferencia de Javkin, según la performance de las PASO, Monteverde intentó pescar adhesiones en el centro del espectro político y en los sectores más hastiados con la clase gobernante. Su reto es evitar una sangría de votos peronistas tras la interna con Sukerman.

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