NANAWA, Paraguay (Enviada especial).- Los puestos de bidones de combustible delatan la cercanía a la frontera con la Argentina. Cada pocos metros se alzan coloridos al costado de la ruta con carteles bien legibles que indican la asequibilidad de los precios. “Los traemos de Clorinda y salen la mitad que en Asunción”, dice Liza, que no quiere dar su apellido por miedo a “meterse en problemas”, mientras carga nafta a un auto gris con un embudo improvisado.
Y tal como dice Liza, un litro de súper cerca del puesto fronterizo de José Falcón se consigue a 5000 guaraníes (68 centavos de dólar), mientras que en las estaciones de servicio de la capital está a 9000 (1,23 dólares) o más.
Al llegar al cruce de José Falcón se observan agentes uniformados y una larga fila de autos. Según la agente de la Dirección Nacional de Migraciones que habló con LA NACION, pasan 3000 personas por día en promedio por allí, de las cuales el 70% son paraguayos y el resto, argentinos.
La resolución 1290 les permite comprar un monto máximo de 300 dólares en mercancías, un procedimiento legal que está sujeto a controles para con ciertos productos permitidos, bajo el Régimen Aduanero de Tráfico Vecinal Fronterizo (TVF).
Pero Silvia, que tiene 27 años, prefiere que su amiga argentina cruce a comprar los insumos para su emprendimiento de pizzas porque a ella le piden de todo. “La mando en moto y la espero de este lado. Es más fácil”, revela.
Las cifras de migraciones son un recorte poco preciso de la realidad, ya que solo retratan el tránsito formal. Sin embargo, a unos pocos kilómetros, en la localidad de Nanawa, aunque todo el mundo la llama por su antiguo nombre, Puerto Elsa, las líneas fronterizas se desdibujan y el mar de gente que va de un lado al otro sin ningún tipo de control es abrumador.
Al lado de una carnicería, por ejemplo, hay un jardín repleto de pallets de madera entre los que se vislumbra uno de los múltiples puentes improvisados a Clorinda. Para atravesarlo, simplemente hay que pagar 10.000 guaraníes (1,37 dólares) a los dueños de la propiedad.
Pero para llegar hasta ese punto, hay que atravesar un universo de callecitas, primero de asfalto y luego de tierra, donde se mezclan los “paseros” con sus motocarros, las personas que cargan pesadas mochilas y bolsas y las camionetas de alta gama que vienen de Asunción a hacer las compras, según cuenta Victor, un vendedor de bebidas y vinos (argentinos, por supuesto).
“Y sí… todo lo que ves lo entramos ilegal”, confiesa resignado, mientras señala una góndola de vinos. “Pero acá todos muerden un poco. Es el sistema”, sigue antes de despotricar contra el gobierno, la policía y la corrupción.
Según Transparencia Internacional, Paraguay ocupó en 2022 el puesto 137 de 180 de su Índice de Percepción de la Corrupción, un retroceso de nueve lugares en comparación al año previo. Es el segundo peor puntaje de la región, después de Venezuela.
En las calles de Nanawa se comercializa todo tipo de productos argentinos. Los que más se venden son el aceite, los productos de higiene y cosmética y el combustible, por la enorme diferencia de precios. Pero también hay carne, harina, comida para perros, y hasta medicinas.
Los comerciantes dicen que hoy en día no hay tanta diferencia de precios para minoristas con Clorinda, “que les recargan muy poco”, pero muchos consumidores aún eligen comprar allí. “Son imbéciles”, se queja José Carlos, quien cruza con su motocarro dos veces por semana para traer carne. “Entre lo que pagan para cruzar el puente, a gendarmería y de estacionamiento les termina saliendo más caro”, defiende.
Puede que tenga razón, pero aun así, el tráfico en esa dirección es extremadamente denso. La fila de autos es interminable y los estacionamientos lindantes a los cruces están repletos.
Cruces más remotos
Nanawa es un punto de encuentro de consumidores finales, paseros y comerciantes minoristas. Pero ni siquiera es el paso grueso. Hay otros cruces, más remotos, más encubiertos, en donde transitan camiones enteros cargados de mercancías, como en Beterete-cue, según reveló un camionero que pidió ocultar su identidad.
Muchas de esas mercaderías terminan en Asunción. “La economía de ustedes [la argentina] es la que alimenta buena parte de la economía informal paraguaya. Los productos argentinos que entran informalmente ayudan a bajar los precios internos”, reconoce el analista económico y empresario Roberto Codas.
Según un estudio de la consultora Mentu titulado “Economía subterránea: Algo tenemos qué hacer”, la medición de la economía informal en Paraguay en el año 2022 resultó en un valor de 22.019 millones de dólares, lo que equivale al 45,9% del PBI de ese año, indicando un aumento del 1,6% con relación a las estimaciones del año 2021.
Mientras tanto, la construcción del emblemático puente Héroes del Chaco avanza y solo faltan 102 metros para unir ambas márgenes del río Paraguay lo que acercará la frontera en tiempo en casi una hora.
