Elecciones en España: ¿Unida o fragmentada? El dilema de la izquierda que puede decidir el futuro de Pedro Sánchez

BARCELONA.- Las elecciones municipales y autonómicas del domingo pasado en España resultaron un revés para el bloque progresista que no admite matices. Ahora bien, la abrumadora pérdida de poder institucional del PSOE eclipsa una realidad menos descorazonadora para el presidente Pedro Sánchez: los bloques conservador y progresista prácticamente empataron en porcentaje de votos, alrededor del 41%. A esas cifras se acoge Sánchez para confiar en una remontada en las elecciones anticipadas del próximo 23 de julio que convocó el lunes por sorpresa.

La explicación sobre la brecha que separa estos datos con el poder amasado por el PP en autonomías y capitales de provincia reside sobre todo en un factor: la división en varias listas de los partidos a la izquierda del PSOE provocó que en muchos casos no obtuvieran representación institucional, por lo que sus votos fueron directamente a la papelera. Un caso paradigmático fue la ciudad de Huesca, donde cuatro listas progresistas se quedaron a un paso de superar el umbral mínimo del 5%. Mientras su 18,5% no se tradujo en ningún concejal, Vox con el 10% obtuvo tres.

Y es que la ley electoral castiga a los partidos pequeños en las municipales, pero aún más en las legislativas. De hecho, la victoria del bloque de la derecha también se explica porque esta vez no sufrió la dispersión del voto de 2019, cuando a la oferta de PP y Vox se sumaba también la de Ciudadanos. Este partido, de corte nacionalista y liberal, hace tiempo que se halla en descomposición y apenas recibió 300.000 votos el domingo. Ahora, sus dirigentes decidieron no presentar listas el 23 de julio.

Para poder volver a ser investido presidente, Sánchez necesita que los partidos que están más a la izquierda de su coalición, el bloque liderado por la vicepresidenta Yolanda Díaz y Unidas Podemos, fundado por Pablo Iglesias, concurran bajo una misma lista. Sus agrias discrepancias impidieron presentar listas conjuntas en las municipales, y ahora se enfrentan a una lucha contrarreloj para restañar heridas y pactar la distribución de cuotas. En concreto, tienen ocho días para tomar una decisión, tal como marca la ley electoral.

El hecho de que la plataforma Sumar y Unidas Podemos concurran por separado podría favorecer que el PSOE aglutinara el voto progresista. Quizás, podría llegar a ser la fuerza más votada con alrededor del 35%, pero se quedaría aún lejos de la mayoría absoluta, y con tan solo los partidos periféricos como socios, probablemente insuficiente para sumar los 176 diputados que dan la mayoría absoluta.

Escollos

Ione Belarra, actual secretaria general de Podemos y ministra de Derechos Sociales, declaró el lunes que ya habían abierto negociaciones con Díaz, pero según se ha filtrado a la prensa, cada bando mantiene sus posiciones. Dos son los principales ámbitos de divergencia. En primer lugar, cuál debe ser la relación con el PSOE. Díaz apuesta por un todo más colaborativo y cordial, Unidas Podemos, por marcar perfil propio exhibiendo públicamente las diferencias en cuestiones como los derechos de la mujer o la política de vivienda.

El segundo escollo es la distribución interna de la futura plataforma, que se llamará Movimiento Sumar. Podemos acepta que Díaz sea la candidata a la Moncloa, pero quiere fundir sus siglas dentro de la nueva plataforma, sino que insiste en mantener una personalidad propia y una relación bilateral con Díaz.

Aunque los resultados del domingo fueron malos para todo el espacio de la izquierda, las formaciones aliadas de Díaz pudieron salvar los muebles en algunas plazas. Por ejemplo, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, difícilmente podrá mantener el cargo -dependerá de los pactos-, pero su caída en votos fue ligera. En cambio, Podemos sufrió un auténtico descalabro al quedar fuera de todas las principales instituciones en juego: en la alcaldía y la región de Madrid, en el Parlamento autonómico de Valencia, etcétera.

Lo único positivo de las elecciones para la izquierda es que visualizó las fuerzas de cada actor, y eso podría facilitar la negociación de las cuotas internas. Díaz tiene ahora la sartén por el mango y más argumentos para instar a Podemos, formación en la que Iglesias conserva una gran ascendencia a pesar de su retirada de la política, a realizar más concesiones.

Díaz, antigua militante del Partido Comunista y una política con gran instinto, ya dio el martes un primer paso para marcar territorio en su negociación con Unidas Podemos y registró a Movimiento Sumar como partido político. La plataforma que aspira a unir la fragmentada izquierda española se define como “un movimiento europeísta, plural, con una firme voluntad de enfrentar el reto de la emergencia climática y avanzar hacia una sociedad más libre, más feminista y más igualitaria”.

Ahora mismo, la gran pregunta es si esta agenda la podrá desarrollar desde el frenesí que se respira en la Moncloa, o bien la debería impulsar desde fría bancada opositora en el Congreso de los Diputados. En buena parte, ello dependerá de la evolución de su compleja relación con Iglesias, su aliado que se tornó adversario.

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