Las 18 elecciones que se sucedieron en lo que va del año en todo el país dejaron muchos mensajes que desafían a los estrategas de las campañas nacionales y una certeza: el próximo presidente, sea quien sea, se encontrará con un mapa de poder en las provincias muy distinto al que tuvieron sus antecesores.
Con los triunfos que consiguió Juntos por el Cambio, al que se sumó anteayer el de Chubut, la relación de fuerzas entre gobernadores aliados y opositores será mucho más equilibrada, la más pareja en 40 años. Aunque falta que vote más de la mitad del país, este dato ya se presenta como irreversible. Y todo indica que lo mismo pasará en el Congreso, donde si no se revierten drásticamente las tendencias de las elecciones celebradas hasta ahora, ni Juntos por el Cambio ni Unión por la Patria tendrán las mayorías necesarias para aprobar leyes por sí mismos.
Es difícil hacer proyecciones antes de que se vote en la provincia de Buenos Aires, que tendrá sus PASO junto con las nacionales, pero los distritos que ya votaron suman el 45% del padrón nacional y el comportamiento de sus votantes muestra además una tendencia que en Chubut volvió a repetirse: siguen perdiendo votos el kirchnerismo y sus aliados, y aumentan los de Juntos por el Cambio. Además, es cada vez más pronunciado el crecimiento del ausentismo, un fenómeno que desafía a los candidatos a salir a la caza de apáticos y desencantados.
1. Se equilibra el poder territorial
El kirchnerismo y sus aliados se garantizaron, con las elecciones provinciales celebradas hasta ahora, que conservarán el poder en siete provincias (Formosa, La Pampa, La Rioja, Salta, Tierra del Fuego, Tucumán y Misiones, donde reafirmó su liderazgo el Frente Renovador de la Concordia), que se suman a Santiago del Estero, que no tiene elecciones este año. Pone en juego otras cuatro (Buenos Aires, Catamarca, Entre Ríos y Santa Cruz).
Pero Juntos por el Cambio ya ganó en cinco. En lo que va del año cosechó triunfos en San Juan, San Luis, Jujuy, Corrientes y Chubut. Además, muy probablemente repita el resultado de las PASO en Mendoza y Santa Fe, porque se impuso con triunfos holgados (en Mendoza, el radical Alfredo Cornejo sacó 42% de los votos, el expresidente de Pro Omar de Marchi, por fuera de JxC, 20%, y el peronismo, 15%; mientras que en Santa Fe, el sello local de JxC dobló en votos al peronismo). También es claro favorito a retener la ciudad de Buenos Aires, donde la incógnita es si Pro conservará su distrito más emblemático, con Jorge Macri, o se lo arrebata el radical Martín Lousteau.
Además, JxC tiene altas chances de ganar por primera vez en Entre Ríos, donde el candidato es Rogelio Frigerio. La oposición también se impuso en las PASO en Chaco, pero repetir ese resultado es todo un desafío. Y la provincia de Buenos Aires es la gran incógnita. En el resto, el oficialismo es favorito.
Con este escenario, incluso si JxC cayera en Chaco y en la provincia de Buenos Aires, se alzaría con nueve distritos propios, algo absolutamente inusual para fuerzas no peronistas. Desde el retorno de la democracia solo tuvo nueve provincias aliadas Fernando de la Rúa durante un breve período de tiempo: cuando ganó, la Alianza contaba con ocho distritos propios, a los que se sumó Corrientes, primero con una intervención y después con un triunfo electoral.
Cuando Mauricio Macri ganó, en 2015, sus provincias aliadas eran cinco: Buenos Aires y la Capital, las dos de Pro, y las tres radicales: Corrientes, Jujuy y Mendoza. El kirchnerismo y aliados gobernaban 16 provincias.
En 2019, cuando llegó a la Casa Rosada Alberto Fernández, el peronismo se había vuelto aún más fuerte porque Pro no logró retener la provincia de Buenos Aires y el socialismo perdió Santa Fe.
El peor registro del PJ fue, en cambio, en 1983, cuando gobernaba 12 provincias. Ahora se enfrenta a la posibilidad de repetir esa marca o incluso empeorarla. A los ocho distritos que ya tiene garantizados es muy probable que sume Santa Cruz y Catamarca, pero no tiene fácil el escenario en Entre Ríos ni en Chaco, donde perdió las PASO (impactó con fuerza en esas elecciones el crimen de Cecilia Strzyzowski), ni está claro que vaya a retener la provincia de Buenos Aires.
2. Pérdida de votos
En las 15 elecciones que fueron generales (las 14 que eligieron gobernador más Corrientes) el peronismo y sus aliados perdieron 483.000 votos respecto de los mismos comicios de 2019. Si se suman los comicios que fueron PASO, la caída es aún más notable porque en Mendoza obtuvieron 227.000 votos menos y en Santa Fe, 270.000.
El peronismo perdió votos en todas las provincias salvo en Formosa, donde sumó 6000; en rigor, allí casi no hubo variaciones porque entre 2019 y 2023 el padrón sumó en esa provincias 27.000 nuevos votantes, pero aumentó el ausentismo.
Mientras tanto, en esos mismos 15 distritos JxC sumó, desde 2019, 690.000 votos. En las PASO de Mendoza, sin contar a Omar de Marchi -que este año fue por fuera de JxC- perdió 35.000 votos. En Santa Fe este año se formó el frente de frentes, que sumó a las fuerzas de Juntos por el Cambio con el socialismo y sus aliados locales. Obtuvieron 147.000 votos más que la suma de las fórmulas presentadas hace cuatro años a las primarias.
3. El gran faltazo
Un fenómeno recurrente este año fue el alto índice de ausentismo en las elecciones provinciales. Desde Santa Cruz hasta Jujuy, en todo el país mermó la convocatoria con respecto a 2019, con la única excepción de Tucumán, donde la participación se mantuvo cerca del 84%. Y 2019 ya había sido un año de mucho ausentismo.
Este domingo, en las elecciones de Chubut volvió a pasar lo mismo. Votó solo el 69% del padrón y fue la primera vez que se perforó el piso del 70% desde el regreso de la democracia.
En total, en las 18 elecciones que van en el año faltaron a votar 5.359.000 personas. Para compararlo con 2019 hay que dejar fuera Chaco, que no tuvo PASO aquel año. Sin esa provincia, este año los ausentes fueron más de 4.989.000 (un 31%), 1.187.238 más que en las elecciones de hace cuatro años. También es notable el crecimiento del voto en blanco, que aumentó cerca de un punto.