BRASILIA.-”A mí me toca seducir, convencer, enamorar”, dice Sergio Massa con una mezcla de optimismo y resignación, mientras ofrece una bandeja con queso y salamines al secretario de Industria, José Ignacio de Mendiguren, que acepta con agrado.
Durante el vuelo de Lade que lo trajo anoche hasta esta ciudad, rodeado de antiguos y nuevos colaboradores, el ministro de Economía y candidato a presidente de Unión por la Patria desgranó, como en esa escena, sus preocupaciones políticas, que se centran en evitar que Javier Milei y los libertarios ganen en primera vuelta las elecciones, previstas para el 22 de octubre, y sobre todo que su espacio, el oficialista, consiga levantar la puntería e ingrese a un eventual ballotage, que imagina en competencia con el diputado y líder de La Libertad Avanza.
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Las tres horas de viaje desde Aeroparque sirvieron para ordenar una cabeza político-económica que no dejar de pensar alternativas, como la catarata de medidas (12, en total), anunciadas el domingo y pensadas para compensar los efectos de la devaluación del peso y la inflación en ascenso, e impactar. El cálculo del impacto está pronosticado para que se sienta en los bolsillos “entre el 15 y el 30″ de septiembre y octubre, en coincidencia con el calendario electoral.
Quienes estuvieron con él durante el periplo-en el que apuró varias rondas de mate, casi sin quedarse quieto en su asiento-aseguran que Massa cree que el costo fiscal de las medidas, presupuestado en nada menos que $739.000 millones hasta fines de año, quedará reducido a $290.000, por influjo de otros fondos que llegarán en estas semanas y la “ayuda” de los gobernadores justicialistas o aliados, que se harían cargo de parte de las promesas, como la extensión a los empleados públicos de la suma fija prevista para los empleados del sector privado.
Pero más que el costo de las medidas, o la agenda bilateral concreta, que hoy a las 17 tratará con Luiz Inácio Lula da Silva en el Palacio da Alvorada, abordará otros temas: fondos para el gasoducto Néstor Kirchner, acuerdos agrícolas, apertura de mercados. En lo relativo a la electoral, Massa se mostró preocupado por cómo detener a Milei, con quien-según fuentes del Frente Renovador-conversó “hace cuatro o cinco meses” de “temas legislativos”. Milei, confirman cerca de Massa, mide según encuestas propias “entre 32 y 36 puntos”, un escalón por encima del tigrense, que está “entre 27 y 32″ y mucho más arriba que Patricia Bullrich, de Juntos por el Cambio, a quien-según dicen desde el oficialismo-las encuestas auguran entre “18 y 23 puntos”. Es decir, varios puntos menos que los que Bullrich y su rival, Horacio Rodríguez Larreta, sumaron en las PASO del domingo 14 pasado.
Bullrich, en el “medio”
“Juntos por el Cambio ya está partido. Y Bullrich tiene un problema, quedó en el medio, sin perfil”, cuentan quienes conocen el pensamiento del ministro y postulante presidencial. ¿Y si se suma Carlos Melconian como candidato a ministro de Economía?. El tigrense no cree que la incorporación funcione. Es más: en la intimidad califica la propuesta de Melconian como “dolarización cobarde, un poquito y un poquito. Por lo menos Milei es guapo, va a fondo”, afirmó, según quienes lo escucharon en las últimas horas.
Confiado en que la UCR no apoyaría a Milei en un ballottage cara a cara, Massa estima-según dirigentes de su confianza-que su viejo amigo Rodríguez Larreta “no le hizo caso a (Jaime) Durán Barba” y se “equivocó mucho”, haciendo “lo contrario de lo que había que hacer: mostró acuerdos con dirigentes, en lugar de mostrarse con la gente”. Con sentido autocrítico, Massa cree que su antiguo aliado “cometió los mismos errores” que él cuando derrotó a Cristina Kirchner, en 2013. Misterioso, dice que “no necesita intermediarios” para hablar con el jefe de gobierno porteño, a quien percibe dolorido por la magnitud de su derrota en la interna. “Están peleados entre ellos, nosotros parecemos ordenados en la comparación”, dicen en el massismo en relación con la coalición opositora, que también cree tener sus chances de llegar a la Casa Rosada.
En tren de fortalecer los votos peronistas, Massa llevó al viaje a los diputados Natalia De la Sota y Alejandro “Topo” Rodríguez, enrolados hoy detrás de la candidatura presidencial del gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, pero ya mostrando cercanía con el oficialismo de cara a una eventual segunda vuelta. “Hasta el 22 de octubre impulsamos a Schiaretti, pero si hay ballotage y se ponen en juego dos modelos de país, no seremos neutrales”, comentó Rodríguez, quien junto a De la Sota (cuyo padre el fallecido ex gobernador y embajador José Manuel tenía un gran vínculo con Lula da Silva) votaron en contra del proyecto de ley de alquileres impulsado por Juntos por el Cambio, en sintonía con el oficialismo en la Cámara baja. Massa también le “levantó la sanción” y trajo aquí a Eduardo Valdés, el diputado kirchnerista porteño que recibió una amonestación luego de declarar que quería un candidato “a tiempo completo”, sugiriendo que el ministro de Economía debía renunciar para dedicarse de lleno a la campaña.
En el análisis inicial de la “nueva campaña” que se avecina, desde Unión por la Patria sostienen que casi la mitad de los votos que Milei obtuvo en las primarias son “blandos”, es decir, que podrían migrar a otros partidos. Para conquistarlos, y a su regreso de esta ciudad que lleva la impronta del célebre arquitecto Oscar Niemeyer, Massa seguirá con más medidas; acentuará sus recorridas por el Interior-el viernes estará otra vez en Entre Ríos junto al gobernador Gustavo Bordet-y reclamará el apoyo de los gobernadores e intendentes. En los cálculos de UP hay al menos 70.000 empleados públicos bonaerenses que no fueron a votar. “Hay que reconquistarlos”, repite Massa, aunque en la tropa massista aparece una sana envidia, al ver la repercusión en las redes sociales de la actividad del libertario, hoy para Massa “el” rival en su complicada carrera por la Presidencia.