Elecciones 2023: la maquinaria electoral que hizo invencible al peronismo en Tucumán

SAN MIGUEL DE TUCUMÁN.- Durante el trayecto de 13 kilómetros que separa al aeropuerto Benjamín Matienzo de la capital tucumana se instala la sensación de que en esta provincia hay un partido único. Por las ventanillas del auto corre la periferia y se distinguen solo carteles azules con la leyenda “Mejor unidos”, un eslogan de campaña que les podría caber tanto al Frente de Todos como a Juntos por el Cambio. Pero las paredes colonizadas marcan el territorio: “Jaldo gobernador, Manzur conducción”. La campaña de la oposición está casi ausente, con alguna pintada aislada o cartelería sin demasiada visibilidad. Manda el PJ. En las calles y en el cuarto oscuro.

El sistema electoral de Tucumán pasó hace 17 años de la ley de lemas a la de acoples, una suerte de colectora que favorece a la boleta de gobernador que más listas adheridas lleva. Un festival de partidos que suele favorecer al oficialismo. El domingo que viene la boleta de Jaldo y Miguel Acevedo, el reemplazante de Manzur tras la impugnación de la Corte Suprema a su candidatura, será empujada por 61 acoples, mientras que la de Roberto Sánchez-Germán Alfaro (Juntos por el Cambio) por 16. Es decir, habrá más papeletas oficialistas que opositoras en un cuarto oscuro caótico. En 2019, esa diferencia fue menor: 47 a 15. Y en 2015, cuando la oposición hizo su mejor elección en una jornada nublada de sospechas y acusaciones, la diferencia fue apenas de cuatro colectoras. La proliferación de candidatos requiere de más dinero.

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Quedó en la nada la reforma política que se avanzó en 2006, con Manzur como presidente de la convención que modificó la constitución local con el objetivo de habilitar un tercer mandato de José Alperovich y fortalecer al Poder Ejecutivo sobre los otros dos poderes. Una de las promesas del exjefe de Gabinete de Alberto Fernández había sido terminar con los acoples, el atajo que lo mantuvo durante casi dos décadas en el poder provincial.

“Es un sistema perverso y pergeñado por los que controlan la provincia porque son ellos los que tienen el dinero y los recursos. Patrocinan con dinero público los partidos. Hay 105 partidos políticos diferentes y llegaron a ser 600″, denunció Sánchez, un popular piloto de rally que hace unos años se sumó a la UCR y que ahora sueña con romper la hegemonía peronista, que lleva 24 años al mando de la provincia.

En el PJ, sin embargo, surgieron voces críticas a la maquinaria que ideó Alperovich, que continuó Manzur y que ahora el control remoto está en manos de Jaldo y Acevedo. “Fue un sistema hecho a medida para que Alperovich esté tres mandatos. Es una vergüenza, es un quilombo y mercantilizó a la política”, dijo a LA NACION Carlos Cisneros, diputado nacional del Frente de Todos y uno de los armadores del peronismo local.

De las siete listas a gobernador que competirán el domingo, solo dos tendrán colectoras: el Frente de Todos y Juntos por el Cambio. El resto de las fuerzas, resignadas prácticamente a dar pelea por el premio mayor, apuestan conseguir bancas en la Legislatura, una de las de mayor presupuesto del país, con $36.000 millones anuales y en la que cada uno de los 49 miembros puede nombrar entre cinco y 30 asesores, según la influencia en el bloque.

Una desventaja de los acoples, sobre todo para JxC, es que los legisladores que logran acceder a una banca no poseen una identidad común, ya que muchos de ellos fueron adversarios en la campaña y lo que los unía era una boleta que ya no existe. Por eso, la composición actual de la cámara es otro reflejo de la supremacía peronista: cuenta con 32 legisladores propios sobre 49. Las fuerzas que componen hoy JxC tienen apenas cuatro, mientras que la mayor oposición es Fuerza Republicana, el partido de Ricardo Bussi, el aliado local de Javier Milei y al que los cambiemitas acusan de ser funcional al oficialismo. Bussi es el hijo del militar que gobernó la provincia en 1976 y en democracia (1995-1999) y al que la Justicia consideró como uno de los criminales más feroces de la dictadura.

La otra gran jugada de Alperovich y Manzur para hegemonizar al PJ fue el reconocimiento de las 93 comunas rurales, a las que mediante una ley provincial [la 7350] se les permitió elegir a sus autoridades mediante el voto popular. Se elige un comisionado comunal [tiene rango de subsecretario de Estado] y un suplente. Las comunas son distritos de más de 500 habitantes que no alcanzan la categoría de municipio. En 2019, Manzur obtuvo el 94% de los votos, según un relevamiento elaborado por el partido opositor CREO en base a los resultados del escrutinio oficial. Las 93 comunas representan el 23% del padrón electoral y en algunas de ellas la oposición ni se presenta, como en Anca Juli, un pueblo de montaña con 405 votantes. Con el antecedente de 2019, las fuerzas opositoras deberían saber que el día de la elección podrían comenzar 20 puntos abajo.

No fue al azar entonces la designación de Acevedo como el reemplazante de Manzur en la boleta. Es ministro del Interior desde 2015 y es quien distribuye los recursos a los municipios y a las comunas. Jaldo tuvo el mismo cargo antes de ser vicegobernador. Es un sillón con caja y proyección.

“Es muy difícil ganar si reparten dinero y los municipios y las comunas no tienen autonomía. Hace poco el Gobierno repartió 20.000 millones de pesos en concepto de obra pública solo para los oficialistas. No hay control de esos gastos”, denunció Sánchez, casi resignado.

El avance sobre los municipios

Durante el primer mandato de Alperovich, Jaldo fue ministro del Interior y ofició de nexo con los municipios. Activó desde allí el denominado “pacto fiscal”, que consistía en que los municipios cedan de manera opcional su porcentaje de coparticipación a la gestión central a cambio de que el Poder Ejecutivo provincial afronte el pago de las planillas salariales. La medida logró alinear con el oficialismo a 17 de los 19 municipios. “Les quitó autonomía”, acusó Sánchez, exintendente de Concepción, la ciudad más importante después de la capital, gobernada hoy por Alfaro, su compañero de fórmula que tiene raíces peronistas.

Hugo Haime, el consulto favorito del peronismo tucumano desde la época de Alperovich, pasó esta semana por la provincia. “El oficialismo tiene una diferencia a favor de diez puntos que podría ampliarse por los acoples”, dijo Haime a LA NACION. Sin embargo, el especialista descartó un triunfo aplastante por 30 puntos, como sucedió en 2019. El arrastre de la mala gestión nacional del Frente de Todos sería una de las razones.

Distintos son los números preliminares que manejan en el campamento opositor. Cerca de Alfaro dijeron que la diferencia es de diez puntos, pero a favor de ellos. “El 70 por ciento del padrón está en lo que se denomina el Gran San Miguel y ahí estamos muy fuertes, por lo que contrarrestamos los números del interior”, dijo confiado un asesor del intendente de la capital.

El domingo será la hora de la verdad para comprobar si las vigas maestras que sostienen la hegemonía peronista siguen intactas.

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