CORRIENTES.- Cientos de personas que llegaron del interior y de las capitales de todo el NEA se sumaron a un puñado generoso de correntinos y correntinas que esperaban con expectativas la llegada de Javier Milei a la provincia. La convocatoria, que fue corriendo el horario por actividades ya programadas en la costanera local y por el calor reinante en la región, tuvo su explosión de júbilo después de las 19, cuando el candidato libertario abandonó el hotel en el que se encontraba alojado y tomó contacto con sus partidarios.
Primero en una camioneta tipo SUV y luego parado en la caja de otra camioneta doble cabina, Milei saludó a los militantes locales y visitantes que rugían de locura al verlo sonreír, esgrimir su puño derecho cerrado o blandir una motosierra de las muchas que eran parte del show callejero que terminó de nutrirse cuando la gente que habitualmente se recrea por la costanera correntina, se convirtió en protagonista involuntaria de una caravana que avanzaba a paso de hombre porque el gentío movilizado se arremolinaba cerca del candidato, para lograr un apretón de manos o al menos un pequeño contacto.
“Me saludó, me saludó”, gritaba exultante una quinceañera de las muchas que buscaban una foto con el “león”. “Vamos Milei”, gritaba un hombre, a su turno, parado en boulevard central de la avenida General San Martín, con su pequeño hijo sentado en su cuello.
El acto primero estaba previsto para las 15. La convocatoria incluía un pedido de acudir con motosierras, e incluso con machetes, para darle color local a la caravana con una herramienta primordial de las praderas correntinas, pero la cosa afortunadamente no ocurrió. Sí hubo un par de palas de trabajo, y cuando Milei las tomó y las exhibió, la simbólica leonera rugió con toda su potencia. Después se dedicó a firmar carteles, libros y hasta una pelota de básquet.
Otro punto alto de la caravana, cuando apenas la camioneta pudo doblar la esquina de Pellegrini y Costanera, ocurrió cuando alguien le acercó un bastón de mando. Milei lo tomó y lo mostró, pero sólo un momento, por las dudas.
No hubo discursos, aunque todo estaba preparado para ello. Cuestiones de organización fueron cambiando los planes sobre la marcha, al punto que a la hora prevista para la partida desde Chaco y Costanera, tal como estaba anunciado, donde incluso había una especie de fan fest, se apagó la música y se cerraron los micrófonos y parte de la militancia que esperaba allí se trasladó hasta el hotel, uno de los más importantes de la ciudad, para sumarse a otra columna de militantes. Alguien sugirió incluso que allí, además de un par de cuadras de distancia, había también una grieta entre dirigentes locales sustentada en una puja por la propiedad del sello de La Libertad Avanza.
Ajenos a esa minucia interna, el grueso de la columna de Milei en Corrientes la conformaron correntinos de la capital y de varias localidades del interior, como también gente de Chaco, Formosa y Misiones.
Todos ellos, en la previa de la fiesta liberal, pidieron salir a buscar los votos para pintar de morado a una provincia largamente amarilla, como Corrientes, donde Milei fue el candidato más votado en las Primarias, pero quedó tercero en la general debajo de Juntos por el Cambio y Unión por la Patria. Eran jóvenes en su mayoría, algunos muy jóvenes, pero también había familias enteras y personas adultas y adultos mayores que aprovecharon el paseo sabatino y saludaron desde sus silletas al líder libertario, de campera de cuero, pese al calor que superó por momentos, largamente, los 35 grados.
“Viva la libertad carajo”, repitió Milei una y mil veces, lo mismo que sus dirigentes. Al lado de él, casi en todo momento, se lo vio a Lisandro Almirón, primer candidato a diputado. Antes, en los discursos que arengaban a la tímida concurrencia, los dirigentes libertarios de la provincia, algunos debutantes y otros reconvertidos de otras expresiones políticas, pedían “libertad para la gente honesta y cárcel para todos los delincuentes” o “libertad para los pueblos oprimidos del NEA, oprimidos por la casta peronista de Formosa y Chaco, renovadora en Misiones y radical en Corrientes, según dijeron.
Mientras todo eso ocurría, hubo también oportunidad para los negocios. Las banderas amarillas con la cara de Milei costaban mil pesos las más pequeñas. Las más grandes, hasta 5 mil. También había chipá, mate y tereré para morigerar el calor, y globos y bengalas moradas. “Tiñamos de violeta las urnas del 22 de octubre”, decía una dirigente chaqueña.
La luz la pusieron los miles de celulares encendidos que apuntaban a cada movimiento del candidato. Y son del carnaval le puso ritmo a la tarde, que ya era noche cuando el sol cayó detrás del puente general Belgrano y Milei seguía de paseo, pensando en el camino que pretende terminar en la Rosada.