Elecciones 2023 | El final de la campaña de Sergio Massa, sin Cristina Kirchner y con la presión del dólar, y preocupado por el ausentismo

Cuando faltan cuatro días para las elecciones PASO, el oficialismo apunta más que nunca la mirada en los “indecisos”. Un número que, aunque siguen eludiendo ponerlo en cifras, confían en que puede “definir” los comicios. Mientras tanto, Sergio Massa, candidato principal a presidente de Unión por la Patria (UP) atraviesa el último tramo de su campaña, en medio de una serie de actos y con un cierre, en el Teatro Argentino de La Plata, que no contará con la presencia de Cristina Kirchner. Una ausencia que en las filas del oficialismo juran consensuada y dialogada y destacan la idea de potenciar la figura del ministro de Economía, quien, en su doble rol, también monitorea de cerca la escalada del dólar y su impacto en la inflación, que volvería a dar un salto en el relevamiento de julio.

El Teatro Argentino es el lugar en el que la actual vicepresidenta cerró su campaña en 2011, lo que se erige como un guiño al kirchnerismo duro, parte del cual se espera que apoye a Juan Grabois, el otro precandidato del oficialismo. Un movimiento que genera dudas y rispideces internas, pero pese al cual desde las filas de Massa se muestran seguros que luego esos votos pasarán directo en la general de octubre para ellos. En La Plata no acompañarán a Massa ni Cristina ni Alberto Fernández, quien hoy eludió en declaraciones radiales una definición.

En el búnker oficialista, sobre la céntrica calle Mitre, creen que recién ahora la campaña presidencial está presente y que en estos días, como nunca antes, la gente “ve y evalúa” a los candidatos como posibles presidentes. “Hay demanda de presidente, de una figura fuerte”, repiten en el oficialismo y apuntan al crecimiento de la figura del candidato, incluso por fuera de la marca UP. Cree que el domingo puede haber un “buen resultado” y que si eso se produce, para la segunda etapa, rumbo a las generales, se haría más hincapié en el sello presidencial.

En medio de un escenario dinámico se consideran, también, en “en carrera” y “vivos y compitiendo”, como creen que nadie los contemplaba hace poco más de un mes por el impacto de la crisis económica, al tiempo que admiten que el mayor fantasma es el del ausentismo. Y que un porcentaje de asistencia a las urnas por debajo del 70% podría arrojar resultados completamente imprevisibles.

Por la información que manejan, y analizan casi como en un laboratorio de ensayo, cuyos resultados reales recién se verán entrada la noche del domingo, en los electores “hay demanda de una figura fuerte”. Y se muestran convencidos de que Massa reúne ese y otros atributos que se le asignan a una autoridad presidencial y que hoy, a pesar de ser gobierno, admiten vaciada.

Cerca de las filas de la campaña también admiten alivio porque entienden que estas elecciones no se tratan de un plebiscito de gestión, como hubiera sido una reelección de Alberto Fernández. De esta manera, la estrategia es separar a Massa del Presidente. Eso pese a que Massa mismo forma parte de la administración del mandatario, en el estratégico Palacio de Hacienda, en medio de una acumulación de altísimos niveles de inflación y un dólar blue que duplica el que recibió el año pasado al asumir como ministro de Economía.

Aconsejado por el gurú catalán Antoni Gutiérrez-Rubi, Massa ensayó en sus discursos una suerte de autocrítica por el rumbo económico de la gestión de la que él es parte. Admitió errores y pidió perdón, como hizo ayer delante de los sindicalistas de la CGT. Cuando Massa llegó al Palacio de Hacienda, en agosto de 2022, la inflación acumulaba un 71% interanual; hoy alcanzó un 115,6% en 12 meses.

En el oficialismo se muestran también seguros de que los quieren “castigar” al gobierno ya tienen la boleta elegida al tiempo que se ilusionan apuntando a que la oposición “está haciendo méritos para fracasar”. Y agregan, confiados: “Ellos pueden perder cuando tenían todo para ganar y nosotros podemos ganar cuando hasta hace dos meses parecíamos tener todo para perder”. La ilusión está arraigada en la convicción de que ven a Juntos por el Cambio “envueltos en una “guerra fraticida”, que, creen, alimenta las posibilidades oficialistas.

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