El sector energético está atravesando su año bisagra gracias a la mayor producción de gas y petróleo y a la ampliación de la capacidad de transporte. Esta dinámica ya le está dando un alivio al Estado en dos frentes: le genera menos demanda de divisas, en un contexto de bajas reservas en el Banco Central, y hay una reducción en los subsidios destinados a la energía.
En los primeros cuatro meses del año, la balanza comercial energética fue superavitaria (positiva) en US$263 millones, cuando en el mismo período del año pasado había sido deficitaria (negativa) en US$368 millones. Esto significa que la Argentina no solo dejó de perder dólares por la importación de energía, sino que incluso generó divisas. En total, tuvo una mejora en la balanza energética de US$631 millones.
Las exportaciones de combustibles y energía (CyE) representaron US$2660 millones en el primer cuatrimestre del año. Si bien, eso significa una merma de 0,4% con relación a los US$2672 millones del mismo periodo del año pasado, esa reducción se debe a una caída brusca en los precios internacionales del petróleo, donde la cotización del barril Brent, que se toma de referencia en la Argentina, bajó de US$113 un año atrás a los actuales US$78.
De hecho, según el último informe del Intercambio comercial argentino (ICA), que publica el Indec, en abril, mientras que los precios de combustible y energía cayeron 19,2%, las cantidades aumentaron 4,5%.
La diferencia principal del superávit energético estuvo dada por las importaciones, que se redujeron 21,2%, de los US$3040 millones en el primer cuatrimestre de 2022 a los actuales US$2397. En abril, concretamente, el precio de los combustibles y lubricantes cayó 30%, pero las cantidades también disminuyeron 16%, lo que da una caída total de las importaciones del mes pasado de casi 40%.
En el primer trimestre del año, la producción de petróleo aumentó 12,2% interanual, impulsado por el no convencional (la producción de Vaca Muerta), que creció 35,5% y compensó la declinación del convencional, según los últimos datos de la consultora Economía y Energía (EyE).
En lo que se refiere a la producción de gas, también hubo un crecimiento de 2,7% interanual. A partir de julio, cuando esté operativo el nuevo gasoducto Néstor Kirchner, se espera un incremento mayor gracias a la ampliación de la capacidad de transporte.
Menores subsidios
En el frente fiscal, el Gobierno está realizando una reducción en el gasto en subsidios, de la mano de un aumento en las tarifas energéticas, pero principalmente está explicando por un retraso en el pago del valor del gas y de la generación eléctrica a las empresas.
En concreto, en los primeros cuatro meses del año, el Gobierno destinó $589.128 millones a subsidiar la energía, lo que significa un aumento de 34% con relación al mismo periodo del año pasado, muy por debajo de la inflación interanual. Si se tiene en cuenta la variación de precios, la caída real en el gasto de subsidios fue de 34%, según cálculos de la consultora LCG.
Desde el año pasado, el Gobierno empezó a aplicar un fuerte aumento de tarifas para los usuarios de ingresos altos, alrededor del 35% del total de hogares residenciales. Sin embargo, los ajustes más fuertes se realizaron a partir de este mes de mayo, donde la tarifa de luz subió más de 90% en solo un mes.
El economista Julián Rojo, del Instituto Argentino de la Energía (IAE) General Mosconi, calculó que el incremento total desde mayo del año pasado a la fecha es de 540% para los usuarios de ingresos altos, que quedaron sin subsidios, en el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
Por lo tanto, la reducción de subsidios está explicada principalmente por un retraso en el pago que hace el Tesoro a Cammesa, la compañía con control estatal encargada de los despachos de energía eléctrica. Esta empresa, a su vez, se atrasa en pagarles a los proveedores, las principales generadoras de electricidad, según recopiló LA NACION.