El piloto presidencial que hizo el polémico vuelo sobre Aeroparque renunció después de que “le soltaron la mano”

Más bien fue una sanción política que el resultado de una investigación administrativa. Pero más allá de cuál fue la causa, la consecuencia es que a poco de cumplirse un mes de aquel polémico vuelo sobre el Aeroparque porteño en el estreno del avión presidencial ARG-01, el piloto Leonardo Barone, al mando de aquella maniobra y personaje central en la compra de la aeronave, presentó ayer su renuncia.

“Aquel vuelo no cayó bien. Desde entonces, la suerte estaba echada. Finalmente [el secretario General de la Presidencia, Julio] Vitobello le soltó la mano.”, dijo una fuente que conoce el desenlace de aquel vuelo que le costó el cargo al piloto de confianza del presidente Alberto Fernández.

La salida de Barone del staff de pilotos oficiales no es solo una noticia mediática. Sucede que desde que se inició el proceso de compra del Boeing 757-256, un modelo fabricado en 2000 y configurado para 32 pasajeros, se capacitaron cuatro pilotos para prestar servicios en los traslados presidenciales. Uno de ellos renunció, ya que pasó al sector privado. Quedaron tres, Barone y dos más, y ellos fueron los que llevaron a la comitiva oficial a China, en aquel viaje que encabezaron el ministro de Economía, Sergio Massa, y el diputado Máximo Kirchner.

El vuelo rasante del nuevo avión presidencial

La compra del avión estuvo signada por la polémica desde el momento en que se conoció. El Boeing elegido es una familia de aeronaves que ya no se fabrica hace años, que no se usa en el país y que, además, no tiene pilotos certificados. De ahí que se capacitaron solo cuatro. Esa fue una de las principales críticas que se le hicieron a la compra, más allá de la oportunidad de gastar 25 millones de dólares en épocas de fuerte restricción cambiaria en el país. Durante todo este proceso, Barone fue un personaje central, ya que él mismo fue quien negoció directamente con la OACI, un organismo dependiente de las Naciones Unidas destinado a regular el tránsito aéreo y que fue el encargado de hacer el concurso internacional.

“Lo que hizo fue inoportuno y en un día complicado. Ridiculizó a muchos y eso no se lo iban a perdonar”, dijo otra fuente que dialoga con los funcionarios de la Secretaría General. Ese evento que lo marcó fue el vuelo rasante sobre el Aeropuerto porteño que se realizó cuando el avión llegó por primera vez a la Argentina. Era 25 de mayo y los ánimos políticos no estaban calmos, ya que en la Plaza de Mayo, Cristina Fernández, presidía un acto político kirchnerista. Fue casi la apropiación del día de la Revolución de Mayo.

Pocos minutos después de que empezó la desconcentración frente a la Casa Rosada, en el Aeroparque, y frente a muchos curiosos apostados para ver la nueva aeronave, Barone se aproximó a la pista y la sobrevoló a pocos metros de altura, en dirección Norte a Sur. Mientras, algunas aeronaves comerciales permanecieron en el aire o fueron desviadas por la tormenta. Finalmente, se aproximó a la estación en dirección contraria (Sur a Norte) y aterrizó. Las imágenes de la maniobra se hicieron virales y desde entonces, Barone quedó en medio de la polémica.

Pocos días después, el piloto habló con LA NACION. “Todo se hizo con autorización. No hago nada sin ella. La pasada es absolutamente legal. Hay videos, está todo documentado”, dijo en su primera declaración pública sobre el tema. “En términos profesionales se hizo todo lo que se tenía que hacer; en términos políticos no era el momento. No evalúe esa situación. Veníamos felices, con el avión nuevo en una fecha patria”, reconoció.

Además, por una causa que se inició en 2019 tras una denuncia de la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) por la falsificación de las pólizas vinculadas a una compra de 10 aeronaves para el Estado, Barone está camino a enfrentar un juicio oral y público. Allí fue procesado por el juez federal Daniel Rafecas por fraude el 28 de noviembre de 2022 en la causa CFP 5215/2019 del juzgado federal 6 que subroga y esa decisión fue confirmada por la Cámara Federal el 13 de febrero pasado, con la firma de los jueces Martín Irurzun y Eduardo Farah con la disidencia parcial de Alberto Boico. Ahora se trabaja en la elevación del caso a juicio.

Por ahora, el compañero de cabina de Barone, Juan Pablo Pinto, se mantiene en el cargo. “Lo necesitan, no tienen más pilotos disponibles para volar el sucesor del Tango-01. De hecho, está programado un vuelo a Europa en los próximos días y el que está encargado de todo es [Fabián] Chionetti”, comentó un experto en aviación que conoce las programaciones del avión oficial.

Fabián Chionetti, quien se nombra en los pasillos como el sucesor de Barone, es inspector de la Administración Nacional de Aviación Civil y alguna vez estuvo procesado por el accidente de Lapa. De cualquier manera, más allá de los nombres, los problemas de pilotos capacitados para trasladar a las comitivas oficiales empezaron a producirse a poco del estreno.

El ARG-01 regresó el 14 de junio a Dallas, según se informó extraoficialmente, para terminar los chequeos de algunas prestaciones relacionadas con la conectividad de la aeronave. Regresó el domingo 18 y aterrizó en el Aeroparque porteño. Ayer fue a Paraná a las 12.40, en un vuelo de 40 minutos, y regresó a las 14.39.

Finalmente, no hubo sanciones administrativas, al menos hasta ahora, para los pilotos del sobrevuelo. Todo se resolvió por la “política” y su conocida maniobra de “soltar la mano”. Son las reglas, así llegó, “de la mano” del Presidente, cuando aquel era candidato; así se va, cuando la mano se abre y arroja al vacío a quien penda de ella.

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