La producción de soja plantea cada campaña nuevos desafíos. Luego de atravesar años de severa sequía, se prevé un ciclo con mayores precipitaciones. Pero ¿qué pasa con las cuestiones técnicas en materia de protección cultivos?
“El momento es difícil”, resume José Luis Zorzín, ingeniero agrónomo de Aapresid. “Salimos de un año seco donde los cultivos no tuvieron un gran desarrollo, no lograron cerrar el surco ni hacer el sombreo y donde las malezas semillaron”, describe.
Para el técnico, la próxima campaña tendrá “un banco de semillas crecido, alimentado desde el año anterior”, donde será clave el manejo con herbicidas preemergentes. En un año que podría ser Niño, las precipitaciones serán importantes en el manejo químico con la incorporación de preemergentes aplicados con técnicas de overlaping.
Ahora, ¿qué pasa con las malezas resistentes? Si bien hay informes que reflejan que la tasa de aparición de biotipos se ha desacelerado, no deja de ser un problema recurrente. “Hay que rotar los mecanismos de acción para disminuir la presión de selección, sino podemos llegar a nuevos biotipos resistentes como ya ha ocurrido en otros países del mundo”, remarca Zorzín. Y para retardar su aparición, es importante integrar estrategias de manejo químico con tecnologías de proceso, como la adopción de cultivos de servicio que “han demostrado ser efectivos para bajar la presión de selección”.
Carlos Grosso, asesor de la región central de Santa Fe, sostiene que, gracias al desarrollo del conocimiento agronómico, a partir de una amenaza como las resistencias en malezas, surgió una oportunidad como el manejo de cultivos de servicio. “Hoy sabemos que los cultivos de servicio permiten fijar nitrógeno, mejorar la estructura del suelo, secuestrar carbono y ser más eficientes en el uso de agua y los recursos disponibles”, enfatiza.
Pasando al control de plagas, ambos coinciden en que en un año con mayores precipitaciones la incidencia de insectos será menor que en los últimos ciclos de sequía. Sin embargo, no hay que descuidar la aparición de arañuelas y, sobre todo, de trips que “suelen ser un enemigo silencioso”, sostiene Grosso. Para este técnico, la plaga se lleva entre 7% y 10% de producción. “Lo venimos siguiendo desde hace 20 años y nunca vi un lote que termine su ciclo sin daño por trips. Hoy contamos con tecnología para que el impacto sea menor, pero siguen siendo un desafío porque siempre están presentes”, asegura.
Según los especialistas, las novedades tecnológicas pasan hoy por el uso variable de insumos. “Las aplicaciones selectivas permiten ahorrar entre un 70% y 80% de herbicidas. Esto es un beneficio no sólo desde lo económico, sino también desde lo ambiental”, remarca Zorzín.
Aplicación variable
Por su parte, Grosso sostiene que la aplicación variable es cada vez más frecuente. “Si tengo un lote con sólo el 5% de la superficie afectada es un despropósito aplicar en el 100%. Hoy disponemos de herramientas para aplicar selectivamente en las zonas donde hay presencia de malezas, se utilizan mucho menos químicos y ganamos en sustentabilidad”, pondera.
Parte del paquete tecnológico son los nuevos materiales de soja Enlist y Conkesta. La primera otorga tolerancia a glifosato, a glufosinato de amonio y a 2,4 D para el control de malezas. La segunda le suma a estas herramientas mencionadas la tolerancia a los principales lepidópteros. “Muchas veces hay malezas que empiezan a ser problemáticas y planteando la producción con soja Enlist se las puede controlar y hasta eliminarlas de lote”, afirma Grosso.
Zorzín sostiene que “el sistema Enlist ha demostrado tener un gran desempeño para lidiar con malezas duras como Rama negra, Yuyo colorado, Sorgo de Alepo, Borreria y Gomphrena; además da la posibilidad de avanzar con doble golpe dentro del cultivo”. En tanto que Conkesta es aplicada más en el Norte, donde hay más presión de plagas. Aunque advirtió que ambas tecnologías se deben usar con los cuidados correspondientes porque rápidamente pueden generar resistencia como pasó con Intacta.
Con un probable aumento de las lluvias, crece la posibilidad de que se desencadenen múltiples enfermedades que afecten las hojas, vainas y granos. “Si hay exceso de agua -o al menos una recuperación de las lluvias- pueden surgir enfermedades como Mancha marrón (Septoria glycines), Cercospora kikuchii, Esclerotinia, el complejo de enfermedades Diaporthe – Phomopsis, y hongos de suelo, como los causantes de muerte súbita”, afirma Marcelo Carmona, fitopatólogo de la Fauba.
El experto advierte que los patógenos resistentes a fungicidas son cada vez más frecuentes. Para generar tácticas anti resistencia hay que tener conocimiento sobre el fungicida que se aplica y capacitarse; hacer rotaciones de mecanismos de acción; respetar las dosis y seguir las indicaciones que están en el marbete. También incluir otras alternativas complementarias, como los fosfitos que inducen a la defensa, extractos de algas que estimulan el crecimiento y la incorporación de moléculas con acción multisitio que ayudan a alargar la vida útil de los fungicidas que todavía tienen efectividad.
“Los fungicidas multisitio están empezando a tener más adopción. Los organismos internacionales dedicados a la protección de cultivos contra hongos resistentes recomiendan la incorporación de estos productos en las decisiones de control de enfermedades”, finaliza.