El laberinto de Juntos por el Cambio ante el reto de revertir la elección en octubre y vencer a Javier Milei

Juntos por el Cambio quedó atrapado en una de las coyunturas más difíciles de su historia. La victoria de Javier Milei en las primarias puso en jaque a Patricia Bullrich, la candidata presidencial que debe ponerse al hombro la campaña para revertir el resultado en octubre, y profundizó la crisis en el bloque opositor. La derrota electoral de las PASO fue revés inesperado para JxC. Es que los jefes de Pro, la UCR y la CC habían logrado en los últimos cuatro años preservar la unidad, más allá de las divisiones internas y las discusiones ideológicas, y se alistaban para reconquistar el poder nacional ante el hundimiento del PJ que pronosticaban las encuestas, sobre todo, por los efectos de la crisis.

El triunfo de Milei en las PASO reconfiguró el tablero político y situó a JxC en un laberinto. A la preocupación por la pérdida de votos -hubo una sangría de más de un millón respecto de las elecciones de 2019- en territorios clave, como Córdoba, Santa Fe, Mendoza o el interior de la provincia de Buenos Aires, que solían ser fortalezas electorales de la fuerza antikirchnerista más influyente, se suman el temor por la consolidación en vastos segmentos de la población del fenómeno antisistema de Milei, que desplazó temporalmente a JxC como principal frente opositor al Gobierno, y la incertidumbre sobre el futuro de la alianza que nació en 2015 para enfrentar al peronismo kirchnerista. “Está todo muy roto, arriba y abajo. Todavía no cicatrizan las heridas de la interna. Si perdemos y gana Milei, JxC se parte en mil pedazos”, comenta una de las figuras estelares de Pro, que no oculta su preocupación por el panorama electoral con vistas a octubre.

La lucha de liderazgo concluyó en las PASO, pero las tensiones en JxC aún no se disiparon. Por caso, en la Capital, caja de resonancia de la pelea entre Macri y Larreta, siguen los coletazos de la disputa sucesoria. Tras ser proclamado como el candidato a jefe porteño del espacio, Jorge Macri actuó sin dudar para construir poder en el bastión de Pro. Consensuó con Larreta las salidas de María Migliore y Christian Werle, a quienes tenía en la mira por haber jugado a favor de su rival: Martín Lousteau. Pese al ruido que provocó en JxC, podría haber más desplazamientos. En paralelo, el primo del expresidente ensayó otras jugadas que alteraron a sus socios radicales. No solo puso a la larretista Clara Muzzio como compañera de fórmula, sino que coqueteó con Milei en medio de una entrevista televisiva. Los radicales de Lousteau, que por ahora optó por mantenerse en silencio, se sintieron marginados.

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Otro foco de tensión para JxC está en Buenos Aires, donde se demora a la foto de unidad entre Diego Santilli y Néstor Grindetti tras la reñida interna. Grindetti se quedó con la candidatura a la gobernación por una diferencia exigua, lo que alentó a los aliados de Santilli a esperar los resultados del escrutinio definitivo. Ese desencuentro deterioró el vínculo entre los dos bandos en el distrito más poblado, un territorio que puede ser crucial para una eventual remontada de Bullrich.

La noche del domingo 13 de agosto representa para muchos referentes de JxC un punto de inflexión. Consumada la hazaña de Milei, Macri, quien lidero el espacio hasta la derrota de 2019 que marcó el fin de la experiencia de Cambiemos en la Casa Rosada, celebró que un 70% de los votantes que participaron de las PASO haya optado por darle la espalda al modelo “populista” del kirchnerismo. Por esa gestualidad, Macri quedó bajo fuego no solo de sus detractores en la UCR y Pro o en la CC, sino también de varios de sus feligreses más fieles en el partido amarillo y en el radicalismo que acompañan a Bullrich. Le achacan haber dañado el proyecto colectivo para tomarse una “revancha personal” y sospechan que juega a ubicarse como el nuevo líder de un nuevo espacio de derecha. Es que Macri se sintió reivindicado por el resultado. Aliviado por el triunfo de Jorge Macri en la Ciudad, se jactó de haber anticipado meses antes de la compulsa que Milei tenía el boleto comprado para protagonizar el ballotage. Y que había sido él quien alertó a sus socios, sobre todo a Larreta, los radicales que conducen Gerardo Morales y Lousteau y la CC, la fuerza de Carrió, sobre los riesgos de descuidar la identidad ante la irrupción de los libertarios.

Con ese trasfondo, Bullrich necesita unir las piezas del rompecabezas. Esta semana logró tomar envión. Reunió a los altos mandos de JxC y convocó a los economistas que armaron el programa de gobierno para unificar el discurso de campaña. A la espera de los datos de los focus group, optó por mantener al kirchnerismo como adversario a la hora de confrontar. Si bien se diferencia de Milei, busca seducir a sus votantes. Por caso, reforzará la idea de que su gobierno será “austero”. Su misión es convencer a una parte del electorado opositor de que JxC puede volver a ser una alternativa de gobierno, pese a la frustración que generó la experiencia de Macri.

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Si bien la interna dejó un tendal de heridos en Pro, Larreta le volvió dar esta semana un espaldarazo público a Bullrich. Le garantizó su apoyo para la campaña y reconoció su liderazgo tras ser consagrada como la candidata a presidenta de JxC por el triunfo en la interna.

En el entorno de Bullrich se alistan para salir a la caza de votos. El gran objetivo es ingresar al ballotage, por lo que estiman que requieren crecer unos cincos puntos para estar en la segunda vuelta. La exministra confía en que podrá fidelizar el 11% de Larrreta y aumentar su caudal electoral. En Córdoba habrá un rastrillaje específico para reconquistar a seguidores de Macri. Hasta el expresidente se ofreció a viajar para movilizar a los votantes cordobeses que respaldaron en masa a Milei. Y Morales se comprometió a redoblar sus esfuerzos para dar vuelta el resultado en Jujuy, donde ganó Milei y el radicalismo se juega bancas en el Senado. Cerca de Bullrich también ponen la mira en Salta, Catamarca y Tucumán; y en las zonas agropecuarias del centro del país. Una de las claves para Bullrich y los suyos son los once millones de argentinos que no participaron en las PASO. Con los antecedentes de 2015 o 2019 -con las marchas del “sí se puede” de Macri- confían en captar a un sector de ese 31% del padrón que no concurrió a votar para sumar adhesiones vitales en la pelea cuerpo a cuerpo con Milei. Además, descuentan que Massa perderá votos del peronismo blando ante agudización de la crisis.

Resta saber si esos votantes desencantados que se abstuvieron en las PASO no se tentarán con la ola violeta de Milei. Bullrich atribuye la pérdida de capacidad electoral de JxC a la discusión que protagonizó con Larreta sobre cuál debía ser la fisonomía de la fuerza y la metodología para apalancar reformas estructurales. En la UCR atribuyen la sangría de votos de la fuerza al hastío de la población frente a la clase dirigente tradicional. “No se puede desde la política tratar de representar a una sociedad que está harta de la política”, grafica un cacique radical.

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