Dicen que el dinero no hace a la felicidad. Otros, le agregan: “Pero ayuda”. Algo así se podría decir de los miles de millones que conforman la partida “alimentos”, y que por más que se amplíen, se acelere el gasto, se ponga en marcha una versión recargada del “plan platita”, pues nada alcanza para parar la pobreza en momentos de inflación de tres dígitos.
En la primera mitad del año, el Gobierno ya gastó el 72,6% del total del presupuesto que le había entregado al Ministerio de Desarrollo Social para todo el año. Es decir, en el 50% del año se consumió casi el 73% de todo lo que reservó para 2023.
¿Una comparación más? Pues si tenía $100 para todo el año, le deberían quedar $50 para la mitad restante. Pero cuando la ministra Victoria Tolosa Paz abre el cajón de las reservas sólo puede contar $27. Si a eso se le suma la inflación de los alimentos, que consume el dinero actual, pues la excandidata a gobernadora tiene un par de gasas para frenar una hemorragia. Necesitará más plata.
Los datos que surgen de los registros públicos que elabora y pone en línea el Ministerio de Economía dan cuenta que la funcionaria firmó cheques por $327.784 millones.
En ese mundo, que genéricamente se engloba en una partida llamada “Políticas Alimentarias” se cuenta principalmente la prestación Alimentar, que antes era una Tarjeta pre cargada para comprar en supermercados todo menos alcohol, y gran parte del dinero que se destina a las organizaciones sociales para que sean ellos quienes atiendan la enorme cantidad de comedores que atienden.
“No alcanza, sólo con dinero no alcanza. [El expresidente de Bolivia] Evo Morales, que fue el más inteligente de todos los populistas de la región, nunca generó inflación porque sabe que va en contra de cualquier política redistributiva”, dijo hace unos días el economista de Idesa, Jorge Colina, a LA NACION.
Se podrían hacer cantidad de cálculos con aquellos números del dinero diario que se destina a las partidas de alimentos. Pero lo cierto es que por más que se intente dar respuesta a la pobreza con más presupuesto, pues la inflación es lo que carcome todos los ingresos, genera aumento en el precio de los alimentos y finalmente, produce más pobreza.
Uno de los economistas que sigue de cerca este mundo es Martín González-Rozada, profesor y director de la Maestría en Econometría de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), además de ser el responsable del Centro de Investigación en Finanzas (CIF). Según el monitor que determina cómo se mueve el indicador, la canasta básica total promedio de la región del Gran Buenos Aires (GBA) para el primer semestre del año se estimó en $63.985 por adulto equivalente. Esto es un aumento interanual de 115.2%. “Para el promedio del ingreso total familiar se proyectó para el semestre un incremento interanual de 87,5%. Con estos datos y la simulación de los microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del primer y el segundo trimestre de 2023 se proyectó la tasa de pobreza. El “nowcast” estima una tasa de 43% para el semestre que va entre enero y junio de 2023. La incidencia proyectada es un promedio ponderado de una tasa de pobreza estimada en 40,3% para el primer trimestre de 2023 y 45,5% para el segundo trimestre de este año″, explica en la publicación.
Vale la pena detenerse en este número. De acuerdo a la proyección del economista, el semestre terminará con 45,5% de pobreza, una cifra descomunal en cualquier contexto y más aún en la que el Ministro de Economía, Sergio Massa, número uno de la política económica que es gran responsable de esta coyuntura, buscará ser electo presidente. Una rareza más de la Argentina y sus fenómenos electorales.
Cuando se mira la ejecución presupuestaria total del Ministerio de Desarrollo Social, si bien todo está pasado de gastos, pues el desbalance de alimentos se neutraliza con algunas partidas que tienen muy baja ejecución. De hecho, algunos de los programas ni siquiera se empezaron a gastar.
Para junio, los beneficiarios de lo que fue la Tarjeta Alimentar, tras el aumento del 35% otorgado en mayo, podrán acceder al cobro de un extra mensual que llega hasta $34.000 adicionales a otros planes como la Asignación Universal por Hijo (AUH). Cuando termine julio, y se vuelva a liquidar el mes en curso, la cartera de la ahora candidata a diputada habrá consumido el 80% de su presupuesto. Seguramente caminará unas cuadras al Palacio de Hacienda a requerir un aumento de partidas. Y Massa, en campaña, se lo dará. Ese camino es lo que se ha dado en llamar “plan platita”.
Ahora bien, ese dinero disponible que miran los economistas que siguen el gasto también lo ven los líderes de las organizaciones sociales. Ellos perciben que no se llega. Y como están entrenados para reclamar, pues lo harán. Y la 9 de Julio será un “piquetódromo”.