Lunes 28 de agosto a la mañana. Por distintas vías, les llegan a las espadas económicas de Javier Milei documentos provenientes del Fondo Monetario Internacional. Son al menos tres papers hechos por sus equipos técnicos o que cuentan con su recomendación. Hablan de casos de dolarización en distintos países. Uno de ellos analiza los efectos para una nación, a favor y en contra, de un cambio total de moneda, como propone Milei. “Full dollarization”, se lee en el título.
La burocracia norteamericana se toma las cosas en serio. Los técnicos del FMI respondieron al pedido que les había hecho Roque Fernández en la primera reunión que mantuvieron el viernes después de las elecciones, de la que también participaron Carlos Rodríguez, Darío Epstein y el propio Milei. Desde ese momento, hay contactos entre ambos equipos casi todos los días.
Es cierto, también, que el FMI no practica la fidelidad. Está obligado por sus estatutos internos. Esta semana mantuvo contactos informales con Carlos Melconian, el economista elegido por Patricia Bullrich -cuyo desembarco revolucionó el terreno político, diplomático y económico-, a los que se suman las conversaciones periódicas con Sergio Massa.
El trabajo del FMI alrededor de Milei va más allá de las sugerencias de textos. El grupo liderado por Luis Cubeddu pasó en limpio y puso por escrito las notas que tomaron tras ese encuentro inicial del 18 de agosto. De allí surgió un informe extraoficial que circuló por la Argentina y documenta la primera impresión que el libertario les dejó a los directivos del Fondo. Hay, incluso, algunas referencias a su personalidad.
Según la versión interna de la reunión en la mirada de Washington, Milei planteó objetivos y explicaciones aceptables, con una idea opuesta a la de Alberto Fernández y de manera más tranquila de lo que los directivos del FMI esperaban.
El mismo informe menciona que, para el Fondo, Milei asume que será necesario rebalancear la economía antes de avanzar en la dolarización y entiende que Washington no tiene un mapa claro con respecto a una eventual transición hacia el próximo gobierno. En ese punto están trabajando los referentes económicos del candidato libertario.
Nicolás Posse es un nombre destinado a crecer en la estructura de La Libertad Avanza. A su alrededor giran otros colaboradores, como Darío Epstein, uno de los más activos al momento de convertir en propuestas concretas las ideas económicas que sobrevuelan al equipo. De allí surgirán las primeras medidas de un eventual gobierno.
El equipo de Milei afina el lápiz para definir qué haría al principio. Allí aparece la eliminación inmediata de 500 regulaciones y 30 impuestos. Una regulación menos es un kiosco menos, dicen.
La expectativa es, también, meter en el Congreso un proyecto de reforma laboral el primer mes. Queda descartada para ese tipo de iniciativas la posibilidad de hacer una consulta popular. Se lo explicaron a Milei en términos crudos. Es un método caro que no garantiza resultados. De allí se desprende una novedad: diversos funcionarios potenciales de Milei están tratando de construir acuerdos políticos para implementar medidas económicas. Todavía no tienen resultados.
Carlos Rodríguez estudia alternativas para enfrentar la “bola” de Leliq y pases pasivos del Banco Central, un tema de especial sensibilidad porque la contracara es el dinero de los depositantes.
También le toca encontrar una opción para bajar la deuda del comercio exterior en empresas privadas. Es una montaña de dólares derivada de la postergación en el acceso a divisas para quienes necesitan importar cualquier producto o servicio.
La repercusión del resultado electoral obligó a los libertarios a desarrollar una capacidad nueva para convivir con su efervescente popularidad. Epstein es un ejemplo. Después de las primarias, se sometió a un acto de autoregulación profunda cuando vio cómo su celular desbordaba de pedidos de encuentros con gurúes de las finanzas con los que siempre quiso dialogar. No es momento para eso, como le ordenó su jefe.
Hay un consenso profundo que el propio Milei le impuso a su entorno. Todavía no ganaron nada y la competencia real ocurrirá en octubre. Hasta ese momento, toda la atención estará focalizada en sacar la mayor cantidad de votos posible.
Son decisiones que tienen efectos en la vida cotidiana del círculo rojo. El propio Epstein junto a Juan Nápoli, también entrenado en el mundo de las finanzas y candidato a senador por La Libertad Avanza, enfriaron la organización del primer viaje de Milei a Washington y Nueva York con el traje de candidato ganador. Lo decidió el propio libertario, por precaución.
El viaje, de todas formas, se hará. El próximo jueves, 7 de septiembre, en la casa del banquero Gerardo Mato (exHSBC) en Connecticut, se reunirán 50 personalidades del mundo de las finanzas con Epstein, Nápoli y Diana Mondino. Los anfitriones les insistieron en que llevaran un PowerPoint. Los libertarios se resisten.
Milei bajó la orden de apuntar a un solo objetivo: la próxima elección. O, dicho de otra manera, desgastar a Patricia Bullrich, la candidata de Juntos por el Cambio. Es recíproco. De hecho, ambos juegan casi como si Sergio Massa no fuese un rival a tener en cuenta. El hecho de pasar con disimulo, además, le cae bien al candidato oficialista.
El ministro, en silencio, disfruta de una de las pocas noticias alentadoras en medio de la tormenta de inflación y devaluación que envuelve a la Argentina. Sucede que los depósitos bancarios resistieron mejor de lo esperado la derrota electoral del oficialismo. A tal punto que el Banco Central había mandado a pedir más dólares de Estados Unidos para fortalecer el suministro de billetes en el país, pero canceló algunos aviones por la buena reacción del sistema bancario y de los depositantes.
Cada aeronave trajo US$301 millones. Al menos dos llegaron entre el viernes anterior a las primarias y el posterior.
Massa mantiene una buena relación con referentes económicos y políticos de Milei. Las pruebas están en su WhatsApp. Su última reacción explosiva con el ala libertaria, sin embargo, ocurrió hace poco. Fue cuando Guillermo Francos, a cargo de la silla argentina en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), le confirmó al conductor radial Eduardo Feinmann, al aire, que se integrará a las filas de Milei (lo quiere como ministro del Interior).
La sucesión de Francos en el BID ya está en marcha. Su lugar lo ocupará Marcelo Bart, que fue el segundo de Cecilia Nahón en la representación argentina ante el Banco Mundial y proviene del peronismo sanjuanino. Entrará en funciones el próximo 15 de septiembre y tendrá un rol clave: mantener en sintonía uno de los canales por los que llegan dólares al país.
La candidata presidencial de Juntos por el Cambio resolvió esta semana la jugada más potente que tenía disponible: confirmar a Carlos Melconian como su futuro ministro de Economía en caso de ganar las elecciones.
Bullrich pasó a buscar a su nuevo compañero el jueves pasado, a las 7.10, por su casa. Viajaron de Buenos Aires a Córdoba juntos. Bajó del avión entusiasmada, pero emprendió el regreso “envuelta en fuego”, como describió otra persona que fue con ella.
Bullrich cree que de la mano del discurso económico de Melconian puede dar vuelta la elección en Córdoba y, desde allí, relanzarse a nivel nacional. En otros términos: el efecto que provocó la nueva incorporación le devolvió a la candidata el ímpetu que se había resquebrajado tras la sorpresa de las primarias.
Mucha de esa promesa de recuperación tuvo que ver con el contexto. A la presentación de Melconian asistieron más de 900 personas, muchas de las más influyentes del mundo empresario y político. Eso provocó un efecto cascada. Hasta los radicales recuperaron el ánimo al hablar con el economista, que atendió a personalidades de la política hasta el viernes por la noche.
El último jueves fue una muestra de lo que vendrá. Melconian tiene libertad absoluta para hablar de economía, cómo y dónde quiera. Más aun: ya se convirtió en hombre de consulta para otros temas que tienen que ver con una futura gestión del Estado.
El equipo de trabajo de Bullrich está sorprendido por la viralización de algunas frases destacadas del economista en los últimos dos días de la semana. Son las que apuntan contra las ideas de Milei.
Hay dos que, está medido, le sacan ventaja al resto. “La dolarización es como que te inviten a comer fideos con tuco y que no haya fideos”, es una. Otra, sobre el cierre del Banco Central: “Es como cuando vos subís al colectivo y siempre viene lleno. Pensás, ¿cómo puedo hacer para que me den el asiento? y te cortás una gamba. Entonces subís al colectivo y te dan el asiento porque te falta una gamba. ¡Sos un boludo!”.
Melconian se convertirá en una propaladora de ideas bien graficadas. En paralelo, trabaja hacia adentro. Tuvo una conversación con Luciano Laspina, hasta ahora el hombre de confianza de Bullrich en temas económicos. Lo invitó a formar parte del equipo. Laspina aún no respondió.
Melconian, además, ya tiene un nombre para ocupar, en caso de que le toque, la conducción del Banco Central. No se lo dijo a nadie.
La llegada del economista desató resquemores en las filas de Milei. Terminales del libertario que tienen vínculo con la Fundación Mediterránea -financió la elaboración del programa económico que propone Melconian- le hicieron llegar un aviso sugestivo.
Una cosa es que preparen el plan para cualquier gobierno y otra es que hagan campaña con una fuerza política, les dijeron a un grupo de empresarios. Prometieron tenerlo en cuenta en caso de ganar las elecciones.
Melconian es más que alguien para conducir el Palacio de Hacienda. Era el único economista disponible que reunía al mismo tiempo ciertas condiciones, como capacidad técnica, ambiciones políticas, popularidad y lenguaje suficientemente frontal para pararse frente al libertario y desarmar lo que Juntos por el Cambio cataloga como mentiras.
Bullrich estuvo buscando figuras capaces de discutir con Milei desde la mañana posterior a las primarias. No le alcanza con profesionales bien preparados. Sabe que también tiene que dar la discusión pública con suficiente estruendo como para que lo note el libertario. Por eso se comunicó con Martín Tetaz horas después de la sorpresa electoral.
Tetaz acordó con Bullrich en la semana posterior a las PASO comenzar a dar la discusión contra Milei. Fue uno de los que subió al escenario el último jueves en Córdoba a pedido de Melconian, junto a Eduardo Levy Yeyati, José Luis Espert, Enrique Szewach, Ricardo López Murphy y Ariel Coremberg. Con varios de ellos, Melconian había comentado minutos antes los ejes de su mirada económica. Incluían la restricción del endeudamiento. Estuvieron de acuerdo.
Tetaz sabe de economía y de teatralidad. Frente a Luis Majul y Pablo Rossi, por LA NACION+, destruyó su “máquina de emitir billetes” para escenificar qué hay qué hacer con la emisión del Banco Central, una de las instituciones que pertenecen al universo de la economía y está en disputa en el discurso político.
La destrucción de la “paser” encierra otra historia. Un colaborador de Tetaz compró varias réplicas hace algunos años. La que rompió el economista en la televisión era la penúltima. Solo le queda una más, cuyo mecanismo ya no funciona. Acaso una metáfora de lo que dos de los tres grandes competidores por la Presidencia proponen hacer con la emisión de dinero.