Sam Altman, el CEO detrás de la plataforma de inteligencia artificial ChatGPT que está revolucionando el mundo de la tecnología, sorprendió al afirmar que el trabajo remoto es un experimento fracasado. El responsable de la empresa Open AI cuestionó la modalidad que se impuso durante la pandemia de coronavirus en una reciente reunión con empresarios en San Francisco. “Se acabó”, dijo.
Altman reconoció que las miradas en torno al home office han cambiando en el último tiempo. No obstante, sostuvo que en la oficina, en un mismo espacio de trabajo, se alcanza una mejor tasa de productividad, que si se establece un esquema de tareas con personas conectadas desde sus casas. Así lo manifestó en una charla organizada por la empresa Stripe, y citada por la revista Fortune.
“Creo que definitivamente uno de los peores errores de la industria de la tecnología en mucho tiempo fue que todos pudieran trabajar de forma remota para siempre”, manifestó. Señaló que eso hizo que muchas startups pensaran que “no necesitaban estar reunidas presencialmente para trabajar y que por lo tanto no iba a haber pérdida de creatividad”.
Y amplió: “Diría que el experimento sobre eso ha terminado, y la tecnología aún no es lo suficientemente buena como para que las personas puedan estar completamente remotas para siempre, particularmente en las nuevas empresas”.
La opinión del CEO de Open AI no es aislada. Otros ejecutivos y directivos de empresas se pronunciaron en un sentido similar en el último tiempo. De hecho, empresarios como Bob Iger en Disney, Howard Schultz en Starbucks y Robert Thomson en News Corp, se han manifestado a favor de que de sus empleados pasen más tiempo en las oficinas y reduzcan considerablemente el tiempo que pasan en sus viviendas.
Ante los empresarios, Altman concordó con este tipo de visiones. “Creo firmemente que las nuevas empresas necesitan mucho tiempo en persona, y cuanto más frágil, matizado e incierto sea un conjunto de ideas, más tiempo se necesita juntos en persona”, sostuvo.
Días atrás, Keith Rabois, socio general de la firma de capital de riesgo Founders Fund, señaló que no cree en el home office para las nuevas empresas y expresó que no estaba dispuesto a invertir en una firma que tuviera ese esquema de trabajo. Según su opinión, los trabajadores, especialmente, los más jóvenes, aprenden por “ósmosis”, por lo que es necesario encontrarse en la oficina.
En medio de la adaptación de varias compañías a este esquema de trabajo, varios líderes ejecutivos temen lo que puede ocurrir en esta modalidad en los próximos tiempos de la mano de la inteligencia artificial, uno de los ámbitos en los que justamente Open AI se ha destacado con el lanzamiento hace unos meses de Chat GPT.
James Clarke, CEO de la firma de marketing digital Clearlink, confesó que teme que los empleados puedan desarrollar varios trabajos a la vez mientras se desempeñan desde sus hogares. Sin embargo, manifestó que guarda una preocupación mayor ante la posibilidad que algunos de ellos pueda estar liberando tiempo -del que la compañía no se beneficia- a partir de herramientas de inteligencia artificial como Chat GPT y GPT-4, diseñados por Open AI.
Altman se anticipó esa duda tiempo atrás cuando otorgó una entrevista al podcast Possible junto al cofundador de OpenAI Greg Brockman. Allí, reconocieron que, al inicio discutieron por varios meses respecto de los temes a los que se dedicarían los chatbots de Chat GPT. Habían analizado la posibilidad de que se enfocaran en campos específicos, como derecho o medicina, aunque finalmente optaron por dirigirse al mayor espectro de audiencia posible.
El lanzamiento de Chat GPT hizo que varios ejecutivos se interesaran por la aplicación de la inteligencia artificial en sus empresas y que varios consideraran los recursos que podrían ahorrarse en contratación de personal y en salarios. El responsable de IBM, Arvind Krishna, señaló que su compañía detendrá la búsqueda de personas en aquellas tareas que podrían realizarse en los próximos años a partir de inteligencia artificial.
La estrategia de virar hacia un espectro genérico con sus chatbots, que puedan abarcar el mayor alcance de audiencia posible, le ha rendido sus frutos a la creador de Chat GPT. Open AI, fundada hace tan solo siete años, ya está valuada en US$ 30.000 millones.