ESTOCOLMO.– Una tarde de principios de marzo, la policía sueca le pidió a un programa de televisión local que difundiera las fotos de dos jóvenes buscados por balear a una banda narco rival en la ciudad de Upsala, al norte de Estocolmo.
Tres horas después, desconocidos armados golpearon a la puerta de Serdar Sarihan, padre de uno de los sospechosos, y lo mataron a tiros, mientras su mujer y sus hijos estaban en la planta alta.
El asesinato, que para las autoridades suecas fue un ajuste de cuentas, representa una nueva escalada de brutalidad en la ola de violencia narco que ha convertido a Suecia, usualmente considerada un pacífico Estado de bienestar, en epicentro de los asesinatos a mano armada de toda Europa.
La guerra de bandas por el control del narcotráfico, fogoneada por el ingreso masivo de armas, las vendettas personales y una enorme reserva de jóvenes disponibles, muchos de ellos de comunidades marginadas de inmigrantes, empujó la tasa de homicidios con arma de fuego a más del doble del promedio europeo, según el Consejo Nacional de Prevención del Delito de Suecia.
Con 62 asesinatos con armas durante el año pasado, en comparación con los 45 de 2021, la tasa general de homicidios en Suecia sigue siendo apenas una sexta parte de la de Estados Unidos, pero en el contexto europeo, la cifra es extraordinaria: la tasa de homicidios armados per cápita en Estocolmo es 30 veces más alta que en Londres.
Además, los atacantes son cada vez más jóvenes y también están recurriendo a métodos cada vez más violentos, como arrojar granadas de mano o colocar explosivos que causan heridas en los transeúntes, incluidos niños.
El Pablo Escobar de Escandinavia
El líder narco más conocido por fogonear la violencia es Rawa Majid, de 36 años, alias “el Zorro Kurdo”, según la policía sueca y el periodista de investigación Diamant Salihu, autor de dos libros sobre el crimen organizado en Suecia.
“Rawa Majid es un jefe narco muy emprendedor y con aspiraciones de convertirse en el Pablo Escobar de Escandinavia”, dice Salihu. La policía sueca cree que detrás del asesinato de Sarihan está la mano de Majid.
Para escapar del alcance de la justicia sueca, Majid ahora dirige su negocio desde Turquía. Había llegado a Suecia de recién nacido, en 1986, cuando sus padres huyeron del Kurdistán iraquí, donde su madre había peleado contra el régimen de Saddam Hussein como parte de las milicias Peshmerga de la izquierda kurda. Más tarde Majid adquirió la ciudadanía sueca.
De joven pasaba mucho tiempo con sus primos, que ya habían tomado el camino de la delincuencia. En 2006, cuando tenía 20 años, recibió su primera condena —tres meses de cárcel—, seguida de otras dos, la más reciente en 2015, cuando la policía encontró alcohol, drogas y joyas robadas en su casa.
Para 2018, cuando fue liberado, Majid ya era conocido como el Zorro: su nombre de pila, Rawa, suena muy parecido “räv”, la palabra sueca para ese animal. Su primo lo esperaba con un regalo por su liberación: una cadena de oro con el dije de un zorro.
La magnitud de la violencia que trajo aparejada la guerra narco tiene consternados a los suecos: la esposa del integrante de una banda fue asesinada a tiros en la calle mientras sostenía a su recién nacido en brazos, y en enero, el restaurante de un barrio de moda del centro de Estocolmo fue alcanzado por la explosión de una bomba.
Pero la mayor preocupación de los vecinos de Estocolmo es que sus hijos caigan en la delincuencia.
“Tengo un hijo de 13 años, y a esa edad es fácil caer en la tentación”, dice un vecino de Alby, un suburbio del sur de la capital, mientras un helicóptero policial sobrevuela dos bloques de departamentos cercanos que fueron acordonados tras un apuñalamiento ocurrido pocas horas antes. “Crecí acá y siempre me sentí seguro. Ahora llegan las 8 de la noche y tengo miedo de salir.”
La policía sueca pareció tomar la delantera en 2020, cuando una investigación a nivel europeo logró infiltrar la red telefónica encriptada utilizada por bandas criminales, llamada EncroChat. La investigación resultó en cientos de arrestos, pero también desató una guerra feroz por el territorio que dejaron libre los narcos encarcelados.
Majid aprovechó la oportunidad para extender su red de tráfico en Suecia y el extranjero, en parte gracias a informantes dentro de la fuerza policial, según revelaron los archivos de EncroChat. Cuando uno de sus punteros cayó preso, Majid huyó del país.
Primero viajó al Kurdistán iraquí, de donde son oriundos sus padres, y a principios de 2022, de pronto reapareció en Turquía. Entrevistado por el periodista Salihu para su libro, Majid dijo que había obtenido la ciudadanía turca gracias a sus inversiones en ese país, algo que requiere un mínimo de 400.000 dólares.
A partir de entonces, según los mensajes encriptados obtenidos por el fiscal sueco, Majid discutió con sus socios en Suecia la forma de matar al integrante de una banda rival —hablaron de usar revólveres, fusiles Kalashnikov y hasta un lanzagranadas— y sus alfiles empezaron a invocar su nombre para infundir miedo. El joven rapero 5iftyy, muy popular en Suecia, posó en Instagram con billetes de cien dólares que deletreaban la palabra “zorro” y apuntando a cámara con un arma frente a un séquito con los rostros tapados por emojis de zorros.
Y el suburbio de Alby, al sur de Estocolmo, se ha convertido en uno de los principales focos de violencia, y los vecinos están vez más alarmados por la inseguridad de la zona.
Jacob van Rooij, jefe de la fuerza de tareas de la policía de Estocolmo que investiga las actividades Majid desde hace tres años, dice que el líder narco sigue “muy activo”, y que maneja su negocio y orquesta sus crímenes en Suecia a la distancia.
Los pedidos de extradición de la justicia sueca, por su parte, han sido rechazados.
Turquía y Suecia están de malas desde que Ankara bloqueó el intento de Estocolmo de unirse a la OTAN tras la invasión rusa a Ucrania. El gobierno de Erdogan acusó a Suecia de dar refugio a militantes kurdos y recalcó que Suecia no extradita a ciudadanos turcos.
En sus negociaciones con Ankara, Suecia ha presentado el caso de Majid como una prueba de que Turquía también es reticente a extraditar a ciertas personas, según un alto funcionario sueco presente en las conversaciones.
Pero por ahora Majid está a salvo de ir a juicio, mientras la espiral de violencia continúa y domina la agenda de debate entre los suecos.
El hecho de que gran parte de la violencia armada se dé entre inmigrantes o hijos de inmigrantes ha fogoneado una ola de populismo de derecha. En las elecciones de 2022, Demócratas de Suecia —un partido que abreva en el nazismo y culpa de la violencia a la “liberalidad inmigratoria” de Suecia—, obtuvo más del 20% de los votos y se convirtió en el segundo partido más grande del país. Actualmente, en su plataforma rechaza el nazismo y el nacionalismo blanco.
De hecho, el nuevo gobierno de centroderecha llegó al poder con promesas de endurecer las políticas migratorias, duplicar la extensión de la pena por delitos cometidos en “en contexto de bandas”, extender el uso de la vigilancia electrónica y expulsar a más delincuentes que no tengan ciudadanía sueca.
Por Sune Engel Rasmussen
(Traducción de Jaime Arrambide)